Reservas: el "engaña pichanga" del Banco Central y qué pasa con la deuda
Todo muy lindo, pero a veces no todo lo que reluce es oro. El Gobierno viene comprando reservas casi sin parar desde que asumió. ¿Qué hay detrás de esta estrategia?
En lo que va de la era Milei el Banco Central (BCRA) lleva comprados casi 7.700 millones de dólares, tomando los datos oficiales al 19 de febrero. De esta manera, el stock de las reservas internacionales brutas del BCRA creció en más de 5.600 millones de dólares alcanzando un total que roza los 26.900 millones de dólares.
Hasta acá todo bárbaro. Sin embargo, cabe preguntarse cómo se compran estas reservas. Pero antes que nada vale aclarar que, todavía, a pesar de semejante avalancha compradora de divisas, el stock de reservas netas del BCRA sigue siendo negativo en torno de los 6.000 millones de dólares, según las estimaciones privadas.
Volviendo al meollo monetario-cambiario, ocurre que las compras netas de divisas al sector privado por parte del BCRA implicaron una emisión monetaria de 6,255 billones de pesos. Pero esta acumulación de reservas no se está dando por las vías tradicionales de monetización o superávit fiscal. Sino que se hacen emitiendo pesos y luego esterilizándolos con nueva deuda.
Con esto no se quiere decir o menospreciar la imperiosa acumulación de reservas del BCRA sino advertir que, en lugar de hacerlo con superávit de la Tesorería, es decir, que el Tesoro al gastar menos de lo que recauda luego del pago de intereses destinara parte del superávit a comprar divisas, o bien, la gente quiere tener más pesos y se desprende de divisas a cambio de pesos y el BCRA las compra.
Esto no ocurre y es a través de la maquinita. Claro que podría decirse que es por un fin altruista, ya que el BCRA emite pesos, pero a cambio ingresa divisas a su activo. Pero hay un correlato, y es monetario.
Una vez emitida semejante cantidad de dinero, el BCRA se ve obligado, dado que la demanda de dinero sigue en retirada, a recapturar todos los pesos excedentes que inyectó en el sistema. De esta manera, vuelven a reaparecer los famosos pasivos monetarios remunerados del BCRA, de los que ya hemos hablado en varias oportunidades durante el gobierno anterior.
Se trata de las Letras de Liquidez (Leliq) y de los Pases Pasivos. En lo que va de la era Milei, el stock de la deuda remunerada del BCRA creció en casi 11,9 billones de pesos, una Base Monetaria completa.
Al analizar los factores que explican el crecimiento de este stock, el principal es la compra neta de divisas al sector privado ($6,26 billones), seguido por el pago de intereses ($5,81 billones), la cancelación de Leliq ($4,4 billones) y por el concepto Otros ($2,7 billones), donde se registran las intervenciones del BCRA en los mercados y diversas operaciones como la recompra de títulos públicos de la Tesorería y hasta la activación de los “puts” sobre deuda pública, a los que nos referiremos en una próxima nota.
Se ve entonces que, si bien la Base Monetaria apenas creció 1 billón de pesos desde la asunción de Milei, la emisión superó los 19 billones de pesos que no llegaron a la calle porque fueron aspirados vía la colocación de Pases por casi $13,6 billones y porque el Sector Público fue contractivo en casi $4,6 billones. Así, continúa creciendo la deuda remunerada del BCRA, que corre a una tasa del 100% nominal anual.
Si bien la economía está inmersa en un agudo proceso de licuación, es decir, la cantidad de dinero de la economía, en sus diversas formas, se está destruyendo en términos reales, lo que es lo mismo que decir que se está desmonetizando, la situación general no da para dormirse en los laureles. El BCRA está abocado en una faena para sanear su deteriorado balance. El trabajo sucio aún no terminó. Pero en el medio puede darse vuelta la taba.