Crece el universo de la yerba mate
El llamado “oro verde”, ya no sólo se utiliza para la típica infusión argentina del mate, ahora también se puede encontrar en bebidas dulces y té de estilo oriental en empresas nacionales.
Todos los hogares argentinos tienen, en sus alacenas, un paquete o una lata de yerba mate. Con el paso de los años, se ha convertido en un símbolo de identidad y de amistad que refleja la cercanía y la calidez de la cultura argentina. Nunca es mal momento para unos mates. Cualquier tipo de reunión, sea familiar o entre amigos, de estudio, trabajo o visita informal, de 10 minutos o de extensas conversaciones; todas ellas comienzan con la frase “preparo unos mates”.
A las típicas negociaciones de “¿mate dulce o amargo”, la marca argentina Mathienzo suma nuevas opciones: ¿Mate o maycha?”, “Mathienzo tonic con hielo o con gin?”, opciones que presentaron en un evento elegante e íntimo en La Casona de La Martina, en Nuñez. “El propósito de Mathienzo está en expandir la industria de la yerba mate no de manera lineal, sino conectándola con otras categorías y economías”, dijo Nicolás Tiferes, fundador de Mathienzo.
Del diseño a la industria de la yerba mate
Comenzó siendo un estudio de diseño que hace más de 10 años sumó la venta de un producto: el mate de silicona. Hoy, Mathienzo produce su propia línea de yerba mate premium, una versión del té matcha a base de yerba mate, y una bebida a base de mate y acuasia. “En 2012 lanzamos el mate Mathienzo de silicona, que generó amor y odio dentro de la comunidad matera. Este producto se fue transformando en la principal fuente de ingreso del estudio”, cuenta Nicolás recordando los inicios de Mathienzo. “Después de cuatro años, todas las señales apuntaban a que el destino de este proyecto estaba cada vez más pegado a la industria de la yerba mate así que propuse transformar el mate Mathienzo en una marca de yerba de nicho”.
En colaboración y asociación con “los campos productores de yerba más importantes de Misiones”, Mathienzo lanzó su línea de yerba mate. Pero años más tarde, una nueva reinvención fue necesaria. “Me di cuenta de que esta industria exótica y sudamericana es una industria global y cool; esto gracias a Messi, gracias al Papa, gracias al cantante de Metallica que toma mate antes de los recitales” contó el fundador de Mathienzo.
Uniendo culturas e industrias
Con una noción más extendida de lo que es la yerba y el mate en todo el mundo, y sumado a las nuevas tendencias de comportamiento y de consumo en la sociedad, Mathienzo se lanzó a una nueva apuesta: “Nos propusimos salir de la barrera cultural, desarrollando un producto para una nueva ola de consumidores, pero siempre atando este proyecto al respeto por la herencia del pasado y, en este caso, agregándole visión al futuro”, aseguró Tiferes.
En conjunto con el productor yerbatero Leo Paredes, Mathienzo desarrolló un nuevo producto que une la cultura japonesa con la Argentina. Inspirados en el matcha, una infusión típica del país oriental, elaboraron una versión argentina a partir de la hojas de la yerba mate. “El mundo de la yerba va hacia nuevos horizontes”, aseguró Paredes. “el maycha que es una materia prima excelente no solamente para prepararte un mate cocido, una infusión rápida, fácil de tomar, sino también para distintos tipos de industrias”, agregó.
Con vistas, no sólo en la sociedad argentina, sino en un consumidor a nivel global, Mathienzo también desarrolló el Mathienzo tonic, una bebida a base de yerba mate, suavemente endulzada y gasificada y combinada con la acuasia, el principal componente de la tónica. “Una bebida, que no tiene alcohol, para tomarla en cualquier momento del día, a toda hora, e inclusive para combinarla con la industria de la coctelería. Pero en este caso, agregándole ADN argentino”, expresó Nicolás Tiferes.
Un poco de historia
Al igual que Mathienzo, Argentina es un país que ha aprendido a reinventarse casi desde su fundación. La yerba mate ha sido compañera e inspiración en cada paso. El pueblo guaraní fue el que descubrió y comenzó a consumir el mate. A partir del secado rudimentario de las hojas de la yerba, las ponían en una calabaza ahuecada para infusionarla y sorberla por medio de una cañita.
Con la llegada de los europeos y las misiones jesuitas, esta costumbre se fue difundiendo, y los métodos de producción de la yerba mate se actualizaron gracias a los nuevos conocimientos de germinación y plantación que transmitía la orden religiosa. Hoy, Argentina es el país con mayor producción de yerba mate, con el 60% a nivel mundial, de acuerdo con el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), seguidos por el 30% de la producción en Brasil y el 10% en Paraguay, otros dos países con herencia guaraní.
Un símbolo nacional con múltiples beneficios
En 2013, la sanción de la Ley 26.871 declaró al mate como infusión nacional, disponiendo la promoción y difusión de sus tradiciones en eventos y actividades culturales. Asimismo, la Ley 27.117 estableció el 30 de noviembre como el Día Nacional del Mate, en conmemoración del nacimiento de Andrés Guacurarí y Artigas, quien gobernó entre 1811 y 1821 la Provincia Grande de las Misiones.
Mathienzo, entre otras organizaciones y empresas nacionales, forma parte de la industria yerbatera, una industria que en los últimos años ha crecido y se ha diversificado. Más de la mitad de la producción es para consumo local, ya que la yerba mate es un producto que atraviesa toda la pirámide social y está presente en el 98% de los hogares argentinos.
Además de su aporte a la economía nacional, el consumo de la yerba mate es altamente beneficioso para la salud. Esto gracias a su aporte de vitaminas del grupo B, su gran poder antioxidante, su efecto energizante y su ayuda para reducir el colesterol “malo” (LDL) y los triglicéridos.
El mate, presente en todos los hogares argentinos, compañero de largos procesos e inspiración de nuevas ideas y proyectos, se expande ahora a nuevas culturas, a nuevas industrias. De la mano de empresas y marcas como Mathienzo, que apuestan por un producto “tan nuestro”, el símbolo nacional de la yerba mate convierte a Argentina en un país más cercano a todo el mundo.