Elecciones en EE.UU.: la economía que viene, según el resultado de las urnas
Inflación, empleo, impuestos y aranceles a la importación dominan la agenda. Como pocas veces en la historia reciente del país del norte la economía marcará el tono de la nueva gestión.
Las elecciones presidenciales en Estados Unidos, sin dudas, las más parejas y de resultado incierto desde que a comienzos del siglo el republicano George Walker Bush venciera en el colegio electoral al demócrata Al Gore, preanuncian cambios importantes en la economía de ese país. Lo que no se sabe es para hacia dónde irán los cambios, dado que el escenario inmediato y mediato difiere sustancialmente según quién venza en la contienda electoral.
En términos generales los analistas consideran que Kamala Harris propondrá cambios suaves o moderados en la economía, con el fin corregir los desajustes, pero buscando un a modernización de la economía. La hoja de ruta de Donald Trump, en cambio, propone cambios tan drásticos que podría decirse que derribar todo y reconstruirla casi desde cero.
Una de las pocas certezas que tienen los analistas es que en caso de que el expresidente republicano vuelva a la Casa Blanca, avanzará en una drástica baja de impuestos y recorte de gastos sociales, con foco en los inmigrantes, y que su política proteccionista, plasmada en el slogan 'Make America Great Again', llevará al mundo a una nueva guerra comercial a partir de la imposición de fuertes aranceles.
Ya algo de eso se vio al comienzo de su anterior gestión, cuando en 2017 impuso muy elevados aranceles a la importación de acero y al aluminio (del 45 al 78%), medida que tuvo impacto incluso en dos gigantes industriales de la Argentina como son el Grupo Techint y Aluar, tradicionales exportadores a ese mercado.
En la actualidad Trump ha propuesto aranceles de hasta 20% para los 3 billones de dólares de importaciones estadounidenses. Pero en el caso de China, el principal enemigo comercial, llegaría al 60% y sugiere aranceles masivos para otros socios comerciales como es el caso de México.
Foco en la inflación
La agenda económica de Kamala Harris, en tanto, pone el eje en mejoras modestas diseñadas para hacer la vida más fácil a los sectores medios y bajos, con mayores créditos fiscales para los padres, un aumento del salario mínimo, la construcción de más viviendas y más préstamos para pequeñas empresas.
Con visiones casi diametralmente opuestas sobre lo que requiere la economía del país, con el correr de la campaña los analistas empezaron a plantearse si la principal economía del mundo hoy necesita cambios drásticos. Al fin de cuentas, la Reserva Federal parece estar a punto de lograr un objetivo muy difícil como es reducir la inflación sin destruir empleos.
La estrategia del soft landing pareciera estar dando resultado. Hoy la inflación está casi en el nivel objetivo buscado (2,4% versus 2% de la meta) y el empleo está creciendo. Poco, pero crece. En octubre se crearon 12.000 puestos de trabajo, según las últimas cifras oficiales.
En este contexto, días pasados veintitrés economistas ganadores del Premio Nobel firmaron una carta según la cual la agenda de Kamala Harris es "enormemente superior a la agenda económica contraproducente de Donald Trump". No pocos incluso piensan que la propuesta de Trump puede hacer más daño que traer soluciones, especialmente en lo que hace a reducir la inflación.
Migración e impuestos
Donald Trump propuso además deportaciones masivas para combatir a los inmigrantes, pero según los analistas esto no sólo tendría impacto inflacionario, sino que reduciría el empleo. En el caso de las deportaciones generaría además que, ante una menor fuerza laboral, el costo de contratación sería mayor, por lo que se perdería gran parte del esfuerzo antiinflacionario de los últimos años.
En cuanto al capítulo impositivo la pelea de fondo es por los recortes de impuestos a los ricos. Trump sostiene que se aplique completamente su propuesta de 2017 de reducción impositiva, con beneficios que en algunos casos caducan durante el próximo turno presidencial, sino que además pretende limitar al 15% la carga impositiva corporativa para algunas empresas. Se estima que el plan de Donald Trump podría costarle al Tesoro nada menos que 8 billones de dólares.
Por su parte, Harris aboga por una aplicación parcial de los recortes de impuestos que promovió Trump hace siete años. La candidata demócrata ha prometido no aumentar los impuestos a quien gane menos de 400.000 dólares al año e incluso trabajará sobre el Congreso para que dé marcha atrás con los recortes de impuestos a los estadounidenses más ricos, al tiempo que impulsará un incremento de la tasa de impuestos corporativos de 21% al 28%.