La condición innegociable que pondrá China para abrir el diálogo con Javier Milei
Más allá del discurso contra las dictaduras y el comunismo, el presidente Javier Milei sorprendió el fin de semana al asegurar que viajará a Beijing, elogiando el pragmatismo del régimen chino.
Raúl Baglini fue un legendario dirigente radical que talló fuerte en la política argentina en los primeros años de la democracia recuperada en el 83, y cuya influencia en el partido y en el país se extendió también durante los ’90. Su expertise era, fundamentalmente, ser una de las personas que más sabían sobre Presupuesto, lo que lo ubicó en la línea de consulta de toda la dirigencia argentina.
Esto, además de ser una persona 100% honesta, democrática, republicana y, en definitiva, buena gente. Injustamente quedó en la historia no por todo esto, sino por la elaboración de su “teorema”, según el cual “el grado de responsabilidad de las propuestas de un partido o dirigente político es directamente proporcional a sus posibilidades de acceder al poder”.
Es todo un principismo de responsabilidad que tarde o temprano se le puede aplicar a cualquier político o gobierno que se precie de tal y que llegue al poder. Incluyendo a Javier Milei. Y su nueva posición con China, inaugurada pública y oficialmente el domingo pasado en el living de Susana Giménez, con la siguiente frase: “Nosotros tuvimos una reunión con el embajador y al otro día nos destrabaron el swap.
China es un socio comercial muy interesante porque ellos no exigen nada, solo piden que no los molesten”. El cambio en las relaciones se cerrará con la presencia de su hermana Karina Milei, en un evento comercial que se organizará en Shanghai, y en viaje presidencial confirmado para el próximo año.
Con esta nueva actitud se solucionarán varios problemas, como el peligro que desde Beijing se le reclame al país la liquidación final de la cuenta del swap con el Banco Popular de China, cuyo último monto contable alcanzaba los U$S 19.000 millones, de los cuales, teóricamente, unos 7.000 millones de dólares serían exigibles durante la gestión del libertario.
También se libera la relación comercial entre los dos países, un rubro de resultado algo agridulce. Es el segundo o tercer destino comercial del país (dependiendo si a la Unión Europea se la considera como un bloque único o se toman sus países miembros por separado), es el destino de las principales exportaciones locales (comenzando por la soja), hay inversiones comprometidas en minería y litio; pero también crónicamente la balanza comercial es negativa.
Factor clave
Sin embargo, entre los dos países, hay un problema serio, que seguramente desde China se le exigirá a Milei solucionar. Y rápido.
Se trata de la obra más importante en marcha hoy en el país: el complejo de represas Néstor Kirchner- Jorge Cepernic, ubicadas, obviamente, en Santa Cruz; y sobre la que la constructora china Gezhouba tiene la responsabilidad de la construcción por haber ganado la licitación cerrada en 2015, a fines del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Se trata de un proyecto vinculado directamente con el otorgamiento primero, y profundización después, del programa de swap. De hecho, la obra comenzó con la liberación de unos U$S 500 millones hacia agosto de ese año. Llegó entonces el cambio de gobierno, y la decisión de Mauricio Macri de revisar el contrato de Gezhouba para construir la represa, aún llamada Kirchner - Cepernic.
La primera y pública decisión del Gobierno fue la de congelar la obra, bajo sospechas de corrupción y de impacto ambiental negativo. En esos tiempos, el gobierno de Macri señaló al proyecto como inviable, por la potencial desaparición y extinción del macá tobiano, un ave cuyo hábitat natural está en la provincia de Santa Cruz, y que según la denuncia corría peligro de extinción por el impacto ambiental de las represas.
Sin embargo, hacia julio de 2016, desde Beijing le recordaron a Buenos Aires que parte del dinero para la obra ya había sido gastado (y no precisamente para avanzar con las obras), con lo que, de levantarse el proyecto, el dinero debía ser devuelto. Fue así que se “renegociaron” las condiciones del swap; la obra volvió milagrosamente a la vida con otro nombre (en adelante se llamaría Condor Cliff-La Barrancosa), y el swap se reactivaría.
Con aceleraciones y retrocesos, la obra continuaría durante el resto del gobierno de Macri y de Alberto Fernández. Sin embargo, en diciembre de 2023 llegó Javier Milei al poder y en enero determinó que la construcción se suspendía hasta nuevo aviso. Y que el financiamiento residual quedaba en manos, exclusivamente, de Gezhouba.
La empresa continuó pagando salarios y cumpliendo con proveedores, hasta hace 10 días, en que comenzaron las desvinculaciones forzadas, ante la indefinición del gobierno nacional y la no firma de la “Addenda XII”, quecindica lo que se debe hacer en un año Calendario en dicha obra. Aclararon desde la constructora china que desde su parte no se aportaría un dólar (o yuan) más hasta que no se firmara ese compromiso.
Desde diciembre pasado a septiembre, de unos 3.500 trabajadores en el pico de obra, se terminó empleando a unos 160; mientras que para octubre solo quedan contratados unos 70 empleados entre directores, algunos gerentes y el personal de guardia. Desde la propia constructora se le recordaba al Ejecutivo, que el financiamiento no implicaba dinero por parte del país, con lo cual no acrecentaba el déficit fiscal, ya que los dólares necesarios eran negociados por Gezhouba directamente con bancos financistas.
En general, son banco todos chinos u orientales, que luego se cobrarían los intereses a través de la generación eléctrica de ambas represas. A septiembre, el nivel de avance de las obras era de un 50% en el caso de la Cepernic y del 30% la represa Kirchner; proyectos que de no renovarse corren riesgo ahora de sucumbir a la erosión de la naturaleza y el vandalismo.
Según el proyecto original desde ambas represas se iba a generar el 10% del total de la energía eléctrica qué se consume actualmente en Argentina. Ahora, el tema Gezhouba, quedará a resolución de Milei y el premier chino Xi Jinping, un camino que podría empezar a desandarse a partir del viaje del presidente argentino en enero a Beijing.