Opinión

Argentina, un país con pleno trabajo pero sin generación de empleo

El especialista en empleo y trabajo, Juan Pablo Chiesa, analiza para MDZ cómo el empleo en negro destruye y "se come" al empleo registrado. La relación entre empresas y sindicatos y la necesidad de modificar un sistema en el centro de la agenda para la generación de empleo.

Juan Pablo Chiesa
Juan Pablo Chiesa jueves, 16 de febrero de 2023 · 11:02 hs
Argentina, un país con pleno trabajo pero sin generación de empleo

Argentina es un país que genera y desarrolla trabajo constantemente. Pero el trabajo que se genera es arruinado por factores que integran, justamente, el mercado del trabajo. Leyes vetustas, incompatibles con el siglo XXI y la modernización, la ausencia de la autonomía de la voluntad, la constantes intervención del Estado y por supuesto la presión impositiva de quienes dar trabajan y generan empleo, son claros indicadores de la demolición de la cantidad de trabajo que se materializa en el empleo.

Mas allá de estos indicadores, los gobiernos de turno destruyeron el empleo y la mano de obra calificada, como fueron apartando de la ruta de la educación laboral e insertándolos en un mundo de pedir y recibir, sin dar nada a cambio. Éste es el problema de
nuestro país, un país con pleno trabajo, pero con un empleo completamente destruido.

El problema del empleo en Argentina tiene inicios en una legislación reguladora del mercado del trabajo que no regula ni beneficia a quienes debería beneficiar, sino que acompaña y socorre a un puñado de personas que ellos mismos se benefician con los que generan producción.

Los sindicatos, éstos son quienes, en detrimento de los trabajadores, calientan sus puestos y hacen del trabajo un conflicto eterno sin cumplir con sus objetivos.

Ahora bien, cuáles son los objetivos de un sindicato. Proteger al trabajador, capacitarlo, aggiornarlo y alejarlo del conflicto, situaciones que, ninguna sucede. Esto destruye el empleo.

Los sindicatos regulan los salarios mediante escalas salariales que contienen un básico de convenio. Este básico, de cada convenio, jamás fueron revisados, sino que fueron incrementando mediante porcentajes anules con un sistema de paritarias que ya quedó obsoleto y sin sentido, motivo por el cual, los últimos cinco años, ningún trabajador recuperó su poder de compra en 30 días consecutivos.

Del otro lado de la vereda, las cámaras empresariales, algunas de las cuales sólo piensan en un avance sistemático de supresión de derechos careciendo de una modernización y actualización a los tiempos que corren, y por supuesto, grupos minoritarios que se financian con el trabajo de otro.

Acá podemos ver cómo el trabajo, que debería regular al empleador y al trabajador, únicas dos partes de un contrato de lo destruyen desde afuera, arengando a las únicas dos partes al eterno conflicto y echando por la borda en detrimento de uno y de otro y claro está, en destrucción del mercado laboral, sumado a las intervenciones estatales con regulaciones inconstitucionales y vaivenes innecesarios que el mercado mismo jamás demandó.

El trabajo predomina en Argentina y quienes asesoramos, analizamos y vivimos de ello, lo visualizamos. El problema es el empleo que está destruido o lo destruyen por omisión de políticas públicas y por la acción de otras políticas asistencialistas que no producen y dañan la matriz empleadora.

El trabajo, como lo conocemos, genera un empleo, hoy, en negro, un enorme problema de empleo. Éste supera, en la actualidad, el trabajo registrado, el empleo ya perdió todas sus características y las escalas salariales de convenio han perdido valor frente al poder de compra de los laburantes y emprendedores.

Los que analizamos y vivimos en el mercado del trabajo y lo queremos transformar en desarrollo productivo, miramos a la modernización, la 4° revolución industrial y la revolución tecnológica como una movida que Argentina, claramente, le escapa porque no se animan a dar el debate de la actualización de las leyes laborales, la reforma laboral a lo que pide el mercado del trabajo.

Al no dar ese debate hoy tenemos 5 millones de empleo privado y 6 millones de trabajadores en negro, el trabajo en negro se comió el trabajo en blanco.

El mundo atraviesa una nueva revolución tecnológica con cambios vertiginosos que suceden en casi todos los ámbitos de la vida humana, cuya velocidad y originalidad sugiere que la llamada cuarta revolución industrial no es la mera continuación o profundización de las tres anteriores. No hay suficientes profesionales formados para atender las demandas del mercado laboral: las empresas buscan trabajadores con una formación específica en los últimos avances tecnológicos, como científico/analista de datos, responsable de datos, técnico en gestión de sistemas cloud o especialista en inteligencia artificial.

Juan Pablo Chiesa, Columnista en MDZ online.

La libre y sana competencia produce que el empleo sea de calidad y el trabajo productivo para el desarrollo económico y social de los individuos y de una comunidad, sea efectivo.

Juan Pablo Chiesa es abogado especializado en Empleo y Políticas Públicas, escritor, docente y presidente de Aptitud Renovadora.

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