Alimentos

El precio de la carne: el impacto de la sequía y la situación de los ganaderos

Aunque durante mucho tiempo fue noticia por los elevados costos, la carne hoy no aumenta al ritmo de la inflación. En un contexto de alta suba de precios, restricciones a la exportación y sin pasturas por la falta de lluvias, existe sobreoferta en el mercado.

Diana Chiani
Diana Chiani lunes, 19 de diciembre de 2022 · 13:01 hs
El precio de la carne: el impacto de la sequía y la situación de los ganaderos
Foto: Gobierno de Mendoza

El fenómeno climático de La Niña ha traído, entre otras contingencias, una sequía que ha impactado en todo el país y a diversos sectores productivos. En especial en la ganadería en donde se ha observado una importante baja en el precio debido a la sobreoferta existente.

A las dificultades para exportar, se suma la necesidad de “deshacerse” de los terneros debido a la imposibilidad de alimentarlos por la falta de pasturas.

Dicha escasez para alimentar al ganado les trae dificultades para quedarse preñadas primero y para que sus terneros coman, después. De ahí la necesidad de venderlos con el consecuente impacto en la baja de precios; en especial en la cadena primaria que ve cómo su producto se devalúa en comparación con lo que sucede en los mostradores.

En un contexto de inflación del cien por ciento anual, el precio de la carne no ha subido al mismo ritmo del resto de los productos y en la actualidad se encuentra relativamente “barata”. Sin embargo, desde el sector advirtieron que se han producido subas que nada tienen que ver con la primera pata de la cadena a la que, entre otras problemáticas, les limitan las exportaciones con el objetivo de sostener un precio accesible para los argentinos; algo que no sucede de todas maneras.

La sequía ha afectado de maneras desiguales a las distintas zonas ganaderas y mientras en la ganadería de terrenos áridos que se cultiva en Mendoza, el impacto de la falta de agua se ha dado este año; en las zonas húmedas de Buenos Aires, Entre Ríos y La Pampa las lluvias han mermado a la mitad durante los últimos tres ciclos ganaderos.  

Falta de pasturas

Ramiro Labay es presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Agricultura de General Alvear. Allí se lleva adelante una ganadería de zonas áridas, acostumbrada a las pocas lluvias con ganado que se cría en campos naturales. En este contexto, el dirigente explicó que este año no se registraron lluvias ni en primavera ni en otoño, que son las que riegan las pasturas de invierno y verano. Al no crecer pasto, las vacas no tienen estado corporal para quedarse preñadas durante la primavera.

En el caso de poder parir, aparece la dificultad de alimentar las crías. Por un lado, como las madres no tienen resto para amamantarlos, se los detesta de manera precoz con la escasez de pasturas para esos animales.

Esto también sucede en la ganadería de la pampa húmeda, debido a que alimentar a los terneros con forraje artificial –en un contexto de inflación y de dólar soja que impactó fuerte en este tipo de suplemento- es demasiado costoso.

Ante la dificultad de mantener a los animales, los productores deben forzosamente vender su hacienda con el consiguiente impacto en precios. Horacio Salaverri, presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) sostuvo que tanto la ganadería de leche como la de carne tiene problemas para alimentarse. “Esto hace que el productor que no tiene campo envíe al animal al mercado”, sostuvo.

Tanto él como Labay se sumaron a las palabras de José Colombatto, presidente de la Federación Agraria delegación Entre Ríos, al afirmar que de esta manera queda demostrado que el sector primario nada tiene que ver con la situación de los productores sino que los precios se forman en el mostrador. Por lo que las regulaciones a la exportación, al final no tendrían impacto real en la mesa de los argentinos. “La hacienda en pie baja y en la góndola sube”, resumió Colombatto.

Exportaciones en baja

La sobreoferta de carne en el mercado también está relacionada con la baja de las exportaciones, de la mano de las restricciones para vender al exterior (siete cortes populares (asado, vacío, tapa de asado, falda, nalga, matambre y paleta). El menor consumo de China, en tanto, es otro agravante a la hora de colocar la carne afuera. Esto ha provocado lo que los ganaderos denominan una “tormenta perfecta”, que se suma a las disparidades cambiarias y a las restricciones a la exportación.

En este contexto, aunque existen herramientas de mitigación de riesgos, así como cierta aceptación de los problemas climáticos en un ámbito que siempre ha dependido fuerte de la meteorología, la larga sequía más el contexto macro han vuelto crítica la situación. “Necesitamos que la emergencia agropecuaria no se demore porque los productores no aguantan más”, cerró Colombatto.  

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