Opinión

Riqueza, pobreza y sistema tributario

Existe una idea errónea y muy difundida sobre por qué crece la pobreza. Lo mismo con los impuestos: que los ricos no pagan, que hace falta distribuir. Lo que se necesite es crear más riqueza. Un análisis a fondo.

Martín Litwak sábado, 25 de diciembre de 2021 · 08:33 hs
Riqueza, pobreza y sistema tributario

Por Martín Litwak (@MartinLitwak)

Existe la idea, por desgracia bastante extendida, de que la culpa de que haya pobres es de los ricos, y que por ende uno de los mayores problemas que enfrenta y debe resolver la sociedad, es la desigualdad (no la pobreza, no la falta de movilidad social).

Al mismo tiempo, también se encuentra generalizado el concepto de que los ricos pagan pocos impuestos y que -para resolver estos dos temas- no hay nada mejor que la redistribución de los ingresos y/o de la riqueza a través de la mal llamada “justicia social”.

Si nos detenemos a pensarlo unos minutos con algo objetividad y sin fanatismos, observaremos que los sistemas tributarios modernos ya no apuntan a recaudar fondos para el financiamiento de los Estados sino a esto, es decir, a sacarles a algunos para darles a otros, a igualar hacia abajo.

Quizás el mejor ejemplo de esto sea el impuesto a las ganancias sin un “flat rate” que, llevado al extremo, tiende ni más ni menos a igualar el ingreso neto de las personas. Y un impuesto a las ganancias donde los que ganan más pagan más no solo porque una misma tasa o alícuota llevaría a ello, sino porque además son castigados con tasas o alícuotas más altas, es más a fin a un sistema socialista que al capitalismo. Parece mentira que no se hayan levantado tantas voces contra esto aún. Más aún, sería mucho más justificable en una sociedad que apunte al crecimiento, al progreso, etc. que a medida que los individuos sean más exitosos paguen menos impuestos, y no al revés. No solo por los empleos y las demás externalidades positivas que generan para la economía, sino también por un tema de incentivos. Pero claramente no estamos preparados para esta discusión, así que sigamos con la columna…

Otro ejemplo de lo mismo lo constituye el impuesto al patrimonio, que había sido dejado atrás hace décadas por la inmensa mayoría de los países debido a sus enormes e indiscutibles efectos negativos a los que tantas veces nos hemos referido (entre ellos, lo difícil que es de administrar para los pagadores de impuestos, lo poco que recauda, el trato desigual que se da a diferentes activos y el hecho de que desincentiva el ahorro y por ende la inversión y el crecimiento), pero que ahora vuelve a la carga de la mano de la demonización de la riqueza y la cultura del pobrismo tan propios de Iberoamérica.

Más allá de que ambos conceptos, que los ricos pagan menos impuestos y que por su culpa existe la pobreza, son 100% erróneos y muy fácilmente rebatibles, es necesario no bajar la guardia y luchar continuamente contra estos prejuicios que, si bien no son nuevos, encontraron un caldo de cultivo ideal en el mundo post pandémico en el cual nos toca vivir.

Desmentir este relato, surgido en Cuba, Venezuela y otros países de la región en los cuales la izquierda ha copado cultura, educación y academia, es decir, donde viene ganando la batalla cultural y donde por ende maneja la agenda y determina por donde pasa el eje de la discusión política e impositiva, es en realidad sencillo. Lo realmente difícil es terminar venciendo en esta batalla cultural y que los datos, finalmente, sean valorados más que el relato o la épica.

Uno de los grandes obstáculos que tenemos por delante es que desde hace tiempo a la mentalidad pobrista, resentida y envidiosa latinoamericana se ha sumado la culpa de los países ricos, generando así un combo explosivo.

Hasta ahora, los Thomas Shearman y Piketty del mundo, así como la OCDE y las demás organizaciones supranacionales promotoras de la cartelización fiscal han monopolizado la discusión acerca de los sistemas impositivos, y ya es hora de darles batalla. Más que nada, porque tenemos mucho en contra pero también tenemos una cosa muy poderosa a favor: la razón.

Decíamos al comienzo de esta columna que en realidad era sencillo rebatir los argumentos de nuestros “enemigos”, desenmascarar sus mentiras y aquí vamos con dos de ellas:

  • Es falso que hay más pobres en el mundo porque hay más ricos. De hecho, no es cierto que haya más pobres en el mundo. Si algo muestran los números, y no digo con esto que exista una relación de causalidad, es que en los últimos treinta o cuarenta años ha crecido el número de billonarios y se ha desplomado el número de pobres. Estadísticas del Banco Mundial dan cuenta, por ejemplo, de que en 1987 el 35% de la humanidad vivía en estado de pobreza, mientras que había muy pocos billonarios. En el año 2000, la pobreza había bajado al 25%, y el número de billonarios se ubicaba alrededor de los 1.000. Si miramos esos mismos números para 2019, veremos que menos del 10% de los habitantes del mundo viven en la pobreza y que existen más de 2.000 billonarios.
  • Por otro lado, tampoco es cierto que los ricos paguen menos impuestos que los pobres o los integrantes de la clase media.  De acuerdo con información del propio IRS, en los Estados Unidos el 50% más pobre, que solo recibe el 12% del total de los ingresos que se generan en dicho país, paga solo el 3% de los ingresos fiscales del mismo. Del otro lado, el 1% más rico, es decir, los malos de la película reciben el 21% de los ingresos totales generados en el país, pero son responsables del 40% de los impuestos que se recaudan.

La riqueza, como todos sabemos, se crea. No se “redistribuye”. Cuando más riqueza exista, mejor para todos. Mejor para los individuos, y mejor para los Estados.

Evidentemente, estamos ante un tema que da para mucho más que una columna, pero si hemos colaborado aunque más no sea mínimamente para que los tantos queden un poco más claros, me doy por satisfecho. Al menos por el momento.

 

Martín Litwak es abogado tanto en Argentina, como en las Islas Vírgenes Británicas y en Inglaterra y Gales; y se ha especializado en estructuración y preservación de patrimonios para individuos y familias de alto patrimonio, establecimiento de fondos de inversión, tributación internacional y wealthtech. Martín es fundador y CEO de @UntitledLegal y de @Smart_Trusts y director de @1841Foundation. Polémico por su férrea defensa de las jurisdicciones offshore, se define como un abanderado de la competencia fiscal, un defensor de la privacidad y un promotor de la planificación patrimonial. A lo largo de su dilatada carrera profesional, Martín ganó numerosos premios y fue incluido en múltiples rankings de abogados en sus áreas de especialidad. Por otra parte, Martín es docente, conferencista y autor de los libros “Cómo protegen sus activos los más ricos (y por qué deberíamos imitarlos)”, “Paraísos fiscales e infiernos tributarios” y “Planificación Patrimonial para Celebrities”

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