El gran problema del plazo fijo UVA

El argentino promedio es amante del plazo fijo. La facilidad de hacer un par de clics y ya tener el dinero “trabajando” es, sin lugar a dudas, lo más atractivo. Y en el caso del plazo fijo UVA, el hecho de mantener el poder adquisitivo debido a que se obtiene un retorno igual a la inflación acapara aún más la atención.

Sin embargo, quienes invierten en depósitos a plazo fijo UVA no son conscientes del grave problema que conlleva la inversión en esta clase de vehículos financieros.

La baja liquidez puede ser destructiva

El ahorrista que coloca su dinero en un plazo fijo UVA tiene que hacerlo por, mínimo, 90 días. A simple vista, podría parecer poco tiempo, pero, en Argentina, un trimestre puede ser una eternidad.

En solo tres meses, el dólar puede dispararse, lo que afectaría al retorno real de la inversión medido en moneda dura; puede existir una situación económica, política o social que obligue al ciudadano a tomar todos sus ahorros o puede surgir una importante oportunidad de inversión.

De nada sirve obtener un retorno en pesos que esté a la par de la inflación si, al final de cuentas, esa cantidad de dinero compra menos dólares, no puede hacerse efectivo con rapidez o no permite obtener un beneficio de una potencial alternativa financiera.

Al momento de pensar en realizar un depósito a plazo fijo UVA, es extremadamente importante analizar si el dólar puede subir (lo cual es muy probable), si se necesitará el dinero en el muy corto plazo para realizar un pago o si existe otra alternativa de inversión que sea más rentable.

En los últimos meses, la inflación le ganó al dólar, ya que el tipo de cambio se mantuvo relativamente estable, sin embargo, una “disparada” del billete estadounidense puede terminar licuando todo el capital en pesos.

Además, si comienzan a circular rumores de “corralitos” o “Plan Bonex”, el estrés por no poder tomar el dinero de los depósitos a plazo fijo UVA puede terminar perjudicando gravemente la salud.

Y por si esto fuera poco, también hay que considerar que, apuntando al mediano y largo plazo, existen otros instrumentos o vehículos financieros mucho más atractivos, como los fondos comunes de inversión, la compra de acciones o los fondos cotizados, por ejemplo. Lo que quiere decir que, a veces, hay que sacrificar retornos de corto plazo para potenciar los de largo plazo.