El nuevo y desagradable discurso de los dirigentes de la AFA: ¿el interior vs. Buenos Aires?
Como ya no hay más argumentos para justificar el desastre que es el fútbol argentino, buscan enfrentar al interior con Buenos Aires.
Claudio Tapia y Pablo Toviggino, los líderes de un fútbol argentino que se cae a pedazos.
Que River y Boca, los dos gigantes de la Argentina, fueron los más favorecidos en la historia de nuestro fútbol, es verdad. Que los clubes de Buenos Aires siempre contaron con más facilidades, es verdad. Y que en el “fútbol de antes” el interior del país tenía menos protagonismo, también es verdad. Ahora, ¿eso justifica las formas en las que en la actualidad se maneja el fútbol argentino? Absolutamente, NO.
A través de un nuevo y desagradable discurso, ahora los dirigentes de la AFA con Claudio Tapia y Pablo Toviggino a la cabeza, buscan justificar el desastre de gestión que llevan adelante.
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No hay dudas de que el fútbol argentino necesitaba cambios importantes pensando en darles más protagonismo a todos los grandes clubes del país -de norte a sur y de este a oeste-, que a lo largo de la historia sufrieron un fútbol que atendía sólo en la Capital Federal.
El camino siempre fue largo, casi imposible y muchas instituciones del interior del país quedaban en el camino a pesar de los intentos, a pesar de las excelentes gestiones y a pesar de haber brindado todo para conseguir los objetivos. Lograr protagonismo en el fútbol nacional era una utopía.
Al mismo tiempo, el camino para los de Buenos Aires siempre fue más sencillo. La tercera categoría de nuestro fútbol es un ejemplo: mientras que en el Federal A los clubes recorren el país de punta a punta, con todas las dificultades del mundo, en la Primera B Metropolitana se juega entre vecinos. Y el premio es el mismo.
El reclamo del Interior era justo. Modificar los torneos era una necesidad para darle justicia al mapa futbolero de la Argentina.
En ese contexto, tiempo después de la muerte de Julio Grondona, apareció el nombre del dirigente sanjuanino Claudio Tapia para presidir la AFA. Y con él, todo cambió. Pero no fue el cambio esperado, sino todo lo contrario. Al menos en las formas, en el cómo.
A partir de su liderazgo, las injusticias no desaparecieron sino que cambiaron de vereda. Y ese no era el plan que los amantes del fútbol argentino esperábamos y necesitábamos.
Los clubes del poder y los que pueden acercarse a él empezaron a conseguir logros jamás imaginados. No fueron las instituciones gigantes del Interior las que empezaron a crecer, sino que lo hicieron las que mejor supieron relacionarse con el poder. Barracas Central, Deportivo Riestra, los clubes de Santiago del Estero y Deportivo Madryn son algunos ejemplos de ello.
¿Cómo lo hicieron? De una manera absurda y con una impunidad total. Todo, bajo un manto de sospechas, de principio a fin. En la actual gestión, el arbitraje es fiel servidor del poder, los torneos se van organizando en el camino, se determinan ascensos, descensos y títulos en el escritorio, se castiga al que piensa distinto, se somete al que critica, se intenta callar a los que no coinciden con sus formar de actuar. Y todo es un caos.
Y en ese contexto, buscan justificar las malas prácticas con un mensaje que rompe, que divide y que no tiene nada que ver con la realidad: NO es el interior vs. Buenos Aires. Es la soberbia y la impunidad del poder contra quienes queremos un fútbol justo. Con errores y virtudes de sus dirigentes, pero con buenas intenciones, con justicia, con la pelota como única protagonista.
Que las reglas sean claras, que las oportunidades sean las mismas, que no existan amigos y enemigos del poder. Que gane el mejor, sea de Buenos Aires o del Interior. Es por ahí.
