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Hambre y pérdidas: la dura historia del taekwondista argentino que estará en París 2024

Los padres de Lucas Guzmán no comían para financiar los viajes de su hijo y su madre falleció en 2019. Se aferró a Dios, clasificó a París 2024 agónicamente y ahora irá por su sueño.
Lucas Guzmán buscará una revancha personal de Tokio 2020. Foto: PATU
Lucas Guzmán buscará una revancha personal de Tokio 2020. Foto: PATU

La delegación argentina tendrá 136 atletas en los Juegos Olímpicos de París 2024 que se desarrollarán entre el 26 de julio y el 11 de agosto próximos. En el taekwondo habrá solo un representante nacional, en la categoría -58 kg. Se llama Lucas Guzmán y cuenta con una historia de vida inspiradora, como muchos deportistas que han dejado cosas de lado para alcanzar sus sueños. Estuvo a una sola pelea de colgarse la medalla de bronce en Tokio 2020 y ahora irá por su revancha. Su familia dejó de comer para sustentar su carrera y luego de la pérdida de su mamá, en 2019, se aferró a la fe.

Con su esposa Brenda y su hija, Sirín Aitana. (Foto: @lucastkd94)

El 17 de julio de 1994 nació en Merlo, provincia de Buenos Aires, Lucas Guzmán. Lo hizo en una familia que respiraba deporte: su padre Eduardo había sido parte del seleccionado argentino de taekwondo y su mamá, Elizabeth, era profesora de educación física. Lucas comenzó a practicar el arte marcial por cuya pasión había heredado de su papá, y entrenaba en el gimnasio Libertad, a unas cuadras de su casa. Pero la inseguridad de las calles y el frío insoportable de las caminatas hicieron que la familia Guzmán se replanteara la situación. Por eso, cuando Lucas Guzmán tenía 17 años, decidieron apostar con todo lo que tenían por un entorno más seguro que ayudara al sueño del chico.

En 2011 fundaron un gimnasio en su propia casa, para que Lucas no tuviera que someterse a ningún riesgo y evitar noches frías o peligrosas. Y para que pudiera entrenar a toda hora. Se llamó la Academia Sung-do y era un gimnasio de 10 x 10. A los Guzmán no les sobraban recursos, pero priorizaron los sueños de su hijo. “Durante muchos años invertimos todo nuestro dinero en construir ese espacio dedicado al taekwondo. Todavía tiene muchas cosas por terminar, pero es de gran ayuda para mis entrenamientos y para otros chicos y chicas”, expresó alguna vez el protagonista, sobre lo que luego se convertiría en una plataforma de crecimiento para otros atletas.

El gimnasio se volvió una academia y otros taekwondistas acudían para aprender técnicas y recursos de alto rendimiento que los condujeran “al tope todo su potencial”. Pero no por eso la economía familiar de los Guzmán había mejorado. Lucas reveló una vez que sus viajes y su camino como atleta amateur significaron un enorme sacrificio para su familia: “Mi padres se esforzaron mucho. Muchas veces hacíamos rifas, comidas, bailes, de todo para sustentarme la carrera. Y en algunas ocasiones en las que yo estaba de viaje a mi familia no le alcanzaba para comer, porque mis traslados eran muy costosos. De eso estoy muy agradecido, y jamás voy a olvidarlo”.

"Te amo má, nos vemos en la eternidad. Gracias por tanto", escribió Guzmán. (Foto: @lucastks94)

Pero el esfuerzo dio rédito y Lucas empezó a cosechar victorias y reconocimientos. Ya había “explotado” en los Juegos Olímpicos de la Juventud en Singapur, en 2010, con una medalla de bronce, mas nuevas alegrías estaban por llegar. A los 20 años, Guzmán terminó quinto en el Mundial de Rusia y alcanzó el 6º puesto del ranking olímpico de su categoría (hasta 58 kilos). Después, acumuló tres medallas (entre 2014 y 2018) en los campeonatos Panamericanos y fue bronce también en Toronto 2015. Pero en 2019, a los 24 años, Lucas sufrió el fallecimiento de su madre y su carrera corrió peligro. “iba a dejar todo por lo que sucedió con mi mamá y quería estar con mi familia”, reconocería más tarde sobre aquella época.

Pero hubo algo que ayudó a que el taekwondista se repusiera. Se aferró a la fe y halló en la religión su consuelo; por eso, desde entonces, sus triunfos son dedicados a su madre con una mirada al cielo tras el combate. “Algunos usamos los huracanes más fuertes para impulsarnos adelante. Sé que Dios está conmigo y va delante de mí. No tengo dudas de que todas las cosas que pasan, son para bien”, sostuvo. En el Mundial de Manchester 2019 terminó 3º y consiguió el quinto podio para Argentina en la historia de la disciplina. Fue solo meses después de la pérdida de su madre, y Guzmán la tuvo presente en todo momento. Confesó: “En los últimos 15 segundos del combate contra Mikhail Artamonov, el ruso se me venía y pensé en mi mamá, en todo lo que ella había peleado hasta el final, y me dije: `voy a dejarlo todo, al 100 por ciento, y no va a ganarme´”. Y así fue.

Tokio 2020 fue una gran experiencia para Guzmán, que se quedó al borde del bronce. (Foto: archivo)

Después, pudo colgarse la medalla dorada en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 y se ganó participar de sus primeros Juegos Olímpicos. En Tokio se quedó a un paso del bronce, pero tuvo una muy destacada actuación. Le ganó en su debut al irlandés Jack Woolley con una patada agónica y en los cuartos de final batió al 3º del mundo, el iraní Armin Hadipour. Pero dos derrotas luego lo dejaron al filo la que hubiese sido la cuarta medalla para Argentina en Tokio 2020. Por eso, Lucas Guzmán buscará en París 2024 su propia revancha. Clasificó de forma agónica: en las semifinales del Preolímpico de Santo Domingo, República Dominicana, conectó a falta de ¡4 segundos! una patada ante el canadiense Braven Park que fue revisada durante más de un minuto por los jueces. La juzgaron válida; y Guzmán se impuso con parciales de 3-3, 1-1 y 5-2. ¿Podrá su participación en París ser igual de épica?