Díaz Acosta, el gran campeón del Argentina Open: las tres claves de su triunfo ante Jarry
El argentino cerró la mejor semana de su carrera con el título en el ATP 250 de Buenos Aires. Invitado al torneo, demostró cuál es el libreto indicado para anular al potente chileno.
No habrá persona más feliz en este mundo que Facundo Díaz Acosta. El zurdo argentino, de 23 años, jugó el mejor partido de su vida, por contexto y nivel, para derrotar en una clase de tenis a Nicolás Jarry por 6-3, 6-4. Se llevó el Argentina Open sin ceder sets. Explotó todos sus recursos y se llevó la ovación del Buenos Aires Lawn Tennis Club. Un “Olé, Olé, Olé, Facu, Facu, Facu” que jamás olvidará.
En el tenis hay pocas cosas más satisfactorias que convertirse en profeta en su tierra. Ganar en casa tiene ese no sé qué tan especial: el público apoyándote, tu familia en los palcos, nada más lindo que ese plan. Sin embargo, eso puede transformarse en un presión extra, de hecho debería ser lo normal para un ‘novato’ como Díaz Acosta en una final ATP, pero el zurdo no conoce de protocolos.
Pupilo de Mariano Monachesi, exhibió una brillantez táctica de principio a fin y atravesó el sacudón del principio. Sacó 0-40 en el primer game, jugando muy atrasado. Zafó, se puso 1-0 y todo cambió por completo. Desde ese momento tomó la cancha y empezó a soltar el tiro más importante del partido y una de las claves: 1) la derecha cruzada y con mucha altura.
Consciente de los nervios de Jarry, candidato por jerarquía y por su victoria en semifinales ante Carlos Alcaraz, apostó a los rallies largos. Esa zurda profunda, con ‘rosca’ y pique muy alto le quitó piernas al chileno, que arrastraba dos partidos de más de dos horas. Saque abierto, dos o tres drives al revés y una paralela si era necesario, porque en reiteradas ocasiones el chileno erró antes. La incomodidad del verdugo de Alcaraz era notoria; de vez en cuando soltaba sus tiros pero bajó su intensidad y movilidad.
2. Si el punto se extendía a más de cuatro o cinco impactos, siempre con dominio de Díaz Acosta, el argentino recurría al drop shot. Si bien la volea del pupilo de Juan Ignacio Chela es realmente buena, correr hacia adelante no es su fuerte -pesa 90 kilos y mide 1,98 cm- y muchas de esas dejadas fueron ganadoras.
En el segundo set, el partido entró en un túnel en el que Díaz Acosta ganaba sus games de saque con cierta comodidad, pero no podía conseguir el doble quiebre. Estuvo muy cerca de pagarlo al final, pero la enorme estabilidad emocional de este domingo y de toda la semana lo sacaron adelante.
3. Nunca le tembló el pulso. A medida que avanzaba el partido, lo único que podía traicionar al increíble nivel de Díaz Acosta eran los nervios para cerrarlo. 5-4 arriba con su saque salvó un break point (6/6) en el resto de la final y necesitó de SEIS match points para cerrarlo. Nunca salió de su libreto y su tranquilidad sorprendió y fue digna de aplaudir.
El zurdo se convirtió en el sexto campeón local del ATP 250 de Buenos Aires: Guillermo Coria (2004), Gastón Gaudio (2005), Juan Mónaco (2007), David Nalbandian (2008) y Diego Schwartzman (2021). Además, se sumó a David Ferrer (2014) como los únicos Wild Cards en levantar el título en el Buenos Aires Lawn Tennis Club.
“Dale campeón, dale campeón”. Díaz Acosta saludó a su rival, miró al cielo y, con el público coreando su nombre, cayó en la realidad: es el gran campeón del Argentina Open, el Mate será suyo y su carrera ya no será la misma.