El momento dorado del fútbol de Mendoza, capítulo mil
El ascenso de Gutiérrez al Federal A en Córdoba escribe una página de un presente sin precedentes. A disfrutarlo.
Un tipo que peina canas tiene la radio pegada a la oreja y sigue atento lo que pasa con Gutiérrez a la distancia. Es de Maipú, ese tipo, y mientras aguarda por la aparición de su equipo, no quiere perderse qué pasa con los primos y la chance de poder ascender de categoría: "Ojalá que puedan subir nene, por el bien del fútbol mendocino", dice, dejando la rivalidad a un costado del alambrado y ponderando por ver a los nuestros en el pedestal.
El Celeste lo terminó haciendo, y por eso, ese fana cruzado, en algún punto hasta que se alegra, porque es triunfo de Gutiérrez pero en realidad es triunfo de Mendoza, una vez más. La provincia mete un nuevo equipo en las principales categorías del fútbol nacional y la marca empieza a tener el sello con la R de registrada dentro del círculo.
Quizás, para ese hincha mayor, gozar de una próspera actualidad sea algo más cotidiano porque él, como los de su era en blanco y negro, se acostumbraron a ver a los nuestros marcando gesta en cada rincón de la República. Nosotros, los que estamos un poco más acá en el tiempo, digo, no tuvimos esa suerte. Nuestro escenario fue el de canchas chúcaras y resultados adversos. Cuánta agua turbia pasó por abajo del puente, cuánta ñata contra el alambrado viendo festejos ajenos. Hasta hoy.
Godoy Cruz lidera en Primera con puntaje perfecto y en un puñado de días traerá nuevamente la Copa Libertadores, esa a la que antes accedíamos en la Play. Independiente Rivadavia ascendió y le juega de igual a igual al que se le ponga delante, como si llevase una vida en la elite. Maipú y Gimnasia ya son dos clubes respetados en la Primera Nacional, y se los toma de banca en cada fecha. San Martín, Huracán Las Heras, y ahora Gutiérrez, se preparan para arrancar con un nuevo sueño en el Federal A. Todo, dentro de las mismas hojas del calendario.
Eso es Mendoza. Después, claro, está la pasión y el folclore interminable que hace de la rivalidad un arte. Por eso bienvenida la gastada en el café el lunes en la mañana, o más actualizado en la era 2.0, el meme en el grupo de WahttsApp para burlar al compadre que defiende los colores rivales. Pero en el fondo, a los futboleros, a nosotros, nos alegra verlos a todos brillar. No es Gimnasia o la Lepra, ni Gutiérrez o Maipú; tampoco el Víctor y Mémoli contra los de ahora. No es lo de antes por allá y lo de ahora por acá, es este presente perfecto en que todos, a su manera, pueden despertarse con una sonrisa después de cada fecha para aguantar un país que ayuda poco y nada. Ojala que dure para siempre, y sino, a sonreírle en el mientras tanto.