Entrevista con MDZ

Silvina "Piti" D'Elia: "El hockey me dio todo, hasta a mi hijo"

En un mano a mano con MDZ, la ex Leona Silvina D'Elía habló de todo: su familia, el hockey, el seleccionado argentino, la gloria del pasado, y el presente con 'Charo' Luchetti y Tomy, el hijo de ambas, que hoy disfrutan del día a día en Mendoza. "Nunca voy a dejar de extrañar jugar al hockey", dijo.

Juan Andrés Tuzzi
Juan Andrés Tuzzi jueves, 30 de marzo de 2023 · 07:10 hs
Silvina "Piti" D'Elia: "El hockey me dio todo, hasta a mi hijo"
Silvina D'Elía y Rosario Luchetti, junto a su hijo Tomy. Foto: Rodrigo D'Angelo / MDZ

“El hockey me dio todo, al hockey yo le debo mi vida”.

En cualquier mano a mano o entrevista con un deportista, esta frase puede sonar algo normal, simple, que transita por lugares comunes o que, incluso, es parte del “cassette”. No es la primera ni la última jugadora que puede decirla, así, como lo dijo ella, con total convicción.

Son muchos los deportistas que, desde que tienen uso de razón practican una disciplina que luego los vio triunfar, ganar trofeos y, por ello, es inevitable que estén convencidos de que el deporte les dio todo. Incluso, que forjó sus valores, que los formó como persona y que, jamás podrían imaginarse realizando alguna otra actividad para sobrevivir.

Pero en este caso hay algo más. No es “cassette”, no hay lugares comunes, no hay frases hechas. Es la pura realidad. Una realidad que, desde el “día uno”, Silvina “Piti” D’Elía se anima a compartir, a contar, a exteriorizar, a sacar de las cuatro paredes de su casa para que el mundo sepa que vale soñar, porque los sueños se cumplen.

Su vida se resume en eso. En sueños cumplidos. Y los sueños cumplidos traen felicidad y paz. Y así vive hoy. Feliz, en paz, y alimentando esos sueños día a día. Para que todo fluya como hasta ahora.

Se dedicó al hockey sobre césped, triunfó, fue campeona de todo, y se propuso formar una familia con quien compartió casi todos sus logros, con una compañera de batallas dentro de la cancha, que se convirtió en compañera de batallas fuera de la cancha: Rosario “Charo” Luchetti.

Y, como si los sueños alcanzados en el deporte fuesen pocos, también soñaron a lo grande fuera del juego, y le dieron vida al trofeo más grande que podían llegar a imaginar, su hijo Tomás, que hace algunos días ya cumplió su primer añito.

Hoy, para ellas, todo es felicidad. Se alimentan del recuerdo que dejaron los éxitos dentro de la cancha, y de un presente entre pañales, mamaderas, juguetes y el maravilloso mundo de ser madres y de haber formado la familia que soñaron.

Y, en ese contexto, es que “Piti” recibió a MDZ en su casa, para hablar absolutamente de todo y, por supuesto, compartir todo lo bueno que le pasa hoy.

¿Cómo estás, Piti? ¿Cómo es tu presente hoy, en lo profesional y en lo personal?
Bien, muy bien. Disfrutando mucho de la vida mendocina ahora y siempre ligada al hockey. Muy contenta. Estuvimos en Bélgica el año pasado, tuvimos una propuesta del Daring, un club de Bruselas, por dos años. Estuvimos tres meses porque la experiencia no fue del todo buena y porque quizás nos mostró, a nosotras como familia, que quizás queríamos otro rumbo y otras cosas. Teníamos, por suerte, nuestra casa ya construida, así que decidimos volver a Mendoza a criar a Tomy con su familia, primos, abuelos. Así que hemos vuelto para acá. Yo estoy a cargo de las divisiones del club Marista desde la Sexta para abajo. Muy contenta porque es como que siento que estoy en mi lugar, disfrutando con mi familia y siempre ligada al hockey, que es lo que me apasiona.

¿Qué significó la llegada de Tomy y cómo fue la decisión de venir acá a Mendoza, de convencer a Charo de venir acá?
La verdad que por suerte fue más iniciativa de ella. Como que la pandemia nos encontró entrenando en un departamento, en un balcón, corriendo en una cochera y fue como ‘uf, pará, ¿queremos esto de nuestra vida?’. Y bueno, salió la oportunidad de comprar un terreno en Mendoza. Nos construimos la casa. Y como que, de repente, vinieron un montón de cambios, porque ahí al toque decidimos hacer el tratamiento para que venga Tomy. Él estaba planificado para el 2018. De hecho, habíamos hecho todas las tratativas con la obra social y demás. Pero bueno, después vino el llamado del Chapa, que nos volvió a llamar al seleccionado a fines del 2018. Y fue como ‘uf, ¿qué hacemos? ¿Volvemos o hacemos el tratamiento?’. Y volvimos, porque creímos que era una oportunidad única. El cuerpo ya más grande no nos iba a dar para jugar, así que lo aprovechamos y bueno, volvimos al seleccionado. Después vino la pandemia y el año pasado nació Tomy. Muy deseado, muy buscado. Así que súper contentas. Y acá está él.

Piti D' Elía. Foto: Rodrigo D'Angelo / MDZ

¿Cómo fue ese último llamado, porque si bien era algo especial, para cerrar una etapa gloriosa con Las Leonas, también las obligó a postergar la llegada de Tomy?
Fue un sueño cumplido como para cerrar una etapa absolutamente gloriosa, por decirlo de esa manera. Pero también nos hizo esperar la llegada de Tomy.. Como que no lo esperábamos. Pero fue lindo para cerrar una carrera linda, larga. Lo único malo quizás es que nos enganchó el covid. Entonces no pudimos retirarnos en Tokio como queríamos. Pero bueno, hizo esperar a Tomy. Pero de todas maneras, esos años que tuvimos que esperar para hacer el tratamiento los disfrutamos mucho. Somos muy de vivir el momento. Y después, cuando hicimos el tratamiento, obviamente que existe un poco de ansiedad, porque no es de la forma natural que uno tiene un hijo, entonces que hay que ir a hacer la implantación y esperar a ver si quedamos o no quedamos, y si no quedamos qué hacemos. Hay que esperar un tiempo para volver a hacerlo. Entonces, por suerte hicimos la implantación y al tiempo la doctora nos llamó y nos dijo que había dado positivo y acá está el. El martes pasado, el 7 de marzo, cumplió un año, y fue un doble festejo. Obviamente vinieron los abuelos desde Buenos Aires, así que acá estamos.

¿Y la vida en Mendoza, hoy, el día a día, entre Marista, tu casa, Charo y Tomy?
Es lo más. La verdad es que después de haber estado tanto tiempo afuera, porque estuve entre 15 y 17 años afuera de Mendoza, volver acá, tener la posibilidad de tener nuestra casa propia, es lo más. Yo trabajo en el Club Marista, que es a tres minutos de acá, puedo estar a la mañana con Tomy, porque Charo va a la oficina, es corredora inmobiliaria, y a la tarde, al revés. Yo me voy al club y ella se queda con él. La verdad es que siempre decimos que somos unas privilegiadas y nada, estamos disfrutando mucho. Hoy vamos a ir a comer a la casa de mi mamá, de la abuela. Ellos, por suerte, también están disfrutando mucho a Tomy, disfrutando a los primos. La verdad que la vida acá es diferente. Uno cree o idealiza el vivir en Europa, como nos pasó con la propuesta que teníamos de Bélgica. Y viste, cuando decís: “Pará, ¿qué estamos priorizando? ¿Por qué queremos tanto o idealizamos tanto afuera si tenemos todo acá?’.

Bueno, pero quizás es el momento de tu vida, no es que te arrepentís del ritmo de vida que tuviste como deportista de altísimo nivel y esos años que estuviste afuera…
No no, claro. Yo siempre digo que, a la edad que yo viví en Buenos Aires o me tocó jugar en Madrid, nos fuimos a Suiza también, como que es la mejor edad. Yo me fui de acá a los 19, 20 años y volvía a las 35, 36. Entonces, creo que la mejor edad para mí, para vivir en grandes ciudades, aprender a vivir sola, fue esa. Y estuvo bueno. Ahora, que yo tengo 36 y Charo 38, creo que ya está, ya lo hicimos. Ahora es esa edad o es momento para nosotras como familia de otra cosa, de asentarnos, de encarar nuestro futuro.

Bueno, y Charo también está feliz, me imagino. Fue muy importante para ella la decisión de venir a Mendoza…
Sí, la verdad que sí. En Buenos Aires vivíamos en departamento, que es normal y, nada, acá tener la suerte de poder tener un jardín, una pileta, la montaña… Obviamente que extraña a los papás, a sus hermanos, amigas, su club, pero nada, fue su decisión, por suerte, no es que yo la traje, ja.

¿Hay algo que extrañás de toda esa vida que pasó y que ya cambió, de ese día a día con Las Leonas, con tus equipos?
Siempre se va a extrañar. Siempre se va a extrañar la cancha. Nosotras a veces decimos ‘che, jugamos un año más, probamos’, y como que a veces creo que es el deseo de uno de volver a sentir eso que sentíamos en la cancha, de no perderlo, de que siga. Pero creo que está también la madurez de saber diferenciar y decir ‘no, hoy no estoy para eso’. La verdad es que, por ejemplo, no estoy para tres veces por semana entrenarme, aparte del gimnasio, porque con la edad de uno ya empiezan los dolores y entonces, hay que entrenarse más, cuidarse y creo que es una etapa que ya fue, ya pasó. A mí personalmente me encanta enseñar, estoy desde ese lado. Yo sigo a las chicas por las redes y veo a los viajes, el día a día en el hotel, los entrenamientos, los partidos y es algo que, el que lo vivió, como que nunca va a dejar de extrañarlo, pero está bueno también cortar ese cordón. Fue una etapa de la vida espectacular que me dio de todo. Al hockey yo le debo mi vida, pero ya está.

Piti y su hijo Tomy.

¿En qué te transformó el hockey, todos esos años de carrera, y cuáles son los recuerdos más lindos que tenés de toda esa época?
Mirá, yo siempre digo que el hockey me dio hasta mi hijo, porque yo la conocía a Charo por el hockey, conocí muchos lugares, mucha gente, me formó, me formó como persona, el saber trabajar en equipo, en ser respetuosa, en que para lograr algo uno tiene que hacer esfuerzos, que no es todo fácil, que el camino de lo que uno sueña sea como deportista o lo que sea tiene muchas cosas duras y muchas cosas lindas. Yo le debo todo. El otro día veía un posteo de Vicky Granatto, que es muy amiga mía, la hermana de Majo, en el que ella decía: “Al hockey le agradezco todo”. Y abajo ponía “Pero en serio”. Y es así. Realmente le debo todo, le debo mi casa, los lugares que conozco en el mundo, la gente que conozco en el mundo. Pude jugar en Suiza, en Bélgica, en Madrid. Fui a Nueva Zelanda. Y no solo por los lugares, sino de la gente. Mismo en Argentina conocés chicas de todas las provincias. Hay un montón de lugares en nuestro país que valen un montón. Por ejemplo, hace una semana estuvimos en La Rioja que no conocía y viste cuando decís: ¡Pucha, yo pensé que La Rioja era nada que ver’. Y fui, conocí, me volvió loca porque a mí me encantan las ciudades más chiquitas con paisajes en la montaña. Ahí no la conocía La Rioja, no conocía su gente, sus costumbres. Y tengo la posibilidad de hoy seguir desde otro lugar, yendo a conocer. Siempre, por el hockey. Estuvimos dando una clínica, un congreso de género, de deporte, de diversidad, que me parece que está buenísimo. Como que le agradezco siempre al hockey todo lo que me dio. Entonces trato de devolverle un poquito.

¿No te ves, como Charo, trabajando en otra cosa?
No, no, no. Chari dijo ‘no, no, yo quiero descansar un poco’. Entonces se dedicó a su carrera, que le encanta, pero yo no me veo. No, no me veo afuera de una cancha de hockey. De hecho, no siento que sea mi trabajo. Yo siempre lo hablo con mis amigas, médicas, psicólogas y siempre digo: ‘Mi trabajo fue estar en una cancha con el cielo de techo, de oficina’. O sea, por suerte nunca tuve que tomarlo como un trabajo, sino que es como un hobby y hoy vivo de eso.

Jugaste finales, partidos importantísimos, un montón de años de carrera y demás.. ¿fue más difícil tomar una decisión rápida en una cancha o el día a día como mamá de Tomy?
El otro día estábamos viendo el Torneo Vendimia y estaban las chicas y les decía: “Creí que lo más duro que me iba a pasar era jugar una final del mundo u olímpica, hasta que fui mamá. Y ahí dije: ‘Uh, no, un partido de hockey, si ganás, perdés, es lo mismo’. Es un trabajo duro, pero lindo. Además, Tomi no nos daba ni trabajo.

¿Cómo ves a Las Leonas hoy, que ya te toca verlas de afuera? Ustedes dejaron la vara muy alta y eso muchas veces es complicado...
Sí, la verdad. La vara alta la pusieron Las Leonas del 2000. Justo el otro día en La Rioja estuvimos con Inés Arrondo y ella contaba la historia de cómo fue la creación de Las Leonas. Desde el 2000, que ganaron la medalla de plata en Sidney, Las Leonas nunca más se bajaron de un podio. Entonces yo creo que desde esa generación empezaron a poner al hockey femenino en lo más alto. Por suerte después todo lo que fueron transmitiendo para abajo se fue haciendo. Por suerte se fueron repitiendo los logros y yo creo que las chicas hoy tienen esa “presión”, llamémosla de alguna manera. A veces suena mal esa palabra, pero no, porque también es lo que te hace seguir entrenando a full, a seguir estando ahí encima de todo, seguir compitiendo con la de al lado. Y yo creo que las veo re bien a las chicas. De hecho, en el último Mundial salieron segundas contra un rival durísimo que sabemos que es Holanda, que siempre es de los mejores. Pero creo que están laburando muy bien. Cambiaron el cuerpo técnico, cambiaron muchas jugadoras, hay muchas jugadoras nuevas y eso me parece que va a ser muy bueno para lo que proyecta el cuerpo técnico, que son los Juegos Olímpicos del 2024, que creo que a las chicas les va a ir bien.

Charo y Piti, una de las tantas veces que jugaron juntas con la camiseta de Las Leonas.

¿Qué roles fuiste cumpliendo dentro de Las Leonas con el paso de los años?
Pasé por todos los roles. Empecé en el 2003, cuando me llamó Cacho, pero decidí dar un paso al costado. No la pasaba para nada bien, era muy chica, me iba de acá todo el tiempo. Me tocó quedar afuera de los Juegos Olímpicos de Beijing, o sea, fuera del equipo titular, porque viajé a China como jugadora suplente. Después me tocó ir ganándome un lugar. Vino el Chapa, me puso como sus referentes, me tocó jugar en Rosario, ahí era de las más chiquitas, pero me tocaba jugar todos los partidos, entonces era diferente y creo que ya para Londres y el Mundial de la Haya, en Holanda, que fue donde más protagonismo tuve, como vos decís, no solo adentro de la cancha, sino en el grupo. Pero creo que es como algo natural que va pasando. Empezás ganándote un lugar, al principio medio que las grandes te hacen a un lado, te lo tenés que ganar, entrar en los códigos del grupo también, porque si no entrás en esos códigos el grupo no te acepta y creo que uno se lo va ganando también afuera y adentro de la cancha. Entonces terminé, creo, que con un rol de referente.

¿Rosario fue uno de los torneos más lindos que recordás?
Sí, Rosario. Yo creo que fue el más lindo, porque fue en nuestro lugar, con nuestra familia, nuestra gente, tuvimos la suerte de ganar. Lo que vivimos esos días fue fue increíble, aparte, impensado. Terminamos la final del mundo que ganamos y salimos en un micro descapotable y estaba Rosario lleno de gente.

Es especial representar al país y te tocó hacerlo. ¿Qué se siente vestir la camiseta de la selección? ¿Sos de ver otros deportes, te enganchaste con el Mundial de Fútbol por ejemplo?
Sí, sí, me encanta. Lo que me pasó es que, cuando fui a los Juegos, soy muy exigente y como quería estar yo pensando en mi partido, en mi, entonces no era mucho de las que iba a ver a los demás. Pero sí, por tele los veía a todos, al básquet, al handball, al fútbol, al fútbol femenino, ahora a Boca, al tenis. Me encanta, me encanta todo eso. Me encantaría hacer todos los deportes. 

¿Te gustaría que tu hijo se dedique al deporte?
Me gustaría que haga un deporte. Me encantaría que haga deporte y que sea en equipo, pero por lo que he vivido. Pero es una frase medio hecha, en realidad que haga lo que le haga bien y lo que disfrute. Pero me gustaría que se haga un deporte en equipo, el que sea, no solamente hockey.

¿Qué pasa si en este momento de tu vida te ingresa un llamado para que vuelvas a Las Leonas?
No, no, no, nada. Sería lindo para mí que existiera un llamado, pero entiendo que no. O sea, es una etapa, como te decía antes, cumplida. Ya siento que lo que le podía dar y lo que tenía para darle al seleccionado ya se lo di. Obviamente que siempre voy a ser una hincha número uno y una seguidora a full del equipo, pero no. Además, todo lo que significaría una logística de mudarnos a Buenos Aires de nuevo, estar lejos de Tomy, de Charo. Hoy estoy para otra cosa.

¿Cómo ves el hockey en Mendoza? ¿En qué nivel se encuentra?
Yo creo que el hockey de Mendoza creció mucho a partir de las canchas de agua. Siempre fue la provincia número dos del país. En cuanto a la cantidad y calidad de jugadoras que sacó, obviamente comparando con Buenos Aires, que tiene tres o cuatro veces más chicas que juegan. Pero creo que las canchas de agua ayudaron muchísimo, que las fechas más importantes de cada sábado se jueguen ahí me parece muy importante. Sí considero que hay jugadoras de Mendoza que no están a nivel nacional por una mala organización de la Confederación, para mi gusto, porque no es federal. Porque se dice que es federal porque hay jugadoras en muchas provincias, pero en realidad esas jugadoras están porque viven en Buenos Aires. Sería bueno que en realidad viajen los entrenadores a verlas, porque hay mucho potencial acá, mucho potencial, muchas jugadoras de mucho nivel.

¿Has tenido tu etapa críticas con las confederaciones? Siempre has tenido esa rebeldía muy sana, te has involucrado más allá de tu rol como jugadora.
Sí, Está bueno, yo creo. A ver, en nuestro país para mí el que cuestiona es como que a veces está medio mal visto y yo creo que cuestionar y replantearse y decir las cosas a veces, está bueno porque hace crecer. Si desde el otro lado somos abiertos y podemos escuchar. Yo creo que la Confederación no es el caso. No puede ser que, teniendo a la ocho veces mejor jugadora del mundo, hace 20 años o 23 años, en el equipo femenino más ganador de la historia del deporte argentino, la Confederación no lo explote. Es hasta para dudar de la dirigencia.

En el cierre de la nota con Piti, Charo Luchetti se sumó y contó como vive este momento en Mendoza. Una nueva etapa que la tiene alejada de las canchas, viviendo de su actividad como corredora inmobiliaria y disfrutando de su familia.

¿Cómo estás, Charo? ¿Qué tal tu nueva vida en Mendoza?
Sí, este año no agarré ningún equipo, no me quise involucrar porque empecé a trabajar. Soy martillero y arranqué a laburar en una firma inmobiliaria, así que quise dedicarme y poner toda la energía en eso y el resto, en Tomy. No quería abarcar mucho y después no poder hacer las cosas de la forma que me gusta, con el compromiso que a mí me gusta. Así que, muy contenta con este momento, con esta etapa, Viviendo acá en Mendoza. La verdad que disfrutando mucho de este momento, de la maternidad, de esta nueva etapa.

¿Y Mendoza, estás como un poquito enamorada de la provincia?
¡Sí! Me despierto con la vista a la montaña todos los días. Estoy muy contenta. Me gusta mucho el lugar. Vivo con mucho contacto con la naturaleza, un ritmo de vida un poco más tranquilo, no tanta la locura de la Capital, que es a lo que ya estoy acostumbrada. Obviamente que extraño mucho mis vínculos. Hace poco estuvieron mi mamá y mi papá y ya los extraño, pero me gusta donde vivo, me gusta el cambio de vida que hice.

¿Y el hockey? ¿Extrañás?
Siempre lo voy a extrañar. Siempre hablamos de eso. Como que el deseo o el bichito ese del alto rendimiento y del jugar y de la competencia siempre está. Pero recién hablamos un poco de lo que es entrenar todos los días en la semana, el compromiso que en realidad con eso me crié, crecí. Si me comprometo a jugar, tengo que estar full, no soy de estar a media máquina y entonces no me gusta no tener ese compromiso con un equipo, menos acá a Mendoza, que sería un equipo que no es el de toda la vida, con gente que por ahí no conozco. En mi club Belgrano siempre me han bancado y me han dicen ‘volvé cuando quieras’, pero acá es distinto. Hoy me alejo por eso también. Las ganas de jugar siempre están, pero la competencia, el esfuerzo, sacrificio, el esfuerzo en serio… creo que ya no tengo la energía para comprometerme de esa manera.

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