Análisis

Una Selección argentina sin agua en el desierto

El shock que generó la reacción de Arabia Saudita dejó sin reacción a la Scaloneta y también al público albiceleste. Las carencias del equipo que encienden alarmas.

Lucas Beltramo
Lucas Beltramo martes, 22 de noviembre de 2022 · 12:23 hs
Una Selección argentina sin agua en el desierto
Messi no tuvo un buen debut. Foto: EFE

Shock. No hay otra palabra que grafique mejor la sensación de los más de 20.000 argentinos que volaron hasta el otro lado del mundo para acompañar a la Selección argentina. Pero aunque no parezca, la piña al mentón de Al-Shehri, seguida por un cross de derecha de Al-Dawsari no fueron dos golpazos out of context. En el primer tiempo, pese a que Argentina tenía el control del partido, las enormes dificultades para superar esa primera línea de presión alta de Arabia Saudita (marca registrada del equipo del francés Renard), la quietud de un mediocampo desconocido, que extrañó horrores a Lo Celso, y los duelos perdidos desde lo físico eran suficientes señales de alerta como para pensar que el debut en Qatar 2022 no sería un trámite ni mucho menos. 

La hinchada argentina se desinfló al mismo ritmo que el equipo. 

Ese aliento argentino que bajaba desde las tribunas se fue apagando a medida que pasaban los minutos, incluso ya ganando 1-0: los tres gritos atragantados por el VAR semiautomático y un juego sin punch ni asociaciones para quebrar el bloque alto árabe hicieron su trabajo.  Así las cosas, el empate de Arabia encendió a sus hinchas, que cruzaron la frontera y acompañaron en masa y fueron mayoría. Y el 2-1 convirtió a los de verde directamente en locales. 

La esperada reacción nunca llegó adentro de la cancha y apareció a cuentagotas afuera. Los cambios le dieron un poco más de ímpetu al equipo, pero la Selección buscó acortar camino minando de centro el área rival, sin tener en cuenta un dato que habla por sí solo: la Argentina tiene uno de los cuatro planteles con menos altura del Mundial

Los jugadores de Arabia se agrandaron en el segundo tiempo.

Las cámaras de los celulares se encendieron en los tiros libres de Messi, que estuvo lejos de darle a la Argentina ese punto que en la previa era imposible siquiera de imaginar, pero que cuando las papas quemaban se convirtió en un vaso de agua en el desierto, un alivio que nunca llegó.

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