Cómo tener un romero frondoso: deja de cometer estos 3 errores
Verás cambios notables. El romero no exige grandes esfuerzos ni productos costosos. Lo único que pide es atención a su ritmo natural.
El romero crece con fuerza cuando tiene un entorno que lo favorece. Si se vuelve marrón, débil o rígido, no es mala suerte, sino errores de que algo en su cuidado no va. Esta planta debe recibir el sol directo, tener la tierra seca y ser podada en el momento correcto.
Luce tu romero todo el año
El error más común es el exceso de riego. El romero, en realidad, no es una planta de maceta. Su origen está en suelos rocosos donde la tierra drena rápido. Si la tierra permanece húmeda durante largos periodos, las raíces se asfixian y empiezan a pudrirse. Para evitar esto, basta un truco simple: mete un dedo en la tierra. Si está seca, riega. Si aún guarda humedad, espera sin preocupación. Esta prueba elimina dudas y sostiene la salud de la planta.
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El sol es su otro tesoro. El romero ama el calor y la luz intensa. Una ventana luminosa, un balcón, una terraza o un patio soleado son sus espacios ideales. Si lo mantienes en sombra o en interiores con poca luz, crecerá débil, con tallos largos y hojas dispersas. Ubicarlo donde reciba sol directo varias horas al día hace que las hojas se vuelvan firmes y el aroma se intensifique. Un romero feliz se nota a simple vista: su color se vuelve más vivo y su forma más compacta.
La poda marca la diferencia entre un romero flaquito y uno lleno de vida. Recortar las puntas jóvenes estimula el crecimiento lateral. Así se desarrolla un arbusto espeso en lugar de una rama larguirucha. Sin embargo, hay una advertencia importante: jamás cortes la parte leñosa, la zona marrón. Esa área no brota de nuevo. Lo ideal es tomar tijeras y recortar solo las puntas verdes, justo donde la planta está en expansión. Además de mejorar la forma, este recorte regular da hojas frescas para cocinar.