Una madre que lo hace todo: la historia que viven miles de mujeres mendocinas
En Mendoza, casi la mitad de los hogares están liderados por mujeres. Lucía es una de ellas y su historia muestra lo que muchas madres viven al sostenerlo todo.

Tareas invisibles, decisiones no compartidas y el peso de recordar todo: un informe y el testimonio de una madre que lo vive en carne propia. Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ
En Mendoza, casi la mitad de los hogares están liderados por mujeres. Y en el 87% de las familias monoparentales la jefa es una madre, según el Informe Anual de la Encuesta de Condiciones de Vida 2024. Esto significa que son ellas quienes toman las decisiones, gestionan los recursos y, muchas veces, lo hacen en soledad.
Aunque se avance en leyes y campañas, los datos muestran que la carga doméstica sigue desbalanceada. Las mujeres no solo cocinan, limpian o cuidan, también administran el tiempo, los turnos médicos, los pagos y la logística diaria. Todo esto sin pausa, como si fuera automático.
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La rutina que nunca se detiene
MDZ dialogó con Lucía, una mujer mendocina que vive con su pareja, su hija universitaria y su hijo menor. Su día arranca temprano, llevando al nene al colegio. A lo largo de la jornada hace las compras, organiza la comida, paga impuestos y resuelve lo que falta. Todo eso mientras trabaja y coordina la casa.
Ella reconoce que hay una división de tareas, pero no es pareja: “Mi pareja colabora, pero hay cosas que solo yo sé que hay que hacer. Si yo no lo hago, no pasa”. Lucía siente que lleva una “nube encima”, un pensamiento constante sobre lo que falta o se viene.
Como tantas otras mujeres, sufre lo que muchos llaman “carga mental”. Es ese peso invisible de tener que pensar en todo: cuándo vence la luz, si queda leche, si el nene tiene ropa limpia o si hay que ir al médico. No es solo cansancio físico, es agotamiento emocional.
Los datos que confirman la realidad de una madre
Según la encuesta provincial, los hogares monoparentales con madres a cargo son los más frecuentes entre las familias con un solo adulto. En total, el 49,3% de las viviendas mendocinas están lideradas por mujeres, y en los modelos más vulnerables ese número crece aún más.
En esos hogares, las mujeres también tienen menos acceso a recursos: peor cobertura de salud, más empleo informal y mayor exposición a condiciones de vivienda precarias, sobre todo en zonas rurales. La brecha no solo es de tareas: es también de derechos.
Muchas, como Lucía, se sienten solas ante tanta responsabilidad. Ella dice que si no toma el control de las cosas, nadie lo hace. Y que no es por maldad del otro, sino por una costumbre muy instalada: que es la mujer quien debe saberlo todo, preverlo todo.
“Me pasa a mí y le pasa a todas mis amigas”, dice Lucía. Cuenta que la mayoría de las mujeres que conoce también están a cargo de todo lo que implica cuidar y sostener la vida cotidiana. Desde las vacunas hasta los útiles escolares, pasando por la comida y el estado emocional de los chicos.
Pero también cree en el cambio. Imagina un futuro más justo, donde los padres tengan más tiempo de licencia, más presencia real y diálogo. “Si el otro también pasa tiempo con los chicos, empieza a notar todo lo que implica criarlos”, reflexiona.
Lucía deja un mensaje claro: “Esto tiene un nombre, se llama carga mental. Y no es normal que la llevemos solas. Podemos y debemos compartirlo. Hablarlo es el primer paso para que cambie”.