Un fin de semana para mirar al cielo: Todos los Santos y los fieles difuntos
La Iglesia católica invita a celebrar los Santos y a orar por quienes partieron, en un fin de semana marcado por la fe y la esperanza eterna.
Un fin de semana para mirar al cielo
Archivo.Este fin de semana ponemos nuestra mirada en la solemnidad de Todos los Santos y en la día de los fieles difuntos. La estrecha relación entre ambas Fiesta de la liturgia, la Iglesia glorifica que celebra a sus hijos e hijas que han recibido la corona de los santos.
Todos estamos llamados a ser Santos
Corona que todos estamos llamados a recibir, la vocación universal a la santidad, como nos recuerda el Concilio Vaticano II se hace realidad concreta en ellos, en los que han sido canonizados por la Iglesia como aquellos que no conocemos y también forman parte de la Asamblea de los Santos en el Cielo.
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Nos hace poner nuestra mirada en el cielo para vivir con mayor radicalidad, con un gran deseo de fidelidad nuestra condición de bautizados, aquí en la tierra, peregrinos de esperanza, y de esperanza de cielo. “¿Quieres recibir el bautismo? Es lo mismo que preguntar, ¿Quieres ser santo?” nos decía el querido Papa San Juan Pablo II.
Dia de los fieles difuntos
Conmemoramos también- al día siguiente- a aquellos que nos han precedido. Aquellos que han partido y, donde la fe nos invita a rezar por ellos, con la certeza, con la confianza, con la alegría de que podemos interceder por ellos, los que están esperando el paso- cada día- para pasar del lugar de la Purificación, donde nuestra fe nos habla del Purgatorio, a contemplar la Gloria del Cielo. Este Año Jubilar de la Esperanza y la gracia de poder lucrar indulgencias por ellos, es una valiosa ocasión para aprovecharlo más y mejor, no solo este día que siempre nos otorga indulgencia sino también en los días restantes de este año de gracia especial.
Este 2 de noviembre ponemos nuestra mirada en aquellos hermanos nuestros que han partido, rezamos con fe porque “si Cristo no hubiera recitado vana sería nuestra fe, pero justamente porque Cristo vive, porque nos ganó la vida eterna, la vida para siempre, es que celebramos y rezamos por nuestros hermanos difuntos.
Este misterio que nos invita a pensar también en la realidad de la muerte, sin duda que ella es una agresión a nuestra naturaleza. A todos nos cuesta asumir, meditar y pensar este paso, que es el abrazo con el Padre, debe llenarnos de gozo saber que es un abrazo y no un salto al vacío, a la nada sino el regreso a nuestra casa, a nuestro hogar definitivo. El día de nuestro bautismo, nosotros hemos expresado con nuestros padrinos o nuestros padres en nombre nuestro, al pedir el bautismo y, en el cual, pedíamos el don de la fe, y la fe nos da la vida eterna. La vida eterna, porque creemos en Jesucristo y Él nos ha dicho “Aquel que cree a mí aunque muera vivirá”.
Rezar por nuestros hermanos difuntos es un acto de caridad
Podemos hacer mucho. También unido en el Año de la Esperanza. Lucrar el don de la indulgencia que implica, la reconciliación sacramental, la Comunión, el deseo de vivir según el Señor nos pide y rezar por las intenciones del Papa, asistiendo a la Iglesia. La experiencia de Marta con Jesús ante la muerte de su hermano Lázaro, nos deja- en el diálogo de ellos- una expresión, que es clave para nuestro gozo auténtico, y es razón de nuestra esperanza: “Yo soy la resurrección y la vida, el qué cree en mí aunque muera vivirá”.
En la Solemnidad de Todos los Santos, celebramos también la “Jornada de Oración por la Santificación del Pueblo Argentino” y, unido, a la Conmemoración de los fieles difuntos, hacen de este fin de semana, días favorables para vivirlos en clave de esperanza.
* Santiago Olivera, Obispo castrense para las Fuerzas Armadas y de Seguridad de la República Argentina



