"Se parece a la carne de cerdo"

El caníbal de Rotemburgo: un viaje a los abismos del goce

Un hombre solicita que se lo coman y otro cumple con el pedido: ¿quién es culpable? Esa y otras dudas sobrevuelan uno de los casos más resonantes de las últimas décadas en Alemania. Una historia real de deseo, crimen y gente chiflada que se contacta por Internet.

Facundo García
Facundo García lunes, 13 de julio de 2020 · 12:18 hs
El caníbal de Rotemburgo: un viaje a los abismos del goce
Polifacético Meiwes era un vecino respetado. (La imagen del centro es de Helen Clapper).

En la lista de los casos policiales más perturbadores de las últimas décadas hay que incluir, sin dudas, al caníbal de Rotemburgo del Fulda. Entre otras cosas, porque -al menos para los latinos- deja al descubierto una vez más que las sociedades ordenadas e ideales de algunos países del norte no lo son tanto.

Al grano: en 2002, Alemania se conmovió ante la noticia de un ingeniero informático que se comió la carne de otro hombre a lo largo de varios meses. El comensal se llamaba Armin Meiwes, y había grabado un video del momento en el que mataba y masticaba a su presa. Pero había más: el sujeto “comido” había expresado por escrito y en las grabaciones que ese era su deseo.

Se habían conocido en Cannibal Caffee, un foro que reunía a sujetos bastante extraños en aquellas tempranas épocas de la red. Meiwes había publicado un posteo en el que convocaba a una persona dispuesta a que la devorasen. Varios le habían contestado. Y Meiwes, no obstante, no los había tenido en cuenta porque notó que sentían algunas dudas.

El grito duró unos veinte segundos, después Brandes empezó a desvanecerse...

Pero cuando Bernd Jürgen Brandes (43), otro profesional vinculado a la informática, le mandó una respuesta, su intuición fue otra. Meiwes lo invitó a una cita en su hogar, un viejo caserón del siglo XVIII. El 10 de marzo de 2001 el otro viajó desde Berlín a Rotemburgo. Se encontraron en la estación de trenes.

El sitio en el que vivía el anfitrión era ciertamente singular:

Meiwes vivía en un caserón. Foto: murderpedia.

Ya en el domicilio de Meiwes, Brandes confirmó que quería ser comido, comenzando por sus genitales. Entonces pusieron el miembro sobre una mesa y —de común acuerdo— lo cortaron. Poco antes, Brandes se había clavado medio litro de licor y 20 pastillas para dormir. Aún así, según se vio en el video proyectado durante el juicio, el alarido que pegó duró unos veinte segundos. Luego Brandes empezó a marearse y finalmente Meiwes lo degolló.

The cannibal of Rotenburg#storytime The final part.In May 2017 Meiwes requested to let him out on parole after he was...

Posted by Decayed Photography on Thursday, August 1, 2019

Discusiones

El caso abrió un debate en Alemania. En principio, porque el canibalismo no figuraba como delito en el Código Penal. Luego, porque el propio Brandes había accedido explícitamente a que lo devoraran. ¿Era Meiwes un asesino, o simplemente había colaborado con un suicida masoquista? 

Para responder a esa pregunta hizo falta más de un proceso judicial, hasta que finalmente la Audiencia Territorial de Fráncfort declaró que Meiwes mató por motivos sexuales a Brandes. El acusado recibió una sentencia a cadena perpetua.

Hoy, a sus 58, Armin Meiwes es un prisionero ejemplar, cada tanto se le permite salir a dar paseos y hasta se hizo vegetariano. “La carne humana -ha dicho- tiene gusto a cerdo, solo que el sabor es un poco más fuerte”.

En 2004, la banda Rammstein se inspiró en el crimen y publicó un tema que sacudió el avispero y causa polémica incluso hoy.

 

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