Los locos años 60: cómo impactó en Mendoza la década de "las revoluciones"
La píldora, la mini y el escarabajo. Los hippines, el mayo francés y The Beatles. Los locos años 60 aún están en nuestras vidas. ¿Cómo era la vida en Mendoza?
Una de las bandas ícono de los 60; la década de las revoluciones.
https://es.wikipedia.org/wiki/The_Beatles_en_los_Estados_UnidosLa “nueva ola sesentistas”, fue una corriente intelectual que surcaba el aire planetario más rápido que cualquier invento o creación de época; ya sea, la comercialización de la píldora anticonceptiva (1960), el primer trasplante de corazón por Christiaan Barnard (1967) o el momento de la invasión del “bicho” más famoso de Volkswagen: “el escarabajo”.
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Eran plenos tiempos del pacifismo, la “no - violencia”, la oposición a la guerra en Vietnam, el existencialismo de Sartre, el nacimiento de los hippies, The Rolling Stones, The Beatles, la Teología de la Liberación, los curas del tercer mundo y el Concilio Vaticano Segundo.
Nacerá también una fuerte corriente ecologista que tendrá como estandarte el best seller “Primavera Silenciosa” (1962) de la escritora Rachel Carson, donde exponía todos los peligros ecológicos derivados de la utilización del pesticida DDT (Dicloro–Difenil–Tricloroetano) para curar los frutales, llegando a alegar incluso que acabarían desapareciendo todos los pájaros del mundo si se seguía usando ese insecticida. En tanto, en el plano del entretenimiento, la novedosa ciencia ficción monopolizará todas las pantallas televisivas con “Viaje a la Estrellas” (1966), donde la nave “Enterprise” con el capitán Kirk, el señor Spock, el doctor McKoy, la experta en comunicaciones Nyota Uhura y compañía, cursarán un viaje cuyo éxito llegará hasta nuestros días. Cada inicio del popular programa interplanetario comenzaba con el siguiente adelanto: “Misión: buscar nuevas civilizaciones y formas de vida, donde no ha estado ningún hombre aún”. Indudablemente, habíamos llegado a los contraculturales años 60: “la imaginación al poder”.
La contracultura
“Papá, cuéntame otra vez, esa historia tan bonita…”; comenzará cantando el español Ismael Serrano cuando describa la situación de un padre explicándole a su hijo lo que representaron los esperanzadores “sesenta” en la historia contemporánea.
Década significativa que dejará una huella imborrable por el espíritu de cambio que irradió. Cambio a los cuales nadie pudo mantenerse indiferente, aunque el resultado final haya arrojado un sabor agridulce.
Por aquel entonces, levantábamos la cabeza y volvíamos a mirar el cielo. Se iniciaba la carrera espacial entre EEUU y la URSS, que tuvo como referencia la llegada del hombre a la Luna en 1969, y con enfrentamientos entre ambas potencias en distintos rincones del planeta, llegando la puja encarnizada hasta los mismos Juegos Olímpicos de Roma 60, Tokio 64 y México 68. Mientras Bobby Fisher (EEUU) y Boris Spassky (URSS), revivían en cada enfrentamiento ajedrecístico esa “guerra fría”.
En dicha década reflotó “la tercera posición” como una forma de marcar distancia entre la bipolaridad del mundo capitalista y socialista. Era asesinado John F. Kennedy en Dallas y la sociedad norteamericana, al igual que todo el planeta, se conmovía con la Guerra de Vietnam. Mientras tanto, Medio Oriente, ocupaba un lugar relevante en la agenda por la crisis del petróleo y los conflictos árabes – israelí. Alemania se dividía por el Muro de Berlín y se profundizaba la revolución cubana de la mano de Fidel.
El Papa Juan XXIII hizo temblar los cimientos de la Iglesia Católica después de la Encíclica “Mater e Magíster” y el Concilio Vaticano II, estimulando el surgimiento de expresiones renovadas en el corazón del clero, como fueron la Teología de la Liberación y “los curas para el tercer mundo”.
El pacifismo gestó nuevos referentes. El movimiento hippie llenó las grandes ciudades. El Mayo Francés referenciados en Jean Paul Sartre reavivó las doctrinas existencialistas. Mientras que Martin Luther King, Mandela, el “Che” Guevara, Hendrix, Bob Marley, Lennon y miles de estrellas de rock and roll promovidas desde Woodstock, están desde ese tiempo en todas las remeras. Y por si fuera poco, Hollywood lloraba la muerte de Marilyn Monroe.
Por los senderos de la patria: el contexto mendocino
La mayoría de los participantes de los ’60 querían cambiar el mundo y hacer la revolución. Pero lo cierto fue que, aun no habiendo logrado nada de eso, generaron una formidable renovación en las prácticas culturales y una apertura mental. Por aquellos ’60 en Mendoza, el centenario diario Los Andes empezaba a competir con “colegas” de fuste. Nacerá “Tiempo de Cuyo”; por las tardes apareció “El Andino” (1968) y pegado al Automóvil Club Argentino surgirá “Diario Mendoza” (1969).
Pero si de medios comunicacionales se trataba, la época fue prolífera en grandes novedades. La televisión llegó a Mendoza. Primero “LV 89 TV Canal 7”, naciendo el 17 de febrero de 1961 con planta de funcionamiento en el céntrico Edificio Gómez. En 1965 surgió Canal 9, y con ellos figuras que compartirán la vida diaria de los mendocinos: Julio Rafael Rojo, Santos Humberto Giunta, Edgardo Palet, José Domínguez Palacini, los vigentes Carlos Marcelo Sicilia y la estimada Lila Levinson, más personajes nacionales que por mérito y obra de la pantalla chica se hicieron altamente populares: Olmedo, Biondi, Bores, Pinky, Mancera y “Sábados Circulares”, Fontana y “Odol Pregunta”, Karadagian y todos sus titanes.
Mientras tanto, el centro mendocino adquirió una fisonomía moderna. A las recientes galerías inauguradas: Tonsa y Piazza, se multiplicaron comercios y confiterías que se agregaron a las ya grandes tradicionales tiendas de décadas atrás, ahora en vistosas esquinas: El Guipur, The Sportman, Gath y Chaves, Arteta y Heredia.
Pero si había un negocio que el deportista no podía obviar era “Casa Bermúdez”, y como decía su histórico slogan: “Dale Fútbol y el Deporte…. Casa Bermúdez, primera”. Slogan que por la “voz del estadio” anticipaba la constitución de los equipos en las canchas de fútbol, junto a los recordados jingles de “Tintorería Tri” (“tridimensionales / Tintorería Tri”) o “Panadería y Confitería La Española” (“a dónde vas Manola /a Confitería Española”).
Chacras de Coria ya empezaba a convertirse en la zona “Top” mendocina (“Al Diablo” y “Aloha” de 1968), compitiendo con los clubes tradicionales, salones bailables o los populares “asaltos” a puro Wincofon.
Los más avezados bailan el twist de “Bill Haley y sus cometas” o la música del “Club del Clan”, mientras los programas como “Escala Música” marcaban el último grito de la moda para que se lucieran los “petiteros” en “G7” o Kangaroó. Todos soñaban ser como “Isidoro” y ellas, como “Cachorra”, con sus despampanantes minifaldas y altísimas botas, y estar bien lejos del “carcamán” tío Coronel Cañones y su camarada Metralla, según describía la historieta del caricaturista Dante Quinterno.
La “muchachada” anhelaba también viajar en los “tuercas” Torino o en los novedosos Falcón (tristemente célebres una década después) para escuchar a los “extraños de pelo largo” de La Joven Guardia, Los Náufragos, Los Iracundos, Katunga o Pintura Fresca. Aunque un sector más transgresor prefería los fogones al son de la naciente “música progresiva” con Manal, Los Gatos, Almendra, Arco Iris, Vox Dei, Vivencia o Sui Generis.
El otro costado y los "bandidos rurales
Pero también había un “mundo real”. El mundo que transpiraba “el día a día”. El del domingo con la radio “Spica” pegada a la oreja.
El pueblo “cara sucia”, que ya consagraba en los ’60, como ídolos indiscutidos a “el intocable” Nicolino Locche, “al maestro” Víctor Legrotaglie y al genial “Cóndor de América” Ernesto Contreras. Referentes que por mérito propio componen el selecto panteón de los idolatrados deportistas mendocinos, consagrados en el ring, los estadios y la ruta.
LA CARA SOCIAL
En síntesis, esta era la Mendoza de todos los días en aquella década. Provincia que según el Censo Nacional de 1960 tenía 824.036 habitantes, mientras que diez años después (C.N. de 1970), había aumentado 150.000 habitantes (973.075). Promediando los ‘60 la provincia contaba con 647 escuelas primarias y 14 hospitales provinciales. Extremadamente rica en recursos: durante 1963 produjo 1.900 millones de litros de vino, convirtiéndose en el 4º productor del mundo, con un consumo interno de 86 litros al año por habitante. Mientras que YPF generaba 2.862.481 m3 de crudo en 639 perforaciones.
Década de gobierno desarrollista con Ernesto Ueltschi hasta 1962, en tiempos del presidente Frondizi y del “ganso” demócrata “Pancho” Gabrielli (1963 – 1966), bajo la presidencia del radical Don Arturo Illia, interrumpida injustamente por la dictadura de Ongania en 1966.
Pero también aquella Mendoza fue la que empezó con la explotación de “Soda Solvay” en Malargüe en 1960. La que estatizó Bodega Giol y la del viñedo más grande del mundo: Gargantini en Rivadavia. La que “compadreaba” con el Cine City y su famoso “Cinerama” (1963), pero además con el icono juvenil del “Cine Bar La Bolsa” (1965).
La que se manifestó a través del “Nuevo Cancionero Cuyano” (1963). La que construyó la Ciudad Universitaria (1968) e inició las obras de la actual terminal de ómnibus. La de sus “Niños Cantores” viajando por Europa (1968) dirigidos por Víctor Volpe. La que realizó por primera vez su fiesta mayor entre los cerros (desde 1963 ininterrumpidamente en el Teatro Griego Frank Romero Day) consagrando como reina vendimial a Elba Esposito (San Martín). La del famoso Quino, oriundo de San José (Guaymallén), escribiendo la primera tira de Mafalda en el ‘64. La que recibió a Cantinflas en el ‘68 para que estrene: “Por mis Pistolas”.
Mendoza de ese momento. La que cobijó a Cortazar y aplaudió las vendimias de Abelardo Vázquez. Debatió en los ciclos de cine organizados por David Eisenchlas. La que se enorgullece con Julio Le Parc y Carlos Alonso. La que inspiró a Leonardo Favio y siempre elogió los escritos de Di Benedetto, Braceli y del rivadaviense Américo Cali.
Mendoza; la conservadora, tradicionalista o “pacata”, para algunos. Liberal, progresista, desafiante, inquieta, para otros. O pragmática, culta y pensante, para determinados sectores. De tiempo en tiempo: gansa, radical o peronista. Y un poquito de todo lo nombrado, para muchos.
Pero también, la provincia donde mataron a Paco Urondo. La de Irineo Cruz, Roig, Dussell, Gloria Videla de Rivero, Manuela Mur, Dardo Pérez Guilhou, Enrique Zuleta, Enrique Gaviola, Edmundo Correas, Margarita Malharro y Gladys Ravalle. La provincia de la solitaria protesta de Víctor Cúneo en 1969, prendiéndose fuego “a lo bonzo”, en la Plaza Independencia y la de los “27 curas rebeldes del ‘65”.
La de “Hola Muchacha” de 1966 con “Pajarito”, y “¡Allá vamos!”. La del autódromo en el parque General San Martín. La de los corsos de estudiantes. La del gol de “Finito” Achával en la Bombonera, la noche del 16 de noviembre de 1969 cuando el glorioso Atlético Club San Martín le sacó el invicto al campeón Boca Juniors.
De la lepra, el tomba y su expreso, los pitucos del lobo, el cruzado botellero, los perros celestes, el globo, el azulgrana cervecero, los jarilleros, los granates, los Boli Stone, los canarios, los xeneises de Bermejo, los italianos y los albirrojos chacareros. De Marista o el Mendoza; de Talleres o Atenas; del gimnasio Firpo o del Mocoroa. Peronista o antiperonista; siempre defendiendo posiciones con tanto fanatismo, como si hubiera que elegir entre tomar un helado en Soppelsa o en Perin.