Habermas y la bioética del límite: la vida ante la eugenesia
La ética de la especie de Habermas advierte sobre los riesgos de la manipulación genética y defiende la dignidad, la autonomía y el cuidado de la vida humana.
La Navidad debe llevarnos a ser custodios de la vida en todas las circunstancias evitando la cultura de la eugenesia.
Archivo MDZEl avance vertiginoso de la biotecnología ha llevado a la humanidad a un umbral antes inimaginable: la capacidad de modificar su propia base biológica. Ante este escenario, el filósofo alemán Jürgen Habermas plantea una reflexión bioética profunda que va más allá de su tradicional "ética del discurso", proponiendo lo que denomina una ética de la especie. Su preocupación central no es solo técnica, sino ontológica: ¿cómo afecta la manipulación genética a nuestra autocomprensión como seres libres e iguales?.
De la ética del discurso a la ética de la especie
Habermas es conocido por su ética discursiva, que sostiene que las normas solo son válidas si son aceptadas por todos los afectados en un diálogo simétrico. Sin embargo, la ingeniería genética rompe esta simetría. En la manipulación genética, los padres (interventores) deciden sobre el genoma de un no-nato (intervenido) que no puede participar en el diálogo, convirtiéndolo en un objeto de diseño. Por ello, Habermas introduce la ética de la especie para preservar la "autocomprensión ética" del ser humano, es decir, la capacidad de cada individuo de verse a sí mismo como el único autor de su propia vida.
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La distinción crucial: eugenesia negativa vs. positiva
El núcleo del argumento habermasiano reside en la distinción entre dos tipos de intervenciones. La Eugenesia Negativa (Terapéutica), Habermas la avala. Se basa en la "lógica de la curación" y presupone un consenso clínico virtual. Se asume que cualquier individuo, en el futuro, daría su consentimiento para haber sido liberado de una enfermedad grave o un mal extremo. Aquí, la autonomía del sujeto no se ve mermada, sino protegida, según el pensador alemán. La Eugenesia Positiva (Perfeccionadora) es la que Habermas rechaza tajantemente. Busca mejorar rasgos o capacidades (como la inteligencia o el físico) según las preferencias de terceros. Para el filósofo, esto constituye una "cosificación" del ser humano. El individuo ya no puede sentirse el autor indiviso de su biografía, pues sus capacidades fueron "programadas" por sus progenitores.
Riesgos para la humanidad
Según Habermas, la eugenesia liberal —aquella impulsada por el mercado y el deseo de los padres— conlleva dos riesgos fundamentales. Por un lado, la pérdida de autonomía que conlleva que el sujeto manipulado se siente condicionado por las intenciones irreversibles de terceros. Por otro lado, la quiebra de la simetría que supone una jerarquía entre generaciones. Los "mejorados" no pueden verse como iguales a sus antecesores, ya que estos últimos se han arrogado el derecho de diseñar sus proyectos vitales.
Críticas al planteamiento habermasiano
La postura de Habermas no está exenta de críticas. Algunos autores señalan que la frontera entre "curar" y "mejorar" es borrosa y depende de convenciones culturales. Otros argumentan que Habermas otorga un peso excesivo a la genética (determinismo), olvidando que el ambiente y la educación tienen un impacto igual o mayor en la formación de la identidad. Habermas responde a esto último señalando que la educación es reversible mediante la reflexión crítica, mientras que la intervención genética es un hecho irreversible que marca al individuo de por vida.
Para Habermas, la biotecnología no debe dejarse exclusivamente en manos de las leyes de la oferta y la demanda. La protección del embrión frente a la eugenesia positiva es necesaria para garantizar que las futuras generaciones sigan comprendiéndose como seres éticamente libres y moralmente iguales. En definitiva, lo que está en juego es evitar el tránsito hacia una "naturaleza posthumana" donde la esencia de la especie sea un producto tecnológico más. Su énfasis en que la dignidad humana es inviolable (para los nacidos) y la vida humana es indisponible (para los no-natos) funciona como una barrera filosófica contra cualquier retorno a políticas de "mejora de la especie" que recuerden a la higiene racial del Tercer Reich.
En tiempos donde luego de la ley del aborto, puede haber otras que sigan en la línea de la manipulación genética podemos dialogar desde la filosofía no creyente y mostrar las terribles consecuencias de la eugenesia, en donde se decide quien vive y quien no vive, donde por exámenes genéticos se pretende manipular la vida. La navidad es un tiempo en que se celebra no solo el nacimiento del Hijo de Dios para los creyentes sino como tiempo de natividad toda vida nacida y por nacer.
La eutanasia, aunque Habermas, en principio parece no estar en desacuerdo, entra, sin embargo, dentro de una cultura de la eugenesia, donde personas puedan verse empujadas al final de la vida facilitando los medios a través de un marco legislativo. Cuando una cultura no cuida la vida de punta a punta de la existencia, desde la concepción a su fin natural, entra en la vertiginosa y peligrosa cultura de la eugenesia, en donde se elige quien vive y quien muere y como y cuando. Hay países en el mundo, como la tantas veces elogiada Islandia, que no tiene prácticamente población discapacitada, simplemente porque eligen genéticamente quien vive y quien no vive. La Navidad debe llevarnos a ser custodios de la vida en todas las circunstancias evitando la cultura de la eugenesia.
* Mg. Juan Manuel Ribeiro, especialista en educación.



