Corpachada y caña con ruda: los rituales que renuevan el vínculo con la Pachamama
El Día de la Pachamama es una celebración realizada con el fin de pedir por una cosecha próspera a través de varios rituales antiquísimos.

El 1 de agosto, caracterizado por ser el Día de la Pachamama, celebra a la Madre Tierra y representa el fin de la época seca. La festividad es celebrada en gran parte del Noroeste argentino y en Bolivia, en la que los pastores y agricultores piden permiso a "la Pacha" que da la vida, para abrirla y sembrarla.
"La Pacha", es decir la Madre Tierra, es una deidad femenina venerada por los pueblos aborígenes del área incaica y hasta el día de hoy permanece como una de las creencias que sobreviven con arraigo en el Noroeste argentino, ya que simboliza la fe en la fuerza de la tierra y de la Naturaleza.
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Las fiestas o celebraciones dedicadas especialmente a la Pachamama se realizan en el mes de agosto, principalmente en las provincias de Salta, Jujuy, Tucumán y Catamarca, con distintas manifestaciones. En Amaicha del Valle, Tucumán, en cambio, se realiza la Fiesta Nacional de la Pachamama, en el mes de febrero.
Corpachada: el corazón del ritual en el Día de la Pachamama
El momento central de la celebración es la corpachada, un antiguo rito en el que se entrega a la tierra todo aquello que se desea agradecer o compartir. Desde bien temprano, las familias sahuman sus hogares con hornillos o incensarios para “limpiar” energéticamente los espacios. Luego, en un lugar elegido, se cava un pozo donde se depositan ofrendas: chicha, hojas de coca, cigarrillos encendidos, hilos de lana y algún objeto rojo, símbolo de la vida.
Este acto es acompañado por oraciones y coplas en quechua o aymara, y suele finalizar con un cierre simbólico del pozo, entre canciones ejecutadas con cajas y quenas. Cada uno de estos gestos tiene un propósito: agradecer a la Pacha por los frutos ya recibidos y pedirle abundancia para el nuevo ciclo agrícola y ganadero.
Caña con ruda: un trago para espantar los males del invierno
Otra costumbre profundamente arraigada en el norte argentino, y que se extiende cada vez más a otras regiones del país, es la de beber caña con ruda el 1° de agosto.
La tradición indica que, en ayunas, hay que tomar al menos tres sorbos de esta preparación para espantar los males, alejar las enfermedades y atraer la buena fortuna. La bebida se elabora con anticipación, macerando hojas de ruda macho en caña blanca, un aguardiente de alta graduación, durante semanas o incluso meses.
El rito tiene origen guaraní y combina saberes ancestrales de la medicina natural con el calendario agrícola, ya que coincide con el momento más crudo del invierno, cuando las defensas bajan y el cuerpo necesita protección. Como la corpachada, este gesto sencillo condensa una cosmovisión: la creencia en que la salud y el bienestar también se cultivan en diálogo con la naturaleza.
Las fiestas del norte
Durante todo agosto, se celebran distintas ceremonias en provincias como Salta, Jujuy, Tucumán y Catamarca. En San Antonio de los Cobres, a 180 kilómetros de la capital salteña, la Fiesta de la Pachamama se extiende del 1° al 7 de agosto, organizada por la comunidad Collas Unidos. En Amaicha del Valle, Tucumán, en cambio, la Fiesta Nacional de la Pachamama tiene lugar en febrero y reúne a miles de personas en una celebración de tres días, con pascanas, ferias gastronómicas y música folklórica.
La señalada: otra forma de pedir a la tierra
En paralelo a las ofrendas, muchas familias también realizan la señalada del ganado. En esta práctica, las mujeres piden a la Pacha que bendiga a los animales, especialmente a las cabras y ovejas, para que den cría abundante. Luego se colocan pompones de colores sobre el lomo de los animales y se les realiza un pequeño corte en la oreja como marca de pertenencia. Esta tradición, que combina ritual y trabajo rural, también es una manera de reforzar los lazos con la tierra y la comunidad.
Palabra y canto: la espiritualidad hecha copla
La jornada suele acompañarse con coplas tradicionales, algunas improvisadas, otras heredadas de generación en generación. En ellas se honra a la tierra, se pide por el ganado, la cosecha, la salud y la lluvia. La poesía popular sintetiza el espíritu del ritual:
Pachamama, kusilla, kusilla
Madre Tierra, séme propicia.
Cuida al pastorcito
cuando pasta su rebaño
por esos campos desiertos
todos los meses del año.
Protege al pobre arriero
que cruza tus montañas
en busca de su alimento
con esas recuas cansadas.
Que nunca falten las lluvias
en estos campos resecos
para la hacienda y las mieses
de los hijos de este suelo...