Cher Ami y el batallón perdido: la paloma que salvó a 194 hombres y sus tropas
En 1918, un batallón sobrevivió gracias a Cher Ami, la paloma mensajera que llevó un mensaje bajo fuego y se volvió leyenda en las tropas de la Gran Guerra.

Cher Ami no fue la única paloma homenajeada.
Archivo.En los primeros días de octubre de 1918, las tropas aliadas lanzaron una ofensiva en la zona de Meuse-Argonne, al norte de Verdún. El objetivo era aislar al Segundo Ejército alemán. A tal fin dispusieron de 31 divisiones francesas y 15 estadounidenses, a las órdenes del general John Joseph Pershing (1860-1948).
Solo en las primeras jornadas del ataque los norteamericanos habían perdido más de cien mil hombres, pero a pesar de las bajas Pershing perseveró en avanzar. Entre las tropas desplegadas estaba la 77.ª División de Infantería, conocida como la “División Metropolitana” porque estaba conformada por jóvenes neoyorquinos, muchos de ellos inmigrantes que recientemente habían arribado a los EEUU (se dice que estos soldados hablaban 42 idiomas diferentes). Al mando de uno de sus batallones – conocido más tarde como el “Lost Battalion”—estaba el mayor Charles White Whittlesey (1884-1921), un abogado graduado en Harvard.
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Con 554 soldados, Whittlesey avanzó hacía Meuse
Cuando las tropas francesas y americanas que debían cubrir sus flancos no lograron sus objetivos, la División Metropolitana quedó aislada y rodeada por los alemanes. Por esta razón, y a lo largo de cinco días, estuvieron escasos de raciones, medicamentos y agua. Al cuarto día de asedio, los alemanes le enviaron una propuesta de rendición a través de un soldado americano capturado. Whittlesey rechazó la nota con un rotundo “Go to hell”. Para entonces había perdido al 50% de sus hombres entre muertos y heridos.
Como todas las comunicaciones estaban interrumpidas, Whittlesey envió mensajes por palomas mensajeras, que sistemáticamente eran abatidas por francotiradores alemanes. Para el 6 de octubre solo quedaba una paloma llamada Cher Ami (“querida amiga”). El mensaje que llevaba precisaba la posición del batallón e instaba a que la artillería aliada no continuase bombardeando su posición. Cher Ami fue alcanzada por una bala mientras volaba a su palomar, pero pudo reemprender el vuelo a pesar de estar herida en el pecho, haber perdido un ojo y una pata. Aun así, cubrió los 32 kilómetros que la separaban del frente en apenas 25 minutos. Gracias a su informe se lograron salvar 194 hombres de los 554 que habían comenzado la ofensiva.
El día después
Tanto el mayor Whittlesey como Cher Ami volvieron a EEUU como héroes. La paloma se recuperó de sus heridas y, con una sola pata, retornó a su país de origen. El general Pershing fue personalmente a despedirla y fue condecorada con la Cruz de Guerra francesa. Murió en junio de 1919 y su cuerpo embalsamado hoy se expone en el Museo Nacional de Historia Americana del Smithsonian Institution. Además, recibió la medalla de oro de la American Racing Pigeon Union.
Cher Ami no fue la única paloma homenajeada
Una llamada Winkie había sido condecorada por Inglaterra por asistir en el rescate de la tripulación de un avión británico; otra paloma española, la 4645, también fue honrada con una medalla y una vez fallecida, fue embalsamada y expuesta en el Museo del Ejército.
Charles Whittlesey tuvo menos suerte que Cher Ami. Fue condecorado con la Legión de Honor francesa, la Victory Medal de USA, la Cruz de Guerra italiana y nombrado caballero por Montenegro, además de ser ascendido a teniente coronel. Trató de volver a su trabajo en una firma de abogados de Wall Street, pero las invitaciones a desfiles, discursos y cargos honorarios interferían con su vida diaria. A un amigo le confesó que todo esto lo irritaba profundamente.
En 1921 fue convocado a asistir al funeral del Soldado Desconocido de la Primera Guerra Mundial en el Cementerio de Arlington. Después del evento viajó en barco a La Habana. La noche del 26 de noviembre de 1921, después de cenar y departir alegremente con el capitán y otros pasajeros, se retiró a su camarote. Al día siguiente nadie pudo encontrarlo a bordo. Antes de desaparecer había escrito su testamento y, entre sus pertenencias, se encontraron cartas dirigidas a sus padres, sus hermanos y amigos, además de una nota con instrucciones sobre qué hacer con el equipaje.
Se presume que se arrojó por la borda. Su cuerpo jamás fue hallado.
* Omar López Mato. Médico oftalmólogo e historiador argentino.