Augusto Millan superó una amputación y hoy sueña con los Juegos Paralímpicos en escalada
A los 18 años tuvo una amputación por un cáncer óseo. Hoy compite para representar a Argentina en los Juegos Paralímpicos 2028.

Su historia comenzó con una amputación y hoy lo encuentra buscando un lugar inédito para el país en la paraescalada internacional.
Rodrigo D'Angelo / MDZEn 2016, a Augusto Millan Collado le amputaron la pierna izquierda a causa de un cáncer óseo. Tenía apenas 18 años. Hoy, casi una década después, será el primer representanteargentino en paraescalada, con la mira puesta en los Juegos Paralímpicos de Los Ángeles 2028.
Un accidente escolar derivó en que a los 17 años le detectaran un osteosarcoma, esto significaba un tumor maligno en uno de los huesos de su pierna, por esto, Augusto debió someterse a seis ciclos de quimioterapia que terminaron con la amputación de su pierna a los pocos días de cumplir 18 años. Este parangón en su vida fue un punto de quiebre que lo dejó al borde de todo: del dolor, del abandono, del olvido. Pero también fue el comienzo de un camino inesperado.
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Hoy, Augusto está a pocos días de viajar a Curitiba, Brasil, para competir en el Campeonato Nacional de Paraescalada y, sobre todo, para acceder a la clasificación médica oficial que le permita ingresar al circuito internacional.
Entrevista a Augusto Millan
Un reencuentro con el cuerpo
Antes del cáncer, Augusto no tenía relación con el deporte. Su rutina era gamer, de largas horas frente a la pantalla, sin interés por lo físico. “Había vuelto a nacer y estaba muy frustrado todavía en cómo estaba acertando la discapacidad”, recordó dialogando con MDZ.
Todo cambió en julio de 2016, cuando fue invitado a participar de un curso de paraesquí en Chile. Al principio se resistió, pero una conversación con Augusto Alonso, un referente mendocino en deporte adaptado, lo empujó a decir que sí.
“Esto te puede cambiar la vida”, le dijo Alonso. Y así fue. La experiencia en la nieve fue transformadora: por primera vez volvió a moverse sin miedo, sin culpa. Allí entendió que no se trataba de competir, sino de reencontrarse con el cuerpo desde otro lugar, con exigencia y autonomía.
Aquel viaje no solo fue su primera aproximación al deporte adaptado, sino también la primera vez que se sintió empujado (literal y emocionalmente) a levantarse solo después de una caída. “Me gritaba ‘dale, levantate, porque yo no te voy a ayudar a levantarte, pero estoy igual acá, por si me necesitás’”, contó sobre su instructor en aquel curso de paraesquí en Chile.
Las particularidades de su historia
La historia de Augusto también estuvo marcada por complicaciones estructurales. Durante años vivió sin DNI, lo que complicó su acceso a tratamientos y trámites básicos. En 2018, luego de su recuperación, enfrentó dos nuevas cirugías por metástasis pulmonar. A pesar de todo, siguió adelante.
Tiempo después inició estudios universitarios en la UTN y luego se trasladó a San Luis, donde comenzó Psicología y conoció la escalada deportiva. Desde 2021 entrena con constancia en Mendoza. Hoy, ya sin rastas pero con el mismo impulso, está decidido a abrirse paso en el alto rendimiento internacional.
La conexión con la escalada y un sueño internacional
Augusto descubrió la escalada en 2017, casi por casualidad. Nunca se imaginó que ese deporte, que le resultaba tan ajeno como exigente, se transformaría en una forma de volver a confiar en sí mismo. “Fue una nueva forma de vivir”, aseguró.
Después de años de entrenamiento y con el apoyo del Club Andinista y de la Federación Argentina de Ski y Andinismo (FASA), hoy está próximo a competir en Curitiba, Brasil representando a Argentina en el Campeonato Nacional de Paraescalada de Brasil. “No sabían que había un Augusto en Mendoza”, dijo sobre la sorpresa con la que fue recibido su pedido formal de participación.
La competencia no solo es un torneo: será el paso clave para obtener la clasificación médica que le permitirá entrar al circuito internacional rumbo a los Juegos Paralímpicos 2028.
Para poder viajar, organizó una colecta pública en redes sociales. Propuso una meta simple: 6.000 personas donando $300. “Gracias a cada persona que compartió, alentó y se hizo parte. Esto no es solo un logro personal, es una puerta que se abre. La paraescalada en Argentina todavía no tiene un camino claro, pero lo estamos empezando a trazar”, escribió este sábado en sus redes a días de partir a Curitiba.
Gestionar el miedo y no quedarse con la duda
Para Augusto, el miedo fue una emoción determinante. “Creo que el miedo es una emoción que te activa, y ahí depende de tus recursos de afrontación, a nivel psicológico, cómo lo vas a gestionar”, explicó. Aceptar ese miedo y aprender a moverse con él fue parte central de su proceso personal tras la amputación. Lo vivió en carne propia, incluso en la sala de operaciones, donde un ataque de pánico lo hizo suspender su segunda cirugía de pulmón.
Con el tiempo, la escalada y el deporte en general se convirtieron en una herramienta para recuperar la confianza en su cuerpo. “A veces hacés un movimiento, pero ves la altura y eso te inmoviliza, te deja una traba mental”, relató. Superar esa traba fue parte del aprendizaje: confiar en sí mismo, en su pierna, en su capacidad de sostenerse y seguir. “La escalada me dio mucha confianza en mí mismo, a gestionar el miedo, a confiar en mi cuerpo”, resumió.