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Atilio Costa Febre: "Hoy Gallardo no es el técnico que fue"

Voz inseparable de la historia de River, Atilio Costa Febre repasa sus inicios, sus relatos más recordados, el descenso, la era Gallardo.

Atilio Costa Febre comenzó a relatar a River en 1991 para Radio del Plata.

Atilio Costa Febre comenzó a relatar a River en 1991 para Radio del Plata.

Agustín Tubio/MDZ

Atilio Costa Febre es una de las voces más reconocibles de River. Relator, periodista y testigo privilegiado de épocas gloriosas y dolorosas, repasa su historia personal con el club, desde sus comienzos en la radio hasta los relatos que marcaron a generaciones de hinchas.

En una charla íntima con MDZ, Atilio Costa Febre habla de cómo llegó a ser la voz de River, recuerda partidos y goles inolvidables, reflexiona sobre el descenso, la era Marcelo Gallardo y el presente institucional del club, y deja en claro que, más allá del paso del tiempo, mantiene intacto el fuego sagrado por el micrófono y la camiseta.

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Atilio Costa Febre - ENTREVISTA COMPLETA

—¿Cuándo fue la primera vez que dijiste: “yo quiero relatar a River”?

—Bueno, primero, antes que nada, un saludo para todos. Es difícil esa respuesta para mí, porque yo nací con la vocación de ser un hombre de los medios, de ser periodista deportivo. Con el correr del tiempo me fue picando el bichito de relatar partidos de fútbol, pero no fue una iniciativa mía. Fue alguien que dijo: “este pibe tiene características como para ser relator el día de mañana”. Y yo no elegí relatar a River: a mí me eligieron. Fue en el año 1991, cuando Radio del Plata estaba atravesando un momento espectacular radialmente, con Santo Biasati como director general de la emisora y Mario Chella, uno de los grandes productores de televisión y radio, como director artístico. Biasati me convocó. En ese momento no existía todavía alguien que hiciera la campaña de River: siempre se hacía la de Boca. Y me empezó con un sermón que no terminaba más. Yo le tenía mucho respeto por su figura y por su categoría profesional. Después descubrí que, además, era un gran tipo. En un momento dado le pregunto: “¿Puedo hablar?”. Y hablé. “Dígame lo que quiera”, me dijo, porque él ya me había dicho: “Usted va a ser el referente de River, va a ser el relator de River, va a firmar autógrafos, se va a sacar fotos, va a acompañar a River por todo el mundo. Le voy a pagar un buen contrato. Los primeros tres años, después se tiene que soltar”. Entonces le digo: “Permítame preguntarle algo. ¿Puedo ser libre? ¿Puedo ser un relator, un periodista independiente?”. Y me respondió: “Haga lo que quiera”. Y así arranqué. Él me eligió, me bancó durante los primeros tres años para que yo me acomodara en el dial, porque la competencia era feroz. Yo nunca me metí en la cabeza la palabra competencia, sino la palabra aprender, porque estaban nada menos que Muñoz y Víctor Hugo. Yo era el más pibe de todo el dial, así que esos primeros años fueron de mucha adaptación y mucho aprendizaje de los consagrados. Así empezó mi historia con River, cuando en realidad yo ya venía haciendo otras cosas dentro del periodismo vinculado al fútbol que también me sirvieron mucho, fundamentalmente relatar los partidos del ascenso los sábados, que es otro mundo, otra historia. Me fui curtiendo para llegar con cierta preparación a otras ligas. Mi primer partido fue en enero del 91, en los viejos torneos de verano de Mar del Plata: River contra Racing, ganó 2 a 1. Me acuerdo que River hizo los goles Berti y el Pipa Higuaín, el padre.

—Tanto como el hijo, ¿no?

—Yo siempre le pregunté al Pipa si su hijo era realmente su auténtico hijo (risas). Es un chiste que le hago permanentemente, porque tenemos una gran amistad. En ese partido tuve de comentarista a un eterno goleador del fútbol argentino, Luis Artime. Yo era un pichón, un pibe, todavía tímido en el ambiente, y Artime me retaba y me decía: “Relatá menos y dame mucho más a mí”. Imaginate esa cabina del estadio mundialista de Mar del Plata… ¡todas las cosas que viví en mis comienzos!

—¿Cuál es el relato tuyo que más te gustó a vos? El que más recuerdo es el de Cuevas, estamos todos de acuerdo.

—Es una muy buena pregunta, porque la gente me recuerda mucho el gol de Cuevas y el de Ortega a San Lorenzo. El de Cuevas, por lo dramático del final, por esa corrida, por todo lo que pasó. Tiene tanta historia ese gol, donde está involucrada la madre de Cuevas, a quien conozco y con quien estuve hace poco en Asunción. El de Ortega, por la sensibilidad del momento, por su vuelta después de los problemas que había tenido el jujeño, con quien me une una gran relación. Pero hay muchos buenos relatos. Salas me permitió hacer relatos extraordinarios. Yo dependo mucho de las características de los jugadores para relatar. Saviola me permitió lucirme, Ortega, Cavenaghi, Crespo también. No me puedo quedar con uno solo, pero es cierto que la gente recuerda mucho esos dos: el de Ortega a San Lorenzo y el de Cuevas.

Atilio Costa Frebre - CUANTO HAY

—Después de esos relatos, ¿recordás qué sentiste cuando Chichizola le ataja el penal a Saja?

—Primero sentí que River perdía una gran chance de campeonato por una jugada infantil defensivamente. Pensé que Saja lo fusilaba a Chichizola, y sacó esa mano milagrosa. Y también quedó alguna frase mía archivada en la historia: “Las bolas nos van a empatar”.

—¿Cuál fue el momento más lindo que viviste con River en España?

—Madrid fue el mejor viaje de mi vida. Viajé mucho por el mundo gracias al fútbol y a River, pero ese fue el más lindo. La ansiedad de la ida, el nerviosismo, el saber que te ibas a encontrar con un ámbito desconocido para una definición sudamericana. El Bernabéu, con toda su mística, su historia y todas las figuras de River que pasaron por ahí. Y después volví con una alegría enorme, porque fue un gran relato también. Viajamos muchos integrantes de mi equipo, hicimos un gran esfuerzo y compartimos esa felicidad. Fue el mejor momento y el mejor viaje de mi vida.

—En 2011 hiciste una de las editoriales más duras contra la dirigencia de River. ¿Te arrepentís de algo?

—No. Ojalá ese momento no pase nunca más, pero triplicaría mi apuesta. Para mí fue una situación antinatural, algo que nunca imaginé en mi vida. Yo me preparé para relatar campeonatos de River, no para un descenso. River en la B… es increíble, todavía hoy me cuesta digerirlo. Entendí que tenía que representar al hincha, que el tipo que me escuchaba estaba puteando como yo, y traté de defenderlo señalando a quienes yo creía responsables de esa debacle.

—¿Te imaginabas lo que venía después?

—No, nunca. Viví situaciones muy difíciles con Passarella como presidente. Con el Passarella técnico había tenido una muy buena relación, que después se deterioró. Nunca imaginé lo que pasó. Creí que D’Onofrio era el hombre indicado por su capacidad y su criterio empresarial. Él mismo decía que no entendía de fútbol y que por eso eligió a Francescoli. Ahí empecé a creer que se venían otros tiempos. Y todo eso lo viví con alguien a quien quiero mucho: el Muñeco Gallardo. Lo conozco desde pibe, desde Merlo, viajando en el Sarmiento, absorbiendo todo. Es un tipo muy inteligente, de mucha personalidad. En 2014 yo estuve muy mal de salud y un día golpean la puerta de la habitación y mi mujer me dice: “Está Gallardo”. Había ido a verme, recién firmaba su primer contrato como técnico. Eso no me lo olvido más. Nos queremos mucho.

—¿Y cómo lo ves hoy?

—Hoy Gallardo no es el técnico que fue. A los grandes técnicos les pasa: deslumbran cinco o seis años y después entran en una meseta. Pasó con Guardiola, Mourinho, Klopp, Bianchi. Pasa ahora con Gallardo. No perdió sus conocimientos, pero si él metió a River en este momento feo y sostenido, ahora no puede fallar. Le dieron otra gran oportunidad. Gallardo cambió la historia después de Madrid. Y por primera vez mucha gente empezó a decir que River era más grande que Boca. Yo siempre creí que River y Boca son exactamente iguales, con matices.

—¿Seguís convencido de eso?

—Sí. Son los dos más grandes y las dos pasiones nacionales más grandes del país. La única forma de probarlo sería un censo honesto. Jugaron una de las tres finales soñadas del mundo del fútbol: Argentina-Brasil, Barcelona-Real Madrid, y Boca-River. Y esa se dio. Eso habla de lo enormes que son los dos.

Atilio Costa Febre - River y Boca

—Después de un año muy malo en lo futbolístico y siendo año electoral, ¿qué creés que se viene para 2026?

—River va a seguir creciendo en infraestructura de manera impresionante. Tiene el estadio más lindo de Sudamérica y uno de los más lindos del mundo. Tiene 350.000 socios y va a superar esa cifra. En lo futbolístico, espero que Gallardo vuelva a ser el Gallardo que conocimos y que River vuelva a jugar bien y a ganar campeonatos.

—¿Cuánto hay hoy de aquel Atilio Costa Febre que se reunió con Santo Biasati?

—Mantengo el fuego sagrado por esta profesión. No salgo de mi casa sin ganas de relatar. Puedo estar muerto físicamente, pero me pongo los auriculares, agarro el micrófono y cambio. Trato de transmitir lo que aprendí a los pibes que trabajan conmigo. Cambié como relator: hoy tengo más opinión y quizá menos velocidad, pero mantengo la precisión. Uno muta, pero la base está. Y las ganas de seguir relatando por muchos años más.