Adopción: heridas y estrés postraumático en la adultez
Las heridas invisibles de muchos hijos adoptivos persisten en la adultez. Qué dicen los expertos sobre los traumas que pueden arrastrarse tras la adopción.

En la adopción de niños grandes, todos llegan a casa con síntomas de estrés postraumático.
Archivo MDZTodos los niños o adolescentes que llegan a la adopción habiendo vivido adversidad temprana y habiendo pasado por la experiencia de vivir en un hogar, llegan a sus nuevas familias con síntomas de estrés postraumático. Pero ¿qué es exactamente el estrés postraumático?
El psicólogo argentino Juan Lucas Martin, especializado en la materia, dice que, así como podemos tener una herida en la piel que no cicatriza, en nuestra mente puede ocurrir de lo mismo, puede haber un trauma vivido cuya herida no cicatrizó y tiene sus efectos en el “aquí y ahora” como si estuviésemos en el momento del trauma.
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Digamos que, habiendo vivido algo traumático en el pasado, podemos acordarnos de ello sin que nos pase nada; pero hay situaciones traumáticas vividas que, aunque hayan pasado treinta años, cuando las recordamos revivimos las mismas emociones y sensaciones físicas de allá y entonces. Eso es el estrés postraumático; un trastorno que se produce cuando en la persona frente a un acontecimiento de la vida se activa el trauma del pasado como si fuese presente y la persona cree que existe una amenaza a la vida, a la integridad física o a la seguridad, experimentando terror o impotencia. Por lo tanto, tener estrés postraumático quiere decir vivir con miedo, quizás también con fobias, ansiedad desmedida, ataques de pánico, constante estado de alerta, pensamientos y sentimientos negativos, ira, vergüenza.
Así de rotos llegan los niños más grandes a la adopción, llegan con una enorme carga de dolor, de privaciones y malos tratos sufridos y con todas las consecuencias de dichas acciones. Como fruto del estrés postraumático, nuestros hijos viven asustados, a la defensiva y en constante estado de vigilancia. Esto no solo es agotador para ellos, sino que además los hace vivir en constante actitud de evitación; la evitación será el mecanismo de defensa para evitar lo más posible situaciones o personas que puedan provocarles esas emociones desagradables, incómodas y amenazantes.
En la adopción de niños grandes, todos llegan con síntomas de estrés postraumático
Éste se manifiesta crudamente en los momentos menos pensados, a veces es un sonido, abrir la ducha, cerrar la puerta del cuarto, y nuestro hijo de dos, tres o siete años entra en un estado de crisis, terror y llanto que hacen evidente el trauma. Pero otras veces es más sutil, uno ve a niños más grandes, adolescentes, que evitan relacionarse con los demás o que lo hacen estando generalmente a la defensiva no logrando relacionarse desde la confianza y la apertura.
En aquellos primeros tiempos en los que una de mis hijas no estaba nada bien, en los que sus enojos eran desmedidos y vivía generalmente en un gran estado de ansiedad, con miedo, confusión y desregulación emocional; recuerdo que una tarde estábamos las dos caminando a casa, ya había caído la noche, y ella me dice con la voz quebrada, los ojos llenos de lágrimas y una mirada perdida que pedía auxilio desesperadamente “No sé si estoy acá o allá... No sé dónde estoy... No sé dónde estoy”.
Su voz era desgarradora, me acuerdo de ese momento con claridad fotográfica. Realmente ya no sabía si estaba acá o allá, así de agudos eran los síntomas. Ella tenía miedo, terror, y yo ese día también tuve miedo. Nos miramos largamente y busqué las mejores palabras que podía encontrar para tratar de serenarla. En ese instante, las dos tomamos conciencia de que necesitaba más ayuda de la que estaba recibiendo. El sufrimiento era muy agudo. Recuerdo que en esa época mi hija faltaba mucho al colegio y no tenía amigos. Su nivel de angustia era desmedido.
Mi hija pudo empezar un tratamiento para el estrés postraumático y de a poquito, no sin dolor, con días en los que no se la podía dejar sola en ningún momento por la agudeza de su sufrimiento, fueron disminuyendo paulatinamente los síntomas y junto con ello fue también aprendiendo y adquiriendo un montón de habilidades emocionales. En el colegio, con el tiempo, pasó de ser líder negativo a ser líder positivo y referente entre sus compañeros. Todavía está creciendo, madurando y trabajando muchas cosas para ser feliz de verdad, pero hoy es una joven de veinte años que disfruta de la vida y tiene amigos a los que quiere entrañablemente.
El estrés postraumático es tratable
Queridos padres adoptivos, a veces la noche parece más oscura y larga de lo que es, confiemos porque siempre hay una luz que se enciende en el camino, una mano cuyo sostén nos permite avanzar, pidamos ayuda para acompañar a nuestros hijos siempre con la conciencia de que, si no se resuelven los traumas de la infancia, todo en la vida les parecerá más traumático y difícil, no dejarán de tener miedo y reaccionarán mayormente desde la susceptibilidad. No pierdan la confianza de que con la ayuda de los demás podrán nuestros hijos alcanzar un funcionamiento pleno que les de satisfacción y felicidad. Cada uno a su ritmo, cada hijo con sus tiempos, pero siguiendo siempre esa estrella.
* Cristina Ma. Goldaracena. Madre Adoptiva. Counselor en adopción y acompañamiento familiar.