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Maritchu Seitún: "La sociedad de consumo está transformando deseos en necesidades"

Es Licenciada en Psicología, especializada en niñez y adolescencia. Maritchu Seitún reflexiona en el set de filmación de MDZ sobre la orientación hacia los padres de familia.

Licenciada en Psicología, Maritchu Seitún Foto: Agustín Tubio / MDZ
Licenciada en Psicología, Maritchu Seitún Foto: Agustín Tubio / MDZ

Para fomentar la reflexión en los adolescentes, se pueden enseñar habilidades como contemplar, callar, pensar, reflexionar, analizar, descubrir, criticar, alumbrar, calibrar, ponderar, llegar a conclusiones, buscar puntos de referencia, profundizar, equilibrar, armonizar y madurar

Recibimos en el living de MDZ a Maritchu Seitún, Licenciada en Psicología. Trabaja en orientación a padres. Integra y coordina los equipos de Psicología de Niñez y Adolescencia del Centro Médico Domingo Savio. Dicta talleres de lectura y reflexión. Es reconocida por sus charlas sobre niñez y adolescencia en colegios y empresas.

- Maritchu, muchas gracias por visitarnos. Ni más ni menos que clases para padres. Me parece mucho más complicado que niños y adolescentes. ¿Cómo es?
- No creas, yo trabajo con padres primero porque tengo más años y ya me cansé de ser terapeuta de niños, tirarme al piso y jugar. Y segundo, porque es al revés. Sí, es verdad que es más complicada la orientación a padres y hay que tener más experiencia entonces dejo a los pacientes para las psicólogas más jóvenes y yo me quedo con los papás.

- ¿Necesitamos clases los papás, necesitamos entrenamiento?
- Más que clases o entrenamiento, necesitamos aclarar las confusiones que hay. Hoy, hay exceso de información y es muy difícil saber qué es lo que sirve y qué es lo que no sirve: qué puede funcionar y qué no, y entonces hay que sentarse a conversar para encontrar la claridad y, sobre todo un camino, elegir un camino. Bueno, para eso estoy.

- El camino del no, ¿sigue vigente? Porque parece estar desterrado.
- Tiene que volver a estar vigente. Tenemos que perderle el miedo a los chicos. Somos como la cáscara del huevo para el pollito, tiene que picotear y picotear contra papá y contra mamá. Contra ese adulto se va a fortalecer. Si yo no le pongo el “no” es como si yo fuera criador y rompo la cáscara. Ese pollito se va a morir, no va a poder fortalecerse para, con su fuerza, romper el límite. Y bueno, va a llegar un momento en que lo rompa y vamos a decir ok, ya está, ya está grande. Pero tiene que tener contra quien hacerse fuerte.

- Sí, y me gustó que dijeras que tenemos miedo a los chicos. ¿Qué pasó ahí? ¿Por qué tenemos miedo?
-
Tenemos miedo a que no nos quieran. Creo quizás yo, como mamá o mis padres conmigo, no estaba en discusión. Los chicos éramos medio posesiones. Los chicos hoy pueden llamar al juez de menores. O sea, se sienten muy empoderados y con derechos. Los padres realmente tienen miedo a que los chicos se enojen. Y, además, hay todo un sistema que quiere vender. vender y vender, que los convence a los papás de que lo importante es que los chicos sean felices y que para que sean felices no esperen, no se esfuercen, no se frustren, no sufran. Y todas esas cosas fortalecen. No estoy diciendo que te frustre a propósito. Te hago esforzar; pero que, ante las situaciones difíciles de la vida yo acompaño para que se vaya haciendo fuertes y tolerando niveles de dificultad cada vez más altos. No que yo le corra los escollos, porque entonces cuando aparezca un escollo así chiquitito, ya se va a tumbar.

- Tiene que ver con la autoestima, ayudar a construir una sana autoestima.
- Claro. La autoestima, quizás en 1900 tenía que ver con que los chicos ayudaban a criar a los hermanitos, cocinaban, ayudaban en la cosecha. Entonces la autoestima estaba garantizada. Porque yo valgo, porque ayudo en mi casa, yo valgo porque hago un montón de cosas. Hoy que los chicos van al cole, la autoestima no está tan garantizada y ahí es donde empezamos a chapalear en el barro y donde tenemos que tener muy claro que sí es importante que se sientan valiosos y queridos y queribles, pero para que yo lo pueda mirar y ver lo valioso y querido y querible, tengo que conseguir que me haga caso, porque si no voy a estar diciéndole todo el tiempo: “sos desobediente, me tenés harto. Nunca hacés lo que yo te digo, sos un desagradecido”. Y tiene que ver con que quizás cuando era más chico faltaron límites.

- Bien, qué claro esto y el tema de papás separados... ¿La figura de uno y otro frente al chico?
- Depende mucho de la separación. Cuando los papás se separan y conservan la pareja de padres, pueden pensar en lo que es mejor para cada hijo. No digo que sea el ideal, porque es más lindo que se queden juntos, pero la situación se sostiene bien, porque arman un equipo de papás con un hijo o varios hijos. El problema está cuando yo estoy enojada con mi ex y entonces aprovecho a mi hijo para tirotear a mi ex y empiezo a hablar de cosas que al hijo no le corresponden y empiezo a pedirle que tome partido y ahí sí el chico está tironeado; no sé si te acordás de Túpac Amarú que lo descuartizaron tironeando. Acá no es entre dos caballos, es entre papá y mamá. Y creo que habría una sola clave que es fabulosa. Estoy por abrir la boca; y esto que estoy por decir ¿beneficia a mi hijo o lo hago yo porque estoy enojada? Si no beneficia a mi hijo, me callo la boca. Y no sabés cómo ayuda solamente hacer eso.

- Maritchu, veíamos que explicabas el tema del caballo de Troya. Hacías un parangón entre las redes sociales y esto como invadiendo el seno del hogar y ni nos damos cuenta; los adultos quizás no vemos en qué están los chicos.
- Es que no nos acostumbramos ¿Por qué digo el caballo de Troya? Porque los aqueos querían dominar Troya y no podían entrar, estaba muy fortificada. Y entonces pusieron un caballo precioso en la puerta de Troya. Y los troyanos, cuando vieron el caballo, dijeron entrémoslo. Y cuando lo entraron, el caballo estaba lleno de soldados. Esto es lo que está haciendo hoy la sociedad de consumo y las redes, y están metiéndonos información y metiéndonos ideas y fabricando necesidades que no son necesidades, o sea, convirtiendo deseos en necesidades que si los adultos tenemos dificultad para distinguir lo que de verdad necesito de lo que en realidad deseo, los chicos tienen mucha más dificultad. Entonces, ¿podemos evitar que entre todo esto en casa? No. Porque por más que yo tenga una casa libre de pantallas, mi hijo tiene un compañero de colegio que tiene pantallas y va a la casa de la prima y tiene pantallas. Entonces no se trata de prohibir, porque no es esa la idea. Las pantallas son geniales. Si no las tuviéramos, no tendríamos esos trabajos que tenemos, es fabuloso que existan. Pero sí tenemos que contrapesar el efecto de toda esa información que viene, que se mete en la cabeza de los chicos y pasa algo tremendo. Y es que el papá habla con el hijo de 14 y le dice hablemos de sexualidad y de lo que fuera. Y cuando empieza a contar el papá, el hijo le dice "Ay, papá, sos un antiguo. Ahora las cosas no son así. Ahora uno besa a cualquiera y tiene relaciones sexuales con cualquiera y ni siquiera importa el sexo." O sea, cualquiera. Cualquiera. Y ese papá dice “¿Qué pasó?” Y pasó el caballo de Troya. Ese chico recibió muchísima información por un montón de canales. Y papá y mamá no contrapesaron esa información. ¿Son malos papás? ¿Son padres ausentes? No, son papás cuyos papás no tuvieron que hacer eso. Yo veía películas románticas y el amor era eterno y el matrimonio para toda la vida. Y las novelas que leía decían eso. Y los profesores del colegio decían lo mismo. No había información que contrapesar, no hacía falta, y los adultos eran equipo. Hoy, los adultos no son equipo. Y no solo eso, sino que a aquellos que nos podrían ayudar los descartamos porque los papás se enojan con el colegio, en vez de ir al colegio a decir, no sé, “¿cómo podemos hacer en sala de cinco para que las chiquitas no bailen cumbia villera, o para que no hagan Tik Tok?”. Pero se enojan con el colegio cuando el colegio sería el mejor lugar para reunir a los papás y decir “a ver ¿qué les parece?. Son chiquitas, las dejamos jugar a las muñecas y dejamos el TikTok para cuando tengan 14?”. Pero si yo tiro bombas al cole y me enojo y bueno, el colegio no va a tener ni siquiera autoridad para poder reunir a los papás y hablar de esto. Entonces creo que tenemos que volver a armar equipo, volver a armar esta tribu para poder conducir a nuestros chicos. Por ahora, los están conduciendo las redes sociales.

- ¿Cómo es lo de la tribu, armar tribu para conducir?
- Claro, hace muchos años que digo que hace falta un pueblo para educar a un niño o hace falta una tribu para educar a un niño. Y en esta sociedad tan narcisista, tan “yo”, lo que yo quiero, lo que yo necesito y nadie sabe nada, mamá no sabe nada, la directora no sabe nada. O sea; nadie sabe nada, la única que sabe soy yo. Y entonces me quedo muy sola y no puedo educar sola porque el entorno está interfiriendo un montón. Entonces necesito armar equipo con otros adultos que sí quieran a los chicos, que sí les importe el futuro, que no quieran hipotecar la infancia simplemente para vender más teléfonos celulares y bueno, para eso tenemos que armar un equipo.

- ¿Es importante el juego en esta primera infancia en el jardín?
- ¡Qué manera de hacerme preguntas distintas!

- Sí, como para que no se escape ningún ángulo de lo que queremos conversar.
- Sí, el juego es fundamental y lo que está pasando hoy siempre fue fundamental. Nosotros como chiquitos jugábamos porque estábamos aburridos y no teníamos nada para hacer y lo que había en televisión, la oferta era muy escasa. Estos chiquitos tienen una oferta enorme en televisión. tienen papás que les dan su celular para que no los molesten. Tienen tablets, cada cual la suya. Entonces es tan adictivo todo lo que ocurre en la pantalla que no necesitan jugar. No solo no necesitan, sino que no saben. Y entonces hoy sí, los papás tienen que correr las pantallas, sentarse en el suelo y casi te diría enseñarles a jugar a los chicos chiquitos porque no se les ha dado el espacio para que lo aprendan por su cuenta. Entonces hay que reforzar. ¿Y por qué es importante? Porque los chicos aprenden casi todo a través del juego. Si yo me enojé con mi mamá, juego a que mamá se había muerto un ratito y me saco el enojo y sigo de largo y ya la quiero de nuevo a mi mamá y si no me va bien en el cole, juego a la maestra y les pongo malas notas a mis alumnos. Jugar es procesar, es aprender, es relacionarme con otros. Además, el juego sacia. Yo juego dos o tres partidos de no sé, generala y después voy a hacer otra cosa y en cambio la pantalla no sacia nunca. Es absolutamente adictiva. Más. Otro solitario, otro jueguito, otro, otro, otro, otro. Los chicos salen de la pantalla locos y salen del juego relajados. Entonces , dos más dos, cuatro. Tienen que jugar más y usar menos pantalla.

- Parte de esto, de proponer dinámicas está en tu canal. Te pueden buscar por youtube, Maritchu Seitún y tenés un canal anexo y también en Instagram. En este anexo se plantean juegos, dinámicas, maneras de aprender y de enseñar a aprender.
- Sí, y a jugar. Aprender jugando. O sea, que la vida sea algo más divertida y entretenida. La verdad es que la diferencia es enorme y lo más complicado es que los papás tienen que hacer cosas hoy que antes no. Cosas que sus padres no hicieron, sus padres no informaron de sexualidad, sus padres no les enseñaron a jugar, sus padres no se ocuparon de enseñar una ética y una moral.
Y entonces hoy los padres se encuentran con que; ni se habían dado cuenta de que tenían que hacer esto, pero si no lo hacen, realmente dejan a sus hijos en manos de personas que (ojalá fuera en manos de personas que están interesadas en el bienestar de los niños) están interesadas en ganar plata, no en el bienestar de los chicos. Entonces el objetivo no es que los chicos estén bien.

- Y un apartado (te cambio de tema otra vez), sobre la serie “Adolescencia”, un breve análisis.
- A mí me parece una serie muy bien hecha porque no busca culpables, no demoniza a nadie. Y se hace preguntas y nos deja haciéndonos preguntas. ¿Qué podríamos hacer? ¿Qué tendríamos que haber hecho? Y creo que eso es lo que necesitamos. Antes de poder ir a buscar ayuda, me tengo que preguntar algo. Si no me pregunto no puedo siquiera saber que necesito ayuda. Y en la serie queda muy claro que a estos papás se les pasó un elefante por delante sin que se dieran cuenta y entonces nos cuestiona a todos ¿Qué elefante me está pasando a mí? A lo mejor mi hijo no va a matar a nadie, pero es como este papá que yo decía, del chico de 14 que se le pasó un montón de tiempo sin actuar. Y actuar no es presionar al hijo, actuar es estar presente, estar disponible, estar nosotros sin el teléfono en la mano todo el tiempo. Estoy viendo otra serie argentina que se llama “Atrapados”. Es impresionante cómo el hijo se metió en un lío y le pidió a la madre tres veces “Hablemos”. Y la madre las tres veces está muy ocupada y no lo escucha. Y cuando él finalmente va a hacer algo para resolver eso que le pasó. Le cuestiona: "¿Cómo no me dijiste a mi?". “Te quise decir. Pero no pude. No me diste oportunidad”.

- Sí, tremendo. Así que una herramienta que podemos tener a mano es intentar estar alertas, estar atentos.
- Sí, atentos y disponibles. No es te sonsaco, te indago, te pregunto. Disponible es: te cuento cosas, te rasco la espalda, te pinto el dibujo que tenés para el colegio mientras vos haces otra tarea. Escucho tu música, o sea, interesémonos por las cosas que les interesan a ellos. Si cada vez que me acerco le digo baja el volumen de esa porquería. Empezamos mal la conversación.

- Maritchu sobre el último libro, el nuevo ¿Cómo se titula?.
- El nuevo es "Criar con empatía en la adolescencia", porque ya tengo una anterior que se llama "Criar con empatía" que incluye algo de adolescencia, pero esto es 100% adolescencia.

- Bien. Y alguna clave de criar con empatía en la adolescencia.
- Y son estas cosas que decíamos. Interesarnos por lo que les interesa, pasar tiempo con ellos, estar disponibles realmente vale la pena ver la serie Atrapados para darnos cuenta de que nosotros podríamos ser esa mamá con mucha facilidad.

- Sí, y ¿abrir el hogar a que se encuentren en casa?
- Sí sería ideal, pero no es tan fácil eso porque los chicos es como que perdieron la capacidad de estar cara a cara. Están más cómodos atrás de la pantalla, entonces se encuentran pero a través de la pantalla. Y si armamos equipo y empezamos con los chicos más chiquitos a los ocho, a los nueve, a los diez, invitar si vienen, hay alguna posibilidad de que esto siga ocurriendo. El problema es que nos da pereza, me arruina la casa, hacen ruido, los vecinos se quejan y entonces por ahí dejamos de hacerlo. Y cuando nos damos cuenta que es indispensable, los chicos dicen que no, es todo a través de la pantalla. O si no, en esas fiestas multitudinarias que no se sabe ni dónde son, o que también son un peligro. Se está perdiendo este contacto íntimo, la conversación, lo interesante que es, que me hacés preguntas que por ahí otras personas no me hicieron y me invitás a contestar cosas que a mí no se me habían ocurrido pensar. Y creo que eso lo están perdiendo los chicos. Hay que ocuparse.

- Y ¿estamos predispuestos los papás a escuchar, a dejarnos conducir o hay mucha resistencia?
- Mi opinión es muy sesgada porque la gente que me viene a ver, me quiere venir a ver y entonces hay gente que sí está dispuesta a escuchar y a cambiar. Los colegios que me llaman es porque les interesa lo que yo digo. O sea, yo te diría que sí, pero no estoy tan segura. Sí creo en la responsabilidad de los papás que se están despertando y que se dan cuenta de esto, ellos tienen como una tarea de catequizar. Hablar con otros padres, ponerse a pensar juntos, ver qué cambios pueden hacer para que los chicos lo pasen mejor y estén juntos y estén seguros. Me parece que es importante que los que abrieron los ojos, ayuden a otros a abrir los ojos. Va a haber unos que le van a decir “no salí, no me interesa”, pero va a haber unos cuantos que sí los van a escuchar. Y entonces si va creciendo el grupo de la gente que quiere a sus hijos y los quiere cuidar, las cosas pueden cambiar.

- ¿Estamos a tiempo?
- Sí, siempre estamos a tiempo.

Mirá la entrevista completa a Maritchu Seitún