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Juan José Paso: el hijo del panadero que fue clave para iniciar el camino de la libertad en Argentina

Juan José Paso fue un actor relevante en el proceso de emancipación. Sin embargo, no ocupa el lugar merecido entre los próceres de la época. Su historia y las anécdotas de la previa al Cabildo.
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Entre las trascedentes figuras que el proceso emancipador distinguió, indudablemente está Juan José Paso. Su importante presencia en los primeros años de la independencia de las Provincias del Río de la Plata fue una constante hasta su muerte (1833), colaborando como pocos en la construcción de la patria.

Pero fue así como por su bajo perfil, su austera vida sin tener jamás un problema jurídico, su honestidad lejos de zozobras económicos, su imagen monacal, su recatada soltería que lo mantuvo siempre lejos de escándalos amorosos, su prudencia distante de anhelar convertirse en el centro de atención en medio de asuntos determinantes para la conquista de la independencia, su discreción ante figuras señeras como Moreno, Belgrano, Castelli, Saavedra, French, Beruti, lo terminaron catapultando en el imaginario popular a un injusto segundo plano. Si hasta en los repetidos actos escolares infantiles: mazamorreras, aguateros, vendedores de velas, serenos, damas patrióticas, ocuparon injustamente un lugar protagónico muchísimo más visible que el arbitrariamente disminuido J. J. Paso. En esos festejos patrio, que inundaron miles de patios de las escuelas argentinas, nadie “hacía” de Juan José Paso

Paso, ausente en los "actos escolares".

Para colmo, al no provenir de una familia de abolengo; su padre tenía una panadería en el centro porteño, frente a la iglesia de San Francisco, Juan José Paso debió abrirse camino solo. Fue su constancia y capacidad, lo que finalmente le permitió ocupar el prestigioso espacio que la historia finalmente, merecidamente, reconoció. Ocupó lugares preponderantes en todos los sucesos del nacimiento de la patria, aunque nunca pudo sacarse el mote con el que sus opositores pretendieron menoscabarlo: “Juan Paso, el hijo de un panadero”.

Juan José Esteban del Passo, el seminarista

Nació un 2 de enero de 1758, en el barrio porteño de San Francisco. De padre español y madre criolla, tuvo siete hermanos. Una pregunta natural se desprenderá de cualquier curioso. ¿Por qué Juan José Paso a lo largo de su vida, estuvo siempre presente en los momentos claves de nuestra historia? Esta pregunta comienza a tener respuesta a medida que conocemos algunas características de la trayectoria de este destacado porteño.

Tuvo una formación clerical. Fue a la escuela de su barrio que funcionaba al lado de la parroquia San Francisco. Hizo el secundario en el Colegio San Carlos, terminando su cursado tras trasladarse a Córdoba, al Colegio de Monserrat, y en 1775 se graduó de bachiller en filosofía y artes.

Ya de regreso en Buenos Aires, una duda existencial lo cubrió. Ingresó a un seminario; quiso ser cura, pues su vocación religiosa era muy fuerte. Mientras tanto ejerció como profesor de Filosofía y se recibió como doctor en Teología.

Al tiempo surgirá en Paso otra vocación, partiendo a Chuquisaca para definitivamente estudiar abogacía, aunque nunca dejó de ser un laico consagrado.

Estando en la universidad de Chuquisaca, fue testigo de las consecuencias en el seno de la iglesia del alto costo que pagó el cristianismo al expulsar a los jesuitas de América (1767). Uno de los epicentros de ese debate fue precisamente: Chuquisaca. Fue en esa universidad, imbuida de las nuevas ideas que se discutían tras la Revolución Francesa y la independencia norteamericana, donde paralelamente nacerá otra de sus pasiones: la política. 

Antes de regresar a Buenos Aires, ejercerá la profesión en la misma Chuquisaca, también en Charcas y Lima.

El profesor de Belgrano y Castelli

Tendrá el orgullo de manifestar públicamente que fue maestro de Juan José Castelli y de Manuel Belgrano, quienes, recíprocamente siempre reconocieron que fueron formados en el marco de la ética y el humanismo que trasmitía el profesor Paso.

Ya en Buenos Aires, durante el Virreinato de Joaquín del Pino, fue nombrado Agente Fiscal de la Real Audiencia. En el año de 1806, con 48 años, es nombrado Diputado Sustituto del Consulado, cuando los comerciantes solicitaban la abolición del tráfico comercial con puertos extranjeros.  En 1806 también encontramos a sus hermanos Vicente José, Francisco e Ildefonso colaborando en la Reconquista ante las invasiones inglesas. 

En ese contexto, participará en el Cabildo Abierto del 14 de agosto de 1806 que destituyó al virrey Sobremonte, para que Santiago de Liniers quedara a cargo del mando militar y posteriormente fuera consagrado virrey.

"El sol del 25 viene asomando"

En los tiempos preliminares al trascendente 1810, Paso integrará las filas del grupo “carlotista”, que pregonaba los posibles derechos de la princesa Carlota Joaquina de Borbón, hermana del rey Fernando VII y esposa del rey Juan VI de Portugal para ocupar la corana ante la ausencia del rey.

Seguidamente participará de las reuniones en la famosa “jabonería de Vieytes” (en realidad era la casa de Nicolás Rodríguez Peña) formando parte de quienes sostenían que la nueva organización política de las provincias del Río de la Plata debía estar gobernada por sus hijos y no por extraños.

En el trascendental Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810 tendrá un rol sustancial. Será su síntesis la que prosperará cuando sea destituido el virrey Cisneros. “Buenos Aires como la hermana mayor necesita con mucha urgencia ponerse a cubierto de los peligros que la amenazan, por el poder de la Francia y el triste estado de la Península. Para ello una de las primeras medidas debe ser la formación de una junta provisoria de gobierno a nombre del señor don Fernando VII y que ella proceda a invitar a los demás pueblos del virreinato a que concurran por sus representantes a la formación del gobierno permanente”, sostuvo Paso.  

Así se dio lo que algunos denominaron la “fórmula de Mayo”. Castelli dejando en claro la vacancia de la Corona y la reversión de los derechos del pueblo. Juan José Paso estableciendo la representación de Buenos Aires en nombre del resto con cargo de dar cuenta en el futuro.

Una curiosidad nos dejará el momento. A partir de los sucesos de mayo dejará de firmar con su apellido original: Del Passo, para inmortalizarse en la historia argentina, según consta en todos los documentos que firmó hasta su muerte, como Juan José Paso.

Estuvo en todas

Fue enviado diplomático a solucionar los conflictos en Montevideo firmando un armisticio de paz en la Banda Oriental, ya que Francisco Xavier de Elío (nuevo virrey nombrado por España, con sede en Montevideo) no reconocía la autoridad de la Junta de Mayo por considerarla sediciosa. Juan Paso era además el secretario de Hacienda de ese primer gobierno patrio.

Disuelta la Primera Junta de 1810, formará parte de la Junta Grande que convocó a los diputados de todas las provincias. En paralelo, compondrá el Primer Triunvirato de gobierno (Sarratea, Chiclana, Paso), cuyo período estará atravesado por el accionar de Bernardino Rivadavia y por la organización de la convocatoria a una Asamblea General Constituyente. También será parte del Segundo Triunvirato (Rodríguez Peña, Álvarez Jonte, Paso), donde la impronta de la Logia Lautaro y del recién llegado de Europa (José de San Martín) empezaba a hacerse sentir.

En síntesis, hasta ese momento histórico, Paso había sido integrante de la Primera Junta, la Junta Grande, el Primer Triunvirato y del Segundo Triunvirato, conviviendo entre personas de perfiles diametralmente distintas. De Saavedra a Moreno, o de Rivadavia a San Martín.

El peso de Paso

Algunas notas que no deberían pasar inadvertidas. Juan José Paso fue quien inauguró la famosa Asamblea General Constituyente del 1813, donde por primera vez no se juraba por Fernando VII y que tuvo como propósito la emancipación y constitución del Estado de las Provincias Unidas, hecho que al cabo no se pudo cumplir, pero sí consiguió medidas de alto impacto: la acuñación de una moneda nacional, el establecimiento del escudo e himno, la abolición de la inquisición y las torturas, la supresión de los títulos de nobleza y la libertad de vientres, la cancelación de la mita, la encomienda, el yanaconazgo y el servicio personal de los indios, bajo todo concepto y sin exceptuar el que prestaban a las iglesias o a sus párrocos. establecía que los indios debían ser tenidos por hombres perfectamente libres y en igualdad de derechos.

Y será Paso quien cierre la histórica jornada del 9 de julio de 1816 en Tucumán, leyendo el documento de la Declaración de la Independencia que constituyera a las Provincias Unidas de Sudamérica como una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli.

El hombre imprescindible

Cumplirá funciones diplomáticas también en Chile durante los momentos previos a que los españoles recuperaron el país trasandino (Batalla de Rancagua en 1814) amenazando seriamente la planificación sanmartiniana en Mendoza. Indudablemente, la información recabada por Paso será de enorme utilidad para la inmediata estrategia de San Martín en Cuyo.

En el marco de nuevas acciones, mediará entre Rondeau y los caudillos federales tras la batalla de Cepeda (1820) y tendrá como integrante del Senado Consultivo de Buenos Aires la responsabilidad de elegir a Juan Manuel de Rosas como gobernador.

Desde el inicio, y como siempre, Paso sostuvo sus criterios, que indudablemente chocaron con Rosas. Y si bien, el gobernador bonaerense respetaba a Paso, había posiciones que resultaron incompatibles. Los hechos no llegarán a situaciones mayores ya que la muerte se encargó de resolver el tema.

Juan José Paso fallecerá el 10 septiembre de 1833. Su hermano Ildefonso pagó los gastos del entierro. Murió en la casa que fuera de sus padres, en San José de Flores, pueblo que él (aunque parezca mentira) había fundado. Había fundado un pueblo, pero Paso no tenía casa propia.

Así se despidió el hombre al cual ninguna gestión pudo prescindir de sus servicios. Belgrano, Castelli, Moreno, Rivadavia, San Martín, Rosas; de distintos “colores” y con distintas composiciones ideológicas, todos cuando había un problema recurrieron a Juan Paso, el hijo de un panadero.