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Bruxismo: cómo abordar el trastorno que cada vez afecta a más personas

Cada vez más personas sufren este trastorno que aprieta la mandíbula, desgasta los dientes y altera el descanso. Cuáles son las consecuencias y cómo tratarlo.

Cada vez más personas sufren bruxismo
Cada vez más personas sufren bruxismo

Si bien es complejo obtener datos concretos sobre la cantidad de personas que lo padecen, profesionales coinciden en que cada vez más personas exponen los síntomas del bruxismo: dolores al morder, desgaste dental y cansancio persistente. En muchos casos, los pacientes no saben que lo padecen hasta que el odontólogo lo detecta.

Las mañanas suelen comenzar con dificultad. El descanso no alcanza, el insomnio se refleja sobre la mirada cansada. Al primer bostezo, el crujido recorre la mandíbula. El dolor contenido entre los dientes se expande hacia el cuello, la espalda y, poco a poco, invade la rutina. El malestar se vuelve parte del cuerpo, como si siempre hubiera estado allí. Así es vivir con bruxismo, así es convivir con una tensión que no se detiene.

Se dice que es un mal silencioso. Es que muchas personas no se dan cuenta de que lo padecen hasta que tienen una consulta con el odontólogo. Los síntomas, sin embargo, son evidentes. Los más comunes, la molestia en las articulaciones de la mordida y el desgaste en las piezas dentarias.

El bruxismo es una parafunción mandibular inconsciente e involuntaria que consiste en apretar, rechinar o frotar los dientes superiores e inferiores. Esto puede ocurrir durante la noche o durante el día. “Es la manera que tiene el cuerpo de descargar las tensiones acumuladas”, explica la odontóloga Daniela Sánchez.

Existen dos tiempos de bruxismo, el céntrico y el excéntrico. El céntrico implica el apretamiento de los dientes, mientras que el excéntrico es el rechinamiento dentario. “El céntrico, por ejemplo, genera mucha sobrecarga muscular y en la articulación temporomandibular (ATM) que es la conexión entre la mandíbula y el cráneo”, señala la profesional”.

Según la odontóloga, el bruxismo es una condición multifactorial. Entre las principales, se encuentran los problemas a nivel bucal como la maloclusión dentaria, las alteraciones óseas en la mandíbula o en el maxilar superior. Además, factores como la respiración disfuncional, es decir, la respiración bucal, o incluso una mala postura al dormir o al trabajar también pueden desencadenar en su aparición.

En cuanto a las causas psicológicas, estas son muy comunes. En este sentido, la profesional explica que la ansiedad y el estrés son circunstancias que contribuyen a este trastorno. Del mismo modo, en los niños, la hiperactividad o los problemas emocionales pueden generar tensiones musculares que favorecen el bruxismo.

Dolores y desgaste: las consecuencias del bruxismo

A largo plazo, el apretamiento y el rechinamiento de los dientes pueden provocar el desgaste progresivo de las piezas dentarias. “Estas presiones constantes pueden generar daños irreversibles en el esmalte, lo que puede provocar hipersensibilidad dental al frío o al calor. En casos más severos, también puede aparecer movilidad dentaria.

Otra consecuencia es el desgaste coronario, que reduce el tamaño de los dientes. ”Esto puede tener un impacto estético significativo: los pacientes suelen notar que, al sonreír, sus dientes se ven más chiquitos”, comenta la especialista.

Pero el impacto del bruxismo va más allá de la cavidad bucal. También puede generar malestares generales como dolores de cabeza, molestias en el oído, tensión en el cuello, en la nuca.

“Además, pueden inflamarse los músculos masticatorios y esto hace que se reduzca progresivamente la apertura bucal, la persona no puede abrir bien la boca porque la musculatura está contraída”, explica.

Finalmente, el nivel de estrés a los que son sometidos los músculos repercute en el descanso. “Muchas veces, la persona no logra dormir bien, se despierta con frecuencia y termina desarrollando insomnio”, advierte.

Tratamiento multidisciplinario

En cuanto al tratamiento, la profesional destaca la necesidad de un abordaje multidisciplinario: “Debe intervenir el odontólogo, el kinesiólogo y, en muchos casos, también el psicólogo”.

Desde la odontología, uno de los recursos más utilizados son las placas neuromiorrelajantes, cuyo objetivo es relajar la musculatura bucal. “Si bien no eliminan el bruxismo por sí solas, ayudan a amortiguar las sobrecargas musculares. Generalmente se usan de noche”, señala.

Por su parte, el kinesiólogo trabaja con técnicas de fisioterapia que incluyen estiramientos y ejercicios. Y, a nivel psicológico, el enfoque está puesto en abordar el control del estrés y la ansiedad, por ejemplo.

Además del tratamiento clínico, la odontóloga recomienda adoptar hábitos que colaboren a la prevención del bruxismo: realizar ejercicio físico, mantener una dieta saludable, disminuir o evitar el consumo de tabaco, incorporar técnicas de relajación como meditación, pilates y yoga.