Guardias del aire: quiénes son y cómo operan los rescatistas del Cuerpo de Aviación Policial de Mendoza

Vuelan hasta donde nadie puede llegar: de día o de noche, en montaña o en ciudad. El Cuerpo de Aviación Policial de Mendoza se ha convertido en una unidad fundamental para la seguridad y la asistencia sanitaria de la provincia. Integrado por pilotos, médicos, técnicos y aeroevacuadores, funciona desde la Base Cóndor en Las Heras y en una base operativa de San Rafael. En diálogo con MDZ, el equipo relató cómo es vivir entre helicópteros, emergencias y decisiones límites.
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Moro nació en San Rafael con una cardiopatía. Tenía 24 horas de vida y necesitaba ser operado de urgencia en el Hospital Notti. Trasladarlo en el helicóptero era la única forma de llegar a tiempo. Sin embargo, el vuelo se complicó.
El equipo despegó en el Eurocopter EC 145. Durante el viaje, el bebé se descompensó y la tripulación tuvo que regresar para que el pequeño fuera intubado. El operativo duró más de seis horas. El riesgo y la presión, también.
Hoy, Moro tiene casi 4 años. Hace un tiempo visitó la Base Cóndor junto a su mamá y su abuela, quienes, agradecidas, le sacaron una foto junto a la aeronave. Allí estaba el equipo que, un día, le salvó la vida.
Casos como el de Moro no son excepcionales, son el corazón de la labor que realiza, en silencio y sin descanso, el Cuerpo de Aviación Policial (CAP).
El CAP fue creado en 2005. Actualmente cuenta con un equipo altamente capacitado y con tres helicópteros (BK117-EC145, Halcón I y II), entre ellos uno completamente equipado con tecnología avanzada y una unidad de terapia intensiva a bordo.
“El Cuerpo de Aviación Policial está compuesto por 47 efectivos, de los cuales 41 son policías, 2 son médicos y otros 4 son exagentes de la Fuerza Aérea y el Ejército”, explica el comisario Carlos Fernando Bustos, quien se desempeña como técnico aeronáutico y mecánico de mantenimiento de aeronaves. Y agrega: “En el grupo hay pilotos, mecánicos, personal de guardia y aeroevacuadores”.
Ubicado en la Base Aérea Cóndor, en Las Heras, el equipo cumple múltiples funciones: apoyar tareas de seguridad, realizar rescates y traslados sanitarios en condiciones extremas, participar en operaciones de lucha contra incendios y en misiones aéreas en situaciones de emergencia y desastres naturales, entre otras actividades humanitarias.
Según el comisario, el Cuerpo de Aviación también realiza patrullajes preventivos sobre las rutas nacionales y provinciales, en espejos de agua y en zonas de alta concentración urbana. Además, en coordinación con la Patrulla de Rescate, colabora en procedimientos de búsqueda y rescate en alta montaña.
“Los operativos aéreos se activan a partir de una alerta que ingresa al 911. Desde allí, el Centro Estratégico de Operaciones (CEO) genera un suceso y comienza a coordinar con todas las unidades necesarias”, resalta Bustos y comenta que, una vez notificados, evalúan las condiciones meteorológicas y definen en qué helicóptero realizar el procedimiento, dependiendo si se trata de un traslado o un rescate.
“Se convoca a los médicos y a los evacuadores, y si la misión lo requiere, se incorpora a personal especializado de la Patrulla de Rescate. Todo queda registrado en el sistema del 911”, subraya.
En el sur de Mendoza, el CAP cuenta con una base operativa ubicada en el aeropuerto de San Rafael para desarrollar algunas operaciones de vuelo en toda la zona, abarcando los departamentos de Malargüe y General Alvear.
El compromiso de pilotos y aeroevacuadores
“El miedo agudiza los sentidos”, dice el subcomisario Fernando Sánchez al recordar uno de los vuelos más importantes de su carrera. Fue un rescate nocturno en plena cordillera, en Punta de Vacas, donde una madre y sus dos hijas habían sufrido un accidente. A pesar del peligro, el equipo decidió despegar para rescatarlas.
Sánchez, al igual que Martín Martínez y Cristian Ramírez, integra el equipo de pilotos de la base. Entre sus responsabilidades se encuentran la evaluación de las condiciones meteorológicas y la planificación de los vuelos. Consciente de su compromiso, entiende que asumir el riesgo es parte de su labor.
“Nos arriesgamos mucho y no nos damos cuenta, en esos momentos nos enfocamos en salvar una vida”, comenta al respecto la enfermera Irene Martínez, quien forma parte del grupo de aeroevacuadores junto a los auxiliares Valeria Ríos y César Pannochia, entre otros efectivos.
El equipo médico cuenta con equipamiento específico para atender emergencias en pleno vuelo. Según la doctora Noemí Rivero, jefa del grupo de aeroevacuadores del Cuerpo de Aviación, “el helicóptero sanitario de Mendoza es una de las mejores aeronaves del país en su tipo, por su tecnología y capacidad operativa”.
De esta manera, a lo largo de los años han logrado una efectividad total en los traslados. “Nunca se ha muerto un paciente en pleno vuelo. Nuestro objetivo es que llegue con vida al centro de alta complejidad, y en eso tenemos un 100% de satisfacción”, afirma la profesional. Para ella, participar en un operativo ya es parte de su rutina, por lo que el vértigo y el miedo quedaron atrás.
Lógicamente, cada proceso tiene un desenlace diferente. Desde el CAP celebran que cuando una persona rescatada logra recuperarse, pero también sienten una profunda tristeza cuando reciben la noticia de que un paciente ha fallecido. “Nos marca, es inevitable”, reconocen los policías.
Detrás del vuelo: el rol esencial del equipo técnico
Aunque la labor es extensa, gran parte de la sociedad desconoce el trabajo que se realiza desde el Cuerpo de Aviación, que también participa en acciones humanitarias como el traslado de agua a puestos rurales, por ejemplo, o de insumos a los campamentos del Aconcagua.
Lo cierto es que detrás de cada vuelo hay un rol más silencioso aún, pero sumamente fundamental: el del equipo técnico, que garantiza que cada misión sea posible y segura.
El principal Diego Amaya es el jefe del equipo, y lo acompañan los auxiliares Javier Domínguez y Mariano Bustos, responsable técnico e inspector de mantenimiento, respectivamente.
En el hangar de la base, este grupo se encarga del mantenimiento de las aeronaves, siguiendo las regulaciones establecidas por la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) de Argentina. También supervisan el estado de los motores y los repuestos, cumpliendo con una tarea delicada y sustancial para asegurar que los helicópteros sigan operando en condiciones óptimas. El personal está altamente capacitado, habiendo participado en formaciones en Estados Unidos y Brasil.
“Cuando el operativo finaliza, nuestro trabajo continúa. Una vez que dejan al paciente en el hospital, por ejemplo, la máquina vuelve al hangar y debemos inspeccionarla y dejarla lista nuevamente, preparada para otro requerimiento”, detalla Javier Domínguez.
Fotos y video: Marcos García