Luca, en primera persona: "El Asperger no es una mochila, es un compañero"

Cada 2 de abril, desde 2007, se conmemora el Día Mundial de la Concienciación sobre el Autismo, establecido por la ONU para promover la inclusión y derechos de las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA). En Argentina el Ministerio de Salud estima que hay 400.000 personas con TEA. Sin embargo, la lucha por la inclusión educativa, laboral y social sigue enfrentando barreras. Luca, un adolescente con síndrome de Asperger (parte del espectro autista), comparte su experiencia en un sistema que avanza, pero que aún tiene deudas pendientes.
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Luca tiene 14 años y es alumno de la escuela técnica Pablo Nogués. Es alto, con una presencia que desdibuja su edad, lleva en sus ojos negros -brillantes, de mirada profunda y genuina- la curiosidad de quien pregunta sin miedo. Dibuja héroes y banderas, pero también hoces y martillos, retratos del Che Guevara y siluetas que gritan solidaridad con Palestina o los caídos en Malvinas.
"Este dibujo no lo firmo porque no es mío nada más, es de todos, es de los caídos", dice, mientras sus trazos revelan una conciencia social. Fanático de la Revolución Rusa y del Manifiesto Comunista, Luca también sabe nombrar el dolor de las Madres de Plaza de Mayo. Quiso ir a la marcha del 24 de Marzo, pero ese día era el cumpleaños de un amigo.
"Aguanto a la sociedad en su violencia, pero también siento la caricia del día"
Para Luca, el día a día es una mezcla de desafíos y pequeños triunfos. "Intento zafar de que alguien se me acerque a hacerme algo, de no pelearme con nadie. Siento que aguanto a la sociedad en su violencia", confiesa. Sin embargo, "también siento la caricia del día". Luca encuentra salida en sus pasiones: la música, las series que ve con su mamá y su hermana, cuando comparte con sus primos, sus tíos, su padre y sus amigos: su tribu. "Cuando me pongo música siento desinterés en los problemas, cuando dibujo siento que estoy gritando mis sentimientos, mis ideas".
En la escuela, donde muchos niños con TEA enfrentan rechazo -4 de cada 10 son excluidos según TGD Padres TEA-, él ha tenido suerte: "Me siento bien acompañado por profes y directivos". Sobre sus compañeros, aunque reconoce que "en la primaria eran insoportables", ahora la convivencia es más llevadera. Quizá porque Luca, aunque vive con Asperger (diagnosticado hace tres años tras la insistencia de su mamá), no pide permiso para ser quien es: un pibe que domina el lápiz como otros la pelota y que debate política con la misma naturalidad con que habla de Sonic, su videojuego favorito.
"El Asperger no es una mochila pesada, es un compañero"
Luca recibió su diagnóstico de Asperger hace tres años luego de mucha pelea de su mamá quien lo acompañó y le explicó siempre lo que estaba pasando. No cambió su vida, pero sí le dio herramientas. "No sentí un cambio. No lo veo como una gran mochila en mi espalda; es una condición, como un compañero que me recuerda lo que soy", explica.
Sus sueños y proyectos no tienen techo: "Quisiera trabajar en Sega, ser músico de rock internacional como Charly García, Luis Alberto Spinetta o Gustavo Cerati. Seguir haciendo arte", cuenta Luca quien es fanático de Sonic y que además domina el dibujo de manera brillante.
Sin embargo, la realidad para adultos con TEA es distinta y según la fundación Brincar x el Autismo, solo el 15% accede a empleo formal.
Deudas pendientes: educación, salud y género
Mientras Luca transita su adolescencia con apoyo, otros enfrentan obstáculos sistémicos:
- Escuelas que excluyen: aunque la Ley Nacional 27.043 garantiza derechos, casos como el del hijo del arquero Rodrigo Rey -rechazado en un colegio privado- exponen prácticas discriminatorias.
- Obras sociales que incumplen: el 30% no cubre terapias obligatorias (Defensoría del Pueblo, 2024).
- Brecha de género: las mujeres con TEA son diagnosticadas más tarde ya que los comportamientos de las niñas son distintos a los de los niños. Por ejemplo, las niñas suelen ser más silenciosas, tienden más a controlar su comportamiento en público e intentan encajar más en la sociedad, saliéndose del “modelo” masculino de autismo.
"No necesitamos solo un día de concientización, sino políticas concretas", reclaman desde agrupaciones como TGD Padres TEA. Para Luca, la clave está en que la sociedad aprenda a ver el autismo no como una barrera, sino como parte de la diversidad humana. "Lo siento ahí, al lado mío, pero no como una carga", repite.
En un mundo que aún lucha por incluir, la voz de Luca, como sus dibujos, es un grito: la neurodiversidad no es un problema, sino una forma distinta de habitar el mundo.