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Del otro lado del muro: el barrio y las realidades que se ocultan frente a la Universidad Nacional de Cuyo

La UNCuyo construye un muro para prevenir delitos en el campus universitario. El paredón divide una parte del barrio. Pero hay muros invisibles más potentes.

Foto: Walter Moreno/Mdz
Foto: Walter Moreno/Mdz

El muro gris de más de 3 metros de alto y clavado al suelo que construyó la Universidad Nacional de Cuyo tapa el horizonte vecino. Apenas asoman por arriba algunos tanques de agua que sugieren que fuera del perímetro de la Ciudad Universitaria hay algo más.

Del otro lado está Javier, de 15, que regresa de la escuela secundaria a la que asiste. Ahora tiene un enorme paredón de cemento premoldeado que le impide ver como antes lo que para él es el sueño: estudiar en la Universidad.

El enorme paredón oculta el barrio que está del otro lado. Un tanque de agua sugiere que hay un barrio. Foto: Walter Moreno

“Quiero estudiar enfermería”, dice el adolescente, que va a una escuela confesional de los barrios del Oeste y vive en la barriada Flores-Olivares, justo lo que “está del otro lado” del muro. Ese paredón separa la realidad que vive Javier y el futuro que desea. “Los del muro no preguntaron nada. Apareció. No molesta, pero es raro, como si tuviéramos alguna enfermedad o algo. Nos dividen”, dice el joven. En el barrio la mayoría de los adultos apenas llegó a tercer grado de la primeria. Él quiere ser universitario.

La calle Aldo Giordano atraviesa los barrios Flores y Olivares. Es de tierra, aún tiene basurales y pozos enormes. Toda la zona está a medio camino de un proceso de urbanización que lleva más de una década. La calle se hace más angosta y a cada lado aparecen callejones estrechos.

Hay un centro estatal llamado Nido, que es parte del plan de urbanización y mejoras que se ejecuta, y en la plaza de enfrente un grupo de niños ensaya música murguera en plena siesta. Más adelante hay algunos autos abandonados y el muro ya no está, pero hay basurales que también dividen los barrios de la Universidad. Una plaza con juegos rotos y que tiene aguas eterna por una pérdida y, del otro lado, la rotonda en la que están las facultades de la principal casa de altos estudios de la provincia.

El muro divide una parte de los barrios con la Ciudad Universitaria. No todos los vecinos están en contra, pero nunca fueron consultados. Foto: Walter Moreno

De un lado, una comunidad de 40 mil personas, la mayoría profesionales. Del otro, un mundo de carencias y olvidos. El contraste es enorme, pero ambos mundos conviven hace más de medio siglo. “Entiendo por qué han construido el muro, ellos tienen sus razones. Es verdad que en les han robado a muchos chicos de la Universidad que también tienen necesidades. Pero al menos podrían haber preguntado, avisado que nos iban a dividir”, opina otra mujer que vive en la zona desde hace 40 años.

El paredón se construye en el extremo oeste del predio universitario. Lo hicieron para impedir el ingreso desde esa zona y como medida de seguridad porque hubo robos y otros delitos. Detrás está el zanjón, el barrio San Martín, también instalaciones policiales y otros barrios de Ciudad. Desde la UNCuyo aseguran que el muro solo cubrirá un sector y que el contacto con los barrios se mantendrá, que la gente puede circular libremente e ingresar al predio. Que fue una respuesta a los reclamos de la comunidad universitaria.

Un basural ubicado justo frente a la UNCuyo. Foto: Walter Moreno

La Universidad es gobernada por el Consejo Superior en el que hay docentes, graduados, estudiantes y no docentes. Hay una población de más de 40 mil personas, un presupuesto que supera al de cualquier municipalidad (hoy afectado por los recortes) y, aseguran, están preocupados por la inseguridad. El paredón es la solución hallada, aunque de noche, cuando más riesgo hay, las zonas oscuras y el abandono abundan. Hay una pared, pero no luces en la UNCuyo.

“La verdad es que entiendo porque las pibas tienen problemas a la noche. Se metían por la esquina, iban a las paradas de colectivo y se escapaban por el zanjón. No sé si es una solución, pero los entiendo”, dice otra mujer que camina por Aldo Giordano en plena siesta. En cada testimonio hay una impronta relevante: hablan de “ellos y nosotros”; de uno y otro lado. El efecto muro divisor es tangible.

También de noche la realidad es más cruel en los barrios aledaños. El zanjón, por ejemplo, es un sitio de resguardo y de ocultamiento. Hay, aseguran los vecinos, un problema con las adicciones. Desde hace algunos años aparecieron jóvenes que perdieron peso y tienen los ojos hundidos. Otros que duermen en el zanjón o directamente en la calle; la mayoría afectados por los consumos problemáticos. “Aspiran algo; lo queman y lo aspiran. Un vecino mío ahora pesa 40 kilos y es un muerto vivo”, explica otra mujer. "No lo veo mal a lo del muro porque se metían mucho", agrega.

Muros

Desde la ventana de la casa se ve clarito la vida universitaria, que a toda la familia le queda cerca, pero a una distancia infinita. La jefa del hogar prefiere no decir su nombre. Tampoco puede escribirlo. “No sé leer ni escribir”, explica. Por eso tiene las rutinas adaptadas a esa carencia: le leen los mensajes, cualquier trámite debe ser oral y no sabe lo que firma. En su brazo, sin embargo, tiene tatuajes con nombres propios de algunas personas queridas.. Hace dos meses están sin luz y la supervivencia es ya un modo de vida.

Son 8 mujeres y dos hombres en una casa de dos habitaciones. Se turnan para dormir en colchones desgarbados, un sillón, una cama sin colchón y algunas colchas. Sobre la mesa hay algo de pan duro. Afuera, un basural de varias capas densas de residuos y la Facultad de Derecho.

Foto: Walter Moreno

El muro físico no está. Pero hay otro más difícil de penetrar. “No vienen. Acá vivíamos 8 mujeres y ahora estamos todos en una casa. No tenemos luz, no podemos cocinar. Cartoneamos todas y salimos a pedir”, dice. Las casas del barrio son parte del plan de radicación y urbanización que se ejecuta y reemplazaron a los ranchos que había antes. El hacinamiento se profundizó y ahora la basura se acumula también en las acequias. "No tenemos lugar. Nos turnamos para hacer las cosas y no podemos cocinar ni nada porque no hay luz", dice una de las hijas, que perdió la changa que tenía porque se les rompió el carro cartonero.

A pocos metros está la única facultad de Derecho de una universidad pública en Mendoza; también la flamante sede de la Facultad de Educación Elemental, donde se forman los docentes del futuro. Un poco más allá, el Comedor Universitario. Aún no comienza el ciclo lectivo y es un problema. La familia tiene como rutina visitar el Comedor para que le den parte de lo que sobra. Ese es el principal vínculo con esa casa de estudios.

Foto: Walter Moreno

La villa

Una hamburguesa por 50 centavos y una cerveza Palermo en promoción. Almuerzo universitario de "pobre" y excusa de recreos largos. Sí, allí en la "Villa" "El Shopping", como le llamaban en los 90 al pequeño comercio que estaba escondido en los pasillos del Flores y que era punto de encuentro para estudiantes universitarios. llí hicieron las primeras migas políticas algunos actuales funcionarios de alto rango: ministros, secretarios, intendentes, alfiles de Alfredo Cornejo que desde Ciencias Políticas imaginaron gobernar. Ellos lo lograron. La convivencia entre la Universidad y los barrios Flores y Olivares tuvo idas y vueltas Desde el intento de esconderlos en la dictadura y reclamos para erradicarlos y que la UNCuyo avance sobre esos terrenos, hasta vinculaciones profundas y convivencia.

Hubo varias radicaciones y erradicaciones que amenguaron la densidad de la zona. El plan de urbanización que se ejecuta desde 2016 incluye desde viviendas y servicios básicos, hasta la regulación dominal. Es un barrio liderado por mujeres y habitado en su mayoría por jóvenes y niños: 4 de cada 10 tiene menos de 15 años, las personas más afectadas por la pobreza en Mendoza. Aún con las intervenciones que hubo, el 3% de la población no tiene baño y el 29% lo tienen fuera de la casa. Casi la totalidad tiene poso ciego y no cloacas. La lista de carencias es enorme y revierte todas las estadísticas que la Ciudad y la propia Universidad muestran orgullosas. Es lo que ocurre cuando se hace zoom y se abandona el plano general.

Foto: Walter Moreno

En el último relevamiento del IPV se determinó que el 25% de las viviendas aún mantenía piso de tierra, el 95% no tenía agua de red y la gran mayoría había ejecutado conexiones irregulares a los servicios. En total son unas 500 casas. Los dos barrios viven también la inseguridad con otras zonas vecinas, como los barrios San Martín, Santa Rita y Aeroparque. Del total de hogares, el 90% tiene alguna necesidad básica insatisfecha. La mayoría de los hogares son liderados por mujeres que tienen, también en su mayoría, trabajos informales.

Ceferino Gómez moja con un balde la tierra aplanada de su terreno para evitar la polvareda. Detrás de él, hay un pequeño mural pintado por una vecina que advierte: “Los colores iluminan, no discriminan. De este lado también hay sueños”. El hombre tiene una mirada positiva sobre el avance del barrio y también con su vecina, la UNCuyo.

Ceferino cuida su terreno para mejorar el barrio. Foto: Walter Moreno

“Esto lo limpié yo para que se vea mejor. Hay mucha gente trabajadora, mi hermano, mucha gente que la lucha día a día. Igual que en la Universidad, que hay mucha gente que quiere algo mejor. Ellos quieren cuidar como una mamá que cuida a sus hijos me imagino, que lo hacen para proteger a los que estudian”, dice. "Todo eso que están haciendo es para cuidarse. Igual es raro porque la verdad es que es feo porque te sentís como si estuvieras preso. Lo vi al muro que era como de placas de hormigón y las paredes de la penitenciaría es igual. Los chicos de la facultad necesitan sentirse protegidos, y eso lo entiendo. Todos hacen sacrificios para ser alguien y tener un título", dice Ceferino.

La Ciudad Universitaria tiene facultades diversas y forma profesionales para saldar carencias sociales en medicina, economía, infraestructura, política, artes, educación y acceso al derecho. Frente a ella hay una enorme comunidad que tiene una necesidad para cada especialidad, pero varios muros que los separan.

Fotos y video: Walter Moreno