Bienestar

Qué es el mal de ojo y por qué puede afectarnos psicológicamente

El “mal de ojo” es una creencia popular arraigada en diferentes culturas que atribuye la capacidad de causar daño a través de la mirada.

Carlos Gustavo Motta
Carlos Gustavo Motta sábado, 3 de agosto de 2024 · 07:01 hs
Qué es el mal de ojo y por qué puede afectarnos psicológicamente
Estar ojeado significa encontrarse observado o vigilado, generalmente de manera discreta o secreta. Foto: Archivo MDZ

Estar ”ojeado” es un término coloquial utilizado en América Latina especialmente en Argentina, Uruguay y Chile. Significa encontrarse observado o vigilado, generalmente de manera discreta o secreta, pero al mismo tiempo posee una connotación de haber sido objeto de una mirada envidiosa o maligna que puede causar daño o mala suerte. Considerado una superstición la creencia en él puede tener un impacto significativo en la psicología de las personas que lo creen. Provoca ansiedad, estrés o miedo y puede afectar el  bienestar psicofísico.

El mal de ojo implica una virulencia de la mirada. La envidia es móvil del contacto nocivo establecido por los ojos que puede enfermar, debilitar a la víctima, apropiarse del alma, arruinarla incluso hasta matarla. La raíz en latín invidere significa mirar con ojos malvados. La envidia tiene esta particularidad que se potencia por la energía malsana emergente a través de la mirada, desestabilizando y malogrando la existencia de la persona envidiada.

El mal de ojo implica una virulencia de la mirada.

Desde psicoanalistas como Jacques Lacan hasta el sociólogo David Le Breton entre otros, el mal de ojo ha sido objeto de estudio donde la mirada es la principal característica que puede traer desgracias. Claro, muchos dicen y afirman que no es verdad, reímos de esta imaginación supersticiosa y nos encontramos decir  “uno nunca sabe” o “no creo en brujas pero que de que las hay las hay” mientras hacemos cuernos con nuestras manos o tocamos las llaves o llevamos una pulserita roja en la muñeca o un ojito turco como dije colgante.

En la infancia, niños y niñas por su belleza y su salud son víctimas privilegiadas del mal de ojo que logra enfermar. Son proclives a desencadenar la envidia de otra mujer, portadora en su origen del maleficio que resulta incierto pero que aparece en varias culturas. En la antigua Grecia y Roma se creía que la mirada de los celosos o envidiosos causaba daño; en algunas tribus de indígenas americanos se creía que la miraba de un chamán o brujo podría causar enfermedades. La creencia del “ojo maligno” se menciona en textos bíblicos como en el Libro de los Proverbios.

En textos islámicos se asocia con la envidia y la mala intención

Para David Le Breton, la fuerza de persecución de la mirada y su nocividad encuentra su origen en la mitología griega con Medusa cuyos ojos arden con tal fuego que transforma en piedra a cualquiera que la mire. Su rostro es el del horror; ambigüedad de belleza masculino y femenino; de maldad donde reina el caos que prefigura lo innombrable o lo irrepresentable.

El mal de ojo ha sido objeto de estudio donde la mirada es la principal característica que puede traer desgracias. Foto: MDZ.

Para Jacques Lacan la mirada es un concepto clave en la constitución de las personas y en sus relaciones entre sí. La mirada resulta una herramienta de poder, control y deseo. En este sentido, el mal de ojo podría interpretarse como manifestación de deseo o envidia del otro que se proyecta a través de la mirada. “Mirar” (en francés le regard) es un modo del deseo que busca capturar o poseer al otro. Puede verse como una forma patológica del deseo donde la mirada se convierte en instrumento de daño o control. La persona que “ojea” siente una sensación de inferioridad o inseguridad ante alguien que posee algo que ellos desean. La mirada de este modo expresa agresión u hostilidad hacia la persona envidiada. Lacan afirma que cuando uno piensa en la universalidad del mal de ojo, llama la atención que en ninguna parte haya la menor huella de un buen ojo, de un ojo que bendice.

Sigmund Freud en su ensayo El malestar en la cultura explora cómo las creencias supersticiosas pueden ser una forma de expresar ansiedad y miedo inconsciente. Desde esta perspectiva, el mal de ojo puede ser visto como una forma de externalizar y explicar eventos negativos o sentimientos de inseguridad. En definitiva, el mal de ojo es una creencia cultural compleja que refleja dinámicas sociales, económicas y políticas de una comunidad e influye en las relaciones interpersonales y la cultura. Leonardo da Vinci se interroga al respecto: ¿Quién podría creer que un espacio tan pequeño contenga las imágenes de todo el universo? ¿Qué lengua es capaz de revelar tal maravilla?

Carlos Gustavo Motta.

* Carlos Gustavo Motta es psicoanalista y cineasta.

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