¿Por qué se celebra Santo Patrono Santiago y por qué no prosperó la original propuesta de San Pedro?
Por decreto de la provincia de Mendoza del 6 de setiembre de 1976 se proclamó feriado en todo el territorio provincial el 25 de julio en conmemoración a Santiago Apóstol. La veneración se estableció anualmente y estuvo relacionada con la ofrenda que el pueblo mendocino le hacía a Santiago Apóstol para que protegiera a la ciudadanía de los temblores y calamidades. El festejo se remitía a épocas coloniales, mientras que los ritos religiosos y la creencia popular determinaban que se debía efectuar una procesión en honor a Santiago, pues de no realizarse celebraciones, el santo ofendido ante la poca predisposición cristina generaría fuertes movimientos sísmicos y catástrofes en represalia a la supuesta desconsideración hacía su imagen sagrada.
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El 25 de julio la Iglesia Católica celebra en su santoral la fiesta de Santiago “el Mayor”, uno de los doce apóstoles elegidos a quien se lo representa vestido de peregrino o como un soldado montado en un caballo blanco en actitud de lucha. San Crisóstomo dirá que Santiago fue el apóstol más atrevido y valiente, mientras que el nombre de Santiago provendría de las palabras “Sant Iacob” (del hebreo “Jacob”). Así durante las batallas, los españoles solían gritar “Sant Iacob ayúdenos”, y al decirlo rápido y repetitivamente sonaba como Santiago.
El apóstol Santiago fue conocido también por haber preparado el camino para que la Virgen María sea reconocida como “Pilar” de la Iglesia.
El gobernador "cabalero"
Después de algunos intentos frustrados los españoles pudieron radicarse en Mendoza. Fue en 1561 cuando Pedro del Castillo fundó la Ciudad de Mendoza.
La conquista del territorio mendocino estará enmarcada en “la corriente colonizadora del oeste”. Se concretó definitivamente cuando el nuevo gobernador chileno García Hurtado de Mendoza (reemplazante del asesinado Valdivia) envió a Pedro Ruiz del Castillo como Teniente Gobernador y Capitán General para “poblar, fundar, repartir tierras y encomendar indios en las provincias de Cuyo”.
La fundación mendocina sería la séptima ciudad que nació bajo la gestión de García Hurtado de Mendoza. El gobernador chileno gozaba entre sus tropas de una consabida y extrema fama de supersticioso. Él mismo justificó con argumentos sobrenaturales los anteriores traspiés sufridos cuándo le preguntaban sobre el fracaso de los intentos colonizadores previos. Por lo cual la séptima fundación de una ciudad (con todo lo que el número 7 implicaba para “los cabaleros” españoles) tomaba una vital importancia.
La fundación de Mendoza representaba entonces un gran orgullo y prestigio político para García Hurtado de Mendoza. También significaba todo un desafío. Y “creer o reventar”, el proceso colonizador de G. H. de Mendoza continuará signado por muertes, intrigas y persecuciones, consecuencia de las fuertes disputas reinantes en Chile, donde grupos antagónicos se disputaban el poder y los beneficios que emanaban de la capital virreinal (“la ciudad de los Reyes”, hoy Lima).
Las grietas españolas
Pero ya una vez en el valle de Huentata, Pedro del Castillo dio lugar al cumplimento de los pasos formales de la fundación, según las Leyes de Indias:
- Toma de posesión legal del sitio establecido como centro del poblado e instalación del estandarte real por medio del alférez de la misión, por lo cual todas las tierras descubiertas eran propiedad exclusiva del rey español Felipe II. Eso era una prueba clara del absolutismo monárquico. El rey será el dueño de las tierras conquistadas (Las tierras eran de él y no de la corona).
- Comunicación oficial a los caciques e indios de todo el valle mendocino que desde ese momento eran súbditos del rey de Castilla “para siempre”.
- Denominación de la ciudad como “Ciudad de Mendoza en el Valle de Nueva Rioja”. Tal denominación está fundada en rendir honores al gobernador chileno del momento (Hurtado de Mendoza) y al lugar de dónde Castillo era oriundo (Rioja española).
- Castillo enterrará la cruz cristiana donde inmediatamente se erigirá la futura iglesia como símbolo de la evangelización.
- Plantación de un árbol y “rollo” (tronco cilíndrico, más alto que grueso) en el medio del futuro centro de la ciudad como “símbolo de poder real y suprema justicia”.
- Toma de juramento a todos los presentes por parte del sacerdote de la delegación.
- Los escribanos oficiales nombrarán los integrantes del Cabildo, ante quienes Castillo juró como Gobernador.
- En pasos posteriores los escribanos rubricarán y publicarán las actas y se procederá a la distribución de las tierras otorgando las oficiales “mercedes reales”.
Se va la segunda
Aquellos viejos problemas entre españoles devinieron en una segunda fundación mendocina, después de que una nueva expedición al mando de Juan Jufré refundará Mendoza. La razón de la nueva fundación estaba motivada en los reiterados intereses políticos internos entre los españoles radicados en Chile y las pujas que nacían del gobierno virreinal en Lima.
Tal circunstancia hará que García Hurtado de Mendoza renunciara siendo reemplazado por su archienemigo interno, Francisco de Villagra como el nuevo gobernador del “Reyno de Chile”. Éste entonces mandará a Juan Jufré para reemplazar a Castillo y gestar una nueva fundación pretendiendo dejar sin efecto todo lo actuado anteriormente.
Pero todos los pasos formales seguidos por Castillo valieron al tiempo para que “la segunda fundación de Mendoza” en 1562 no fuera considerada “oficial” y careciera de jerarquía administrativa urbana. Jufré había encarado una nueva fundación bajo el nombre de “Ciudad de la Resurrección” a solo unos metros del primer asentamiento creado por Castillo con el pretexto de que la ciudad había sido fundada en un pozo, lo que la convertía en poco segura. Pero la historia y la ley española le darán la espalda, devolviéndole toda la gloria fundadora a Castillo.
El patrón que los unió pero que no prosperó
En lo único que coincidieron Castillo y Jufré fue en la designación del nombre de la iglesia mayor y del santo protector de la ciudad. Tal opción recayó en San Pedro, como “patrón y abogado de la nueva fundación”. Sin embargo, diversos motivos hicieron que a los pocos años, Santiago se convirtiera en el titular de la ciudad, a pesar de que en las actas de fundación donde quedaba claro que Castillo y Jufré eligieron como patrono a San Pedro.
En síntesis, San Pedro pronto desapareció del patronazgo local, pues ya desde los primeros años de la ciudad, el santo que aparecía como patrono era Santiago.
El cambio de santo protector puede tener varias explicaciones en el plano de las conjeturas:
La precariedad de la vida religiosa en esos tiempos empujó a modificar la determinación original, pues las escasas ceremonias religiosas en la zona no profundizaron la consolidación de San Pedro como patrón protector.
Los sacerdotes que llegaron a Mendoza en los primeros años de su fundación no gozaron de muy buena fama y ostentaban hábitos “non santos”. Otros intereses los movía, no la prédica evangelizadora. Fue el caso del sacerdote Hernando de la Cueva, a quien hubo que pagarle 1.000 pesos castellanos para que viniera con Castillo o el cura Luis Bonifacio, recordado por su apego, según las crónicas de la época: “a las damas, el vino y el juego de cartas”. Tales circunstancias pudieron haber influido para que la confirmación del patronazgo proviniera más de los soldados que de los clérigos.
Habría que agregar que Santiago era el Patrono de España y de su caballería, y un santo más al gusto de los conquistadores ibéricos de entonces. Santiago representaba un guerrero místico (“el matamoros”) que por su carácter impetuoso era conocido como “Hijo del Trueno”, como le puso Jesús a él y a su hermano San Juan el Evangelista.
Santiago era además el protector de los curtidores, veterinarios y de los fanáticos de la equitación. La imagen que llegó a Mendoza en 1600 así lo muestra: sobre un caballo, empuñando una espada y con dos musulmanes a sus pies.
La festividad
“Patrón de las Españas y a quien esta Ciudad tiene por Patrón y Abogado”. Se leía ya en las actas de gobierno de Mendoza en 1575. Lo que confirma que desde ese tiempo Santiago es considerado como el protector.
El día 24 de julio se hacía el paseo del Estandarte Real desde la casa del Alférez designado el año anterior hasta el Cabildo. Allí juraba el nuevo Alférez Real, recibía el Estandarte y se pasaba a la Iglesia Matriz. A la mañana siguiente (25 de julio) se celebraba la Misa de Santiago con el Estandarte Real nuevamente en la Iglesia Matriz. Concluida la ceremonia, llevaban el estandarte a la casa del Alférez Real y allí permanecía hasta el 24 de julio del año siguiente. Y así, año tras año, pasaba otra conmemoración a Santiago, “el atronador” como sostendrá la oración que solicita su intercesión ante el dios católico.


