El increíble final del zeppelin que marcó un hito en la publicidad de los noventa

Las campañas publicitarias con intervenciones en la vía pública son algo muy popular, ya sea con carteles o con la organización de eventos para promocionar un producto, pero la histórica empresa láctea Mastellone rompió con los estándares e intervino los cielos, quedando en la historia en los 90. Aunque son comunes los aviones que publicitan productos o servicios, cómo puede verse en las playas de la Costa Atlántica, la marca "La Serenísima" surcó el cielo con un viejo transporte de principios del siglo XX: el zeppelin.
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También conocido como dirigible, este armatoste volador fue popular en las primeras décadas del siglo XX para el transporte de pasajeros, aunque también para tareas bélicas durante la Primera Guerra Mundial. Luego comenzó a ser utilizado también para la propaganda nazi en Alemania, llegando a su fin en el inicio de la Segunda Guerra Mundial, luego de haber perdido popularidad tras el accidente del Hindenburg el 6 de mayo de 1937 en Lakehurst, Estados Unidos, durante un vuelo trasatlántico proveniente de Frankfurt, Alemania, muriendo 36 personas entre pasajeros y tripulación, y sobreviviendo 62.
Luego de aquella época dorada, el zeppelin se utilizó durante años para fines publicitarios, dado lo llamativo de este tipo de transportes, moda a la que se subió le empresa argentina Mastellone, para promocionar su marca "La Serenísima". Para esto, en 1995 adquirió los servicios de un dirigible 600HL de origen americano fabricado por la empresa Airship Industries.
En el recordado dirigible primaba el color blanco, con dos guardas verdes a cada lado y el logo rojo de la marca a un lado, con la leyenda "Tomá yogur con GG" al otro, que luego se reemplazaría con la marca. El zeppelin que surcaba los cielos argentinos con el logo de "La Serenísima" medía 20 metros de alto y 70 de largo, con una altitud crucero entre 300 metros y 500 metros, y una máxima de 1000 metros. Estaba equipado con dos motores Porsche y tenía una capacidad de 63.000 metros cúbicos de helio, pudiendo transportar a dos tripulantes y cinco pasajeros.
La movida publicitaria cautivó a la gente, siendo algo sin precedentes, y la empresa de General Rodríguez utilizó para afianzarse en tiempos de enorme crecimiento para ellos y logrando un crecimiento del 35% en sus ventas durante los primeros seis meses del dirigible. Además, distribuían réplicas inflables del zeppelin para los chicos, de un material más resistente que el de los globos comunes. Un éxito total que logró colocar a esta campaña publicitaria en el inconsciente colectivo, siendo muchos los que recuerdan haber visto "el zeppelin de La Serenísima" sobre su ciudad.
La campaña no fue frustrada por un fracaso comercial, sino por un accidente que terminó con la costosa publicidad que tanto rédito le daba a la empresa láctea. En noviembre de 1996, el dirigible se encontraba en la localidad de Ceres, en el norte de Santa Fe, viajando por el norte del país a modo promocional. Desde allí partió a Rosario en su vuelta a Buenos Aires, con una parada obligada en Rafaela. En el camino se encontró con una tormenta, por lo que quiso cambiar su destino a Santa Fe, pero no lo logró y cayó en una zona rural, quedando irreparable. Se acusó al comandante de no esperar los informes meteorológicos pertinentes para despegar, aunque por el accidente no debieron lamentarse víctimas.
Luego del accidente, la campaña de La Serenísima terminó y pasó a ser un hito más de la década del 90, marcada en muchos casos por las campañas publicitarias que modernizaron la industria del momento. De toda la estructura solo quedó la cabina del zeppelin, abandonada en un campo de General Rodríguez en un estado irrecuperable.
Mirá el video de un vuelo del zeppelin de La Serenísima