Hoy, más que nunca, cuidemos a nuestros adolescentes
La adolescencia es la etapa de la vida que va desde los 10 a los 19 años y que significa grandes cambios en la persona, tanto físicos como sociales y psicológicos. Cómo poder acompañarlos.
Sabemos que estamos en una sociedad que no para de inventar necesidades, que nos ofrece cosas materiales sin parar, con la falsa creencia de que éstas nos darán felicidad. Que promueve todo tipo de acciones y conductas para explotarnos de dopamina, cuyos placeres son efímeros y no hacen otra cosa que generar adicción.
Vemos en sus conversaciones, angustias y ataques de ansiedad, el vacío de no tener un propósito. No pueden hablar de su ser. Dejamos, casi sin darnos cuenta, que se los coma la moda, las exigencias de la perfección y las redes, que les venden hábilmente lo que sea, abusando de su cerebro adolescente.
Todos tenemos que unirnos para estar a la altura de sus necesidades.
Basta con ver las estadísticas y los aumentos en el consumo de drogas, alcohol, enfermedades mentales, ansiedad, trastornos del sueño, depresión y suicidios. No hay nada que esperar. Nosotros somos los adultos quienes podemos guiar, acompañar y ayudar a inhibir conductas que ellos no pueden. Aprender a decir un no rotundo, seguro, argumentado.
Por ejemplo, debemos decirle que no al alcohol antes de los 18 años. Sabemos que el cerebro adolescente está en desarrollo, que los lóbulos frontales que se ocupan de planificar, prever riesgos y analizar consecuencias, aún no pueden hacerlo. Debemos urgentemente tomar el papel de adultos y cuidarlos contra todo. No se trata de moral, tampoco de sentido común, sino de protegerlos, de cuidarlos. Porque sencillamente hablamos de salud física y psíquica.
Cómo cuidar a nuestros adolescentes
Debemos tener tiempo de calidad para escuchar y validar sus emociones y su sentir, tomarlos en serio, hablar de valores y ser modelos identificatorios para ellos, porque no podemos pedir lo que no se hace. No es fácil, pero debemos enseñarles que hay consecuencias siempre, tanto positivas como negativas, y que, por ende, debemos ser responsables y hacernos cargo. Hay privilegios que debemos suspender en diferentes ocasiones. Ser empáticos y lograr que no sientan que es lo mismo monitorear que controlar.
Nuestros jóvenes son un río: en una orilla está la escuela y, en la otra, la familia.
Debemos estar alineados y tender puentes sólidos. No alcanza con tener las herramientas, hay que usarlas. Debemos crear un contexto propicio con amor, escucha, límites claros, consecuencias, ayuda y respeto mutuo. Samos ejemplo. Hagamos comunidad con la escuela y los padres, tener redes de contención es importante y necesario. Estoy segura de que vale la pena la vehemencia que me provoca este tema porque ellos sufren. Muchas veces escucho que se sienten atrapados en una libertad que no saben manejar ni de la que pueden cuidarse .
Nos piden límites a gritos
Cuando los límites no se encuentran en casa, se buscan afuera y aumentan las conductas de riesgo. Estamos juntos en esto y somos muchos.
* Erica Miretti. Psicóloga. Neuropsicoeducadora. Educadora. Equipo Ancaludus