La táctica de la amabilidad: cómo la IA gana nuestra confianza
La estrategia tras las IA fue cuidadosamente diseñada para resultar amigables y, así, superar los temores hacia las máquinas inteligentes.
La introducción de la inteligencia artificial (IA) en la vida cotidiana de las personas no es un fenómeno casual o espontáneo. Al contrario, fue un proceso cuidadosamente pensado para superar los miedos y las reservas que la humanidad tiene frente a las máquinas inteligentes. Desde las primeras películas de ciencia ficción hasta las teorías más complejas sobre el futuro de la humanidad, la IA es percibida como una amenaza potencial, un riesgo que podría desestabilizar nuestra manera de vivir. Películas como Matrix o Terminator contribuyeron a este imaginario, donde las máquinas cobran vida, se rebelan contra sus creadores y los someten a su voluntad. Este miedo, profundamente arraigado, es uno de los mayores obstáculos para la aceptación de la IA.
Entonces, ¿cómo lograron los desarrolladores de IA superar este desafío? ¿Cómo se las ingeniaron para que, en lugar de temerle, la sociedad comenzara a jugar con ella? La respuesta está en la estrategia de presentación. Al igual que cuando alguien teme a los perros, la manera de ayudarlo a superar ese miedo no es presentándole un perro grande y agresivo. En su lugar, se le ofrece un cachorro. Estos son juguetones y generan ternura. Son una versión amigable de lo que un perro puede ser, y permiten que la persona se acostumbre a su presencia, sin sentir que está en peligro. Eventualmente, esa persona estará cómoda también con perros más grandes, pero primero tuvo que hacer contacto con una versión amigable.
Eso es exactamente lo que sucedió con la inteligencia artificial. OpenAI y otras compañías presentaron al público versiones “cachorro” de la IA, herramientas accesibles y hasta divertidas como ChatGPT. Estas están diseñadas para que las personas interactúen con ellas sin sentir miedo, sin pensar que están entregando el control a una máquina. De hecho, juegan con ella. Esto es fundamental porque el juego es una parte esencial del comportamiento humano. Los adultos también juegan, ya sea con videojuegos, aplicaciones, redes sociales o gadgets tecnológicos. El juego es una forma de experimentar sin sentir peligro, y ahí reside la clave para la introducción de la IA en nuestras vidas.
Así como ocurrió con las redes sociales, que en un principio parecían beneficiosas, pero que con el tiempo se convirtieron en una parte indispensable de nuestras vidas, la IA ofrece herramientas que nos ayudan y nos entretienen. En los inicios de las redes sociales, subíamos fotos, publicábamos pensamientos y compartíamos detalles personales, sin darnos cuenta de que estábamos entregando toda nuestra información a estas plataformas. Hoy en día, para saber mucho sobre una persona, basta con acceder a su perfil en una red social. Lo que comenzó como un juego o una forma divertida de conectarse con amigos, terminó como una base de datos masiva de nuestras vidas. Algo similar sucede con la IA: empezamos jugando con ella, interactuando sin miedo, pero, con el tiempo, se va infiltrando en nuestra vida diaria de manera casi imperceptible.
El punto crucial aquí es que no se trata de un complot o de una estrategia siniestra. No es que las compañías o los gobiernos hayan planeado engañarnos para que aceptemos la IA. Más bien, se trata de una convergencia de intereses. Por un lado, las empresas tecnológicas necesitan que las personas adopten estas herramientas para justificar sus inversiones. Por otro lado, los gobiernos y las grandes industrias también ven el potencial de la IA para mejorar la eficiencia en múltiples áreas: desde la recaudación de impuestos hasta la automatización en sectores industriales. Para que todo esto funcione, es necesario que la gente no sienta miedo, y ahí entra en juego la versión amigable de la IA que nos presentaron al principio.
A medida que nos acostumbramos a usar la IA en tareas simples o en situaciones cotidianas, también perdemos el miedo a lo que realmente puede hacer. Mientras jugamos con herramientas como ChatGPT, detrás de escena, la inteligencia artificial avanza rápidamente en sectores mucho más poderosos, como el militar, la minería o la industria energética. Estas son áreas donde la IA se usa a gran escala y donde su impacto puede ser mucho más profundo. Sin embargo, como ya estamos familiarizados con ella, no nos alarma. Nos hemos acostumbrado a verla como algo natural y útil.
Es importante entender que esto no significa que la inteligencia artificial sea peligrosa o que haya un motivo oscuro detrás de su desarrollo. Todo lo contrario. La IA tiene el potencial de mejorar nuestras vidas de formas que apenas estamos comenzando a imaginar. Pero el camino hacia esa aceptación ha pasado por un proceso donde, primero, jugamos con versiones amigables de la IA, y luego nos acostumbramos a que forme parte de nuestro día a día, hasta el punto de que su presencia sea tan común como el clima. En algún momento, ni siquiera necesitaremos interactuar directamente con la IA, porque las inteligencias artificiales hablarán entre ellas y gestionarán aspectos de nuestra vida sin que siquiera lo notemos.
Eventualmente, la IA se convertirá en un mediador entre nosotros y el mundo. Nos ayudará a gestionar nuestras tareas, a tomar decisiones y a hacer más eficiente nuestra interacción con el entorno. Lo que comenzó como un juego, se convertirá en el ecosistema en el que viviremos. Y, aunque este cambio será gradual, no debemos verlo con temor, sino como una evolución natural en la forma en que las tecnologías se integran en nuestras vidas.
El hecho de que aceptemos este proceso se debe, en gran medida, a cómo se nos presentó desde el inicio: de manera amigable, accesible, casi lúdica. Como sucedió con las redes sociales, la IA se ha infiltrado en nuestra vida diaria de una manera que apenas notamos, pero que, con el tiempo, se convertirá en indispensable para nuestra existencia.
Las cosas como son.
*Mookie Tenembaum aborda temas de tecnología como este todas las semanas junto a Claudio Zuchovicki en su podcast La Inteligencia Artificial, Perspectivas Financieras, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.