Una pandemia, el ataque de Hamás y un vuelo de repatriación: la historia de una joven argentina en Israel
Vivió aislada por el Covid durante meses, trabajaba en el centro del país cuando el grupo terrorista inició la masacre y escapó de la guerra en un vuelo de la Fuerza Aérea Argentina.
El 7 de octubre de 2023 la historia del Estado de Israel cambió para siempre. Aproximadamente a las 6.30 de la mañana, el grupo terrorista Hamás invadió territorio israelí para perpetrar la peor masacre sufrida por el pueblo judío desde el holocausto. El ataque dejaría un saldo de 1400 muertos y 249 rehenes, de los cuales 129 aún permanecen cautivos en la franja de Gaza. Ese día, Nazarena Abramzon , una joven argentina oriunda de Buenos Aires que había elegido Tel Aviv para establecerse, estaba allí. Ésta es su historia.
Naza, como le gusta que la llamen la mayoría de sus amigos y conocidos, llegó a Israel en febrero del 2020 a través de un programa que le permitía trabajar y, a la vez, conocer el país. Se instaló en Eilat, una de las ciudades turísticas por excelencia, donde se puede disfrutar de la playa, la intensa oferta nocturna y la belleza del Mar Rojo.
En esa ciudad sureña, reconocida por sus reservas de corales y la cercanía que mantiene con Egipto y Jordania, la joven dio sus primeros pasos en la denominada tierra prometida, donde comenzó a trabajar en un hotel. "Erik, un amigo que conocí en un viaje previo a Israel, me sugirió venir juntos. Teníamos muchas expectativas, aunque todo cambió cuando empezó la cuarentena por el Covid. Así que mis primeras impresiones fueron extrañas debido a la incertidumbre que había en ese momento; no podíamos trabajar, tampoco solventarnos económicamente ni volver a la Argentina, aunque tampoco quería irme", señala Nazarena.
Y agrega: "luchamos por quedarnos, vivíamos en los edificios para empleados y los hoteles nos ayudaban mandándonos algo de comida. Cuando la pandemia terminó en 2021 me animé y me mudé a Tel Aviv. Una de mis primeras impresiones fue que la gente en Israel es muy generosa, dan mucho para ayudar al otro y que ese otro pueda sentir que ese lugar ahora también es su casa. También sentía que Israel me ofrecía muchas oportunidades, tanto en lo profesional como a nivel personal".
Tel Aviv y el recuerdo del 7 de octubre
Llegar a un país donde se habla un idioma desconocido puede ser una de los desafíos más grandes que enfrenta una persona que emigra y en el caso de la joven bonaerense, no fue la excepción. "El Covid me negó la oportunidad de tomar clases como tenía planeado en un principio porque el lugar donde iba a hacerlo estuvo cerrado durante el primer año y después tuve que empezar a trabajar para mantenerme. Finalmente, pude estudiar con una profe hermosa de Argentina y aprendí a leer y escribir después de un año. Fue un logro para mí poder hablar mis primeras palabras", relata.
La historia de Nazarena ya estaba repleta de desafíos, dificultades, aprendizajes y nuevas experiencias, pero cambiaría drásticamente la madrugada del 7 de octubre. Mientras terminaba su turno nocturno en la recepción del hotel en el que trabajaba en el centro de Tel Aviv, su marido le mandó un mensaje diciéndole que estaban sonando las alarmas en la ciudad de Bat Yam, ubicada en la periferia sur de Tel Aviv. En ese instante, las sirenas que funcionan como advertencia ante un posible ataque externo, también se encendieron en diferentes puntos del país, mientras la joven no terminaba de comprender lo que estaba ocurriendo.
"Empezamos a escribirnos con mis amigas para confirmar que todas estábamos alerta y en un lugar seguro. Ahí fue que chequee Telegram para tratar de entender que estaba sucediendo y me encontré con los primeros videos de los terroristas infiltrándose en Israel. Estaban en las calles, iban armados en camionetas y en ese contexto aparecieron las primeras imágenes de la fiesta (el festival rave fue uno de los sitios donde más civiles fueron asesinados) y entonces sentí terror y mucha confusión", explica sobre su experiencia durante los primeros minutos posteriores a la invasión terrorista.
Y agrega: "Llegué a mi casa y cerré todo y me largué a llorar. Le avisé a mi familia que estaba bien, que no sabía que iba a pasar pero que no se preocuparan. En ese contexto, me enteré que la compañera de departamento de mi cuñado había estado en la fiesta (festival rave), pero se fue milagrosamente cuando sonó la primera alarma. Me contó que cuando salió hacia la ruta, había autos a los costados del camino que parecían chocados y que recién cuando llegó a su casa entendió lo que había pasado".
Vivir en estado de guerra
El ataque de la organización terrorista Hamás y la posterior respuesta israelí convulsionaron a la región de medio oriente. Como a Nazarena, la guerra le cambió la vida de millones de personas para siempre que debieron acostumbrarse a vivir en un contexto de violencia y locura.
"Mi rutina se volvió sumamente estresante. Tenía que seguir yendo a trabajar porque aún había huéspedes que no podían volver a casa y personalmente trabajar me ayudaba a dispersar la mente. Además, se generó como una especie de comunidad entre los huéspedes varados, los periodistas que llegaban desde diversos lugares y nosotros. Entre todos se ayudaban para llamar a las distintas embajadas, se acompañaban y además, sabían que para nosotros también era duro estar trabajando en esas condiciones", cuenta Nazarena que, tras ser consultada sobre como es experimentar una situación de tal magnitud y a la vez tan desconocida para una argentina, explica: "convivir con una situación de guerra es tener la tele bajita para escuchar lo que esta pasando afuera, ya sean sirenas, o escuchar los bombardeos de Gaza, si eran del ejército israelí o de Hamás. Es dormir con un ojo abierto. Caminar por la calle y mirar para ver quien está caminando atrás tuyo".
Volver a la Argentina tras la guerra
"No quería irme, pero tampoco me hacía bien estar en Israel. La guerra no es para todos". Con esa frase, Nazarena comienza a explicar por qué decidió tomar uno de los tantos vuelos de repatriación que el gobierno de Alberto Fernández puso a disposición para traer a miles de argentinos nuevamente al país.
"Lo primero que se nos ocurrió con Ivo, mi pareja, fue irnos un tiempo y esperar para ver que sucedía en Israel; no sabíamos si íbamos a poder volver y teníamos que analizar que hacíamos con nuestros gatos, el pago del alquiler, los sueldos y demás cosas mundanas que teníamos que tener en cuenta. Así que un día decidimos cerrar todo y volver a la Argentina hasta nuevo aviso", relata la joven que, respecto del operativo de repatriación afirma: "el operativo me estuvo súper organizado y contuvieron tanto cuando partimos desde Ben Gurion hasta cuando nos recibieron en Roma". Cuando Nazarena habla de Roma, se refiere a la primera escala realizada por el avión de la Fuerza Aérea Argentina que depositó a más 200 pasajeros en la capital italiana y que posteriormente fueron trasladados en un vuelo de Aerolíneas Argentinas hasta nuestro país.
Nazarena había elegido Israel como el país en el que quería vivir, al menos por un tiempo. Transitó la pandemia en ese pequeño país de medio oriente, aprendió un nuevo idioma e incluso se casó con un joven que conoció durante su estadía. La guerra cambió todo eso.
"No quería dejar mi vida y todo lo que construí atrás. Estuve triste muchos días cuando llegué. Pienso todos los días en volver a Israel", concluye.