El pueblo a solo 25 kilómetros de Mar del Plata que no tiene ni salud ni seguridad
Las ciudades más importantes del país "esconden" una contracara que dista mucho de las luces que las caracterizan, con un gran abandono a minutos de ellas.
Cada verano, Mar del Plata se llena de gente de todo el país que viaja a la icónica localidad balnearia para disfrutar de las vacaciones. Costa, fiestas, teatros, gastronomía, casino, todo lo que uno se puede imaginar, está en esta ciudad, una de las más importantes del país, pero con una contracara poco feliz en el interior que la rodea.
En medio de las vacaciones, si cualquiera que visita Mar del Plata lo desea, puede conocer el partido de General Pueyrredón. No haciendo mención, con esto, a otras playas que ofrece el partido o las sierras al norte de Mar del Plata, sino el interior profundo de la zona, por ejemplo El Boquerón, donde todo dista mucho de la realidad de la ciudad.
Solo a media hora de Mar del Plata, por la ruta provincial 88, camino a Comandante Nicanor Otamendi, el paisaje ofrece una ruta increíble. Luego de pasar por Batán, aparecen las lomas, bosques y campos sembrados junto al camino. Mucho tránsito diario, con gente de los distintos parajes que se acercan a las principales ciudades para trabajar o hacer compras.
A pesar de ello, se puede disfrutar unas vistas increíbles, que nadie podría imaginar que está a minutos de Mar del Plata. Allí, llegando al final del partido, a 30 minutos de la gran urbe de la Costa Atlántica, aparece un almacén: "El Boquerón". Desde la ruta puede verse al pueblo lindero, de casas bajas y quintas, del que parece que nadie se acuerda que está. Pero si este parece desatendido, ni hablar de La Polola, unos kilómetros más cerca del límite con General Alvarado.
El Boquerón es un pueblito de Buenos Aires, de esos típicos que pueden encontrarse sobre las rutas. Aunque no es el típico "plaza, iglesia, comisaría y almacén", la mayoría de la población de la zona está concentrada en unas cuantas manzanas urbanizadas. A este lugar, además de la población estable, llegan cientos de golondrinas cada semana para trabajar en las quintas, donde se producen frutas y verduras de una muy alta calidad, que se cargan en camiones para llevar a distintos puntos del país.
A pesar de ello, El Boquerón y sus aledaños parecen olvidados. El agua escasea, los servicios de comunicación llegan con lo justo, la conectividad es baja, tampoco hay red de gas ni cloacas. Por si fuera poco, no hay seguridad ni salud las 24 horas, lo que amina a la delincuencia, realidad con la que deben convivir sus habitantes.
Sin seguridad desde hace más de un año
Junto a la capilla del lugar, la sociedad de fomento abandonada y frente a la escuela, que ofrece nivel inicial y primario, hay un destacamento. Dentro suyo, desde 2022 no hay ningún oficial apostado en el lugar, aunque un patrullero da una ronda por la zona cada tanto. Cada noche, el único disuasivo que existe es encender la luz del pequeño puesto de vigilancia, como si de un sistema panóptico se tratara.
Con este panorama, aunque El Boquerón no se caracteriza por crímenes de gran envergadura, los delincuentes aprovechan para ingresar a patios de las casas y llevarse lo que encuentren. Igualmente, en el último tiempo, se registraron también robos de ganado y herramientas, lo que perjudica la vida diaria de muchos trabajadores de la zona. Los vecinos, entonces, se preguntan si tiene que pasar algo grave para que las autoridades de la seguridad provincial o del partido se acuerden de este lugar.
El acceso parcial a la salud y las complicaciones de los traslados
En la misma línea, el centro de salud para atención primaria que se encuentra junto a la escuela, solo recibe pacientes entre las 8 y las 15 de lunes a viernes. Esto, en un lugar de mucho trabajo rural que se realiza durante toda la semana, como también donde hay gran cantidad de población mayor, es al menos un desatino.
Ante cualquier necesidad fuera de esos horarios, la única forma de ser atendidos que tienen los vecinos de la zona es yendo a Otamendi o a Batán, siempre y cuando no dependan de una ambulancia, que debe ir, en muchos casos, desde Mar del Plata. Ante esto uno imaginaría que el transporte público ofrece una solución, pero lejos está de serlo, con un colectivo que cuesta $1.100 por pasaje y solo en determinados horarios.
El Boquerón es un "botón" que sirve de muestra para ver lo que ocurre en muchísimos pueblos y parajes de la provincia de Buenos Aires, aunque también de todo el país. La falta de acceso a servicios básicos es algo que empuja a muchos a abandonar las zonas rurales, aunque allí lleven adelante su modo de vida, como también que se generen condiciones de vida no provechosas para muchos vecinos de estas zonas.