El Día del Estudiante: un ritual a retomar
La celebración conmemora el día que llegaron al país los restos de Domingo Faustino Sarmiento, docente y estadista argentino, comenzó a celebrarse en 1902 por iniciativa de Salvador Debenedetti.
El Día del Estudiante en Argentina es una fecha de celebración, en la que los jóvenes colman los parques y plazas para divertirse junto a sus compañeros. Sin embargo, en los últimos años, se observa un desdibujamiento de los rituales que tradicionalmente le otorgaban identidad. Estos rituales se van desvaneciendo y aparece una nueva forma de comunicación sin existencia de comunidad. Tal como lo advierte el filósofo Byung-Chul Han, el mundo actual sufre por la ausencia de lo simbólico y son los rituales los momentos que aportan estabilidad a la vida. Por eso, cabe preguntarnos ¿por qué los jóvenes deberían seguir festejando el día del estudiante?
Ser estudiante en un mundo tan cambiante presenta numerosos desafíos. Los jóvenes se enfrentan a un entorno educativo y laboral en constante transformación, debido a la rápida evolución tecnológica y las crecientes demandas académicas. Cuando el saber está en todas partes, ¿el joven encuentra en la escuela el espacio para ser estudiante? Si el conocimiento está al alcance de sus manos, ¿en todo momento es estudiante? A través del personaje de Pulgarcita, Michel Serres deja al descubierto que los avances tecnológicos llevan al fin de la era de los actores: el saber, los maestros y los estudiantes. El autor expresa que los jóvenes pasaron de ser pasajeros a conductores, porque la tecnología los ha empoderado, permitiéndoles ser conductores activos de sus propios aprendizajes.
En este contexto, la escuela también juega un papel fundamental como acompañante del estudiante en los cambios vertiginosos. La habilidad clave es la adaptabilidad y la capacidad de filtrar información relevante en un mundo lleno de datos accesibles. Uno de los desafíos más relevantes es la actualización constante de conocimientos, no dejar de aprender nunca. Además, deben estar dispuestos a aprender de manera continua, sin temor a equivocarse o a enfrentar el futuro. Las familias no son ajenas a este contexto cambiante y tratan de interpretar los cambios tecnológicos que modifican la vida cotidiana.
Desde el ejercicio de la parentalidad positiva se lleva a poner en práctica la presencialidad consciente y una actitud abierta a las
tecnologías digitales. Porque sin comprensión y sin presencia es imposible acompañar y orientar a los jóvenes en el mundo digital. Por otra parte, la educación hoy juega un papel clave en el desarrollo de habilidades socioemocionales. En un mundo cada vez más globalizado, es fundamental que los estudiantes puedan relacionarse con personas de diferentes culturas y adaptarse a entornos diversos, y la tecnología es el vehículo. Los ámbitos educativos y familiares necesitan formar en el respeto, la tolerancia y la empatía, fomentando así una convivencia armoniosa y el desarrollo de habilidades para la comunicación efectiva.
Los jóvenes necesitan valorar su condición de estudiantes y retomar el ritual del festejo. Familias y escuelas debemos promover este reconocimiento y estar presentes en los espacios virtuales y presenciales para encontrar la mejor forma de lograr una educación que, ajustada a los contextos socio tecnológicos cambiantes, atienda a las individualidades de cada joven. Es responsabilidad de todos: familia, educadores y sociedad en general, apoyar la educación como el motor de progreso y desarrollo de las nuevas generaciones.
Por eso, es preciso rescatar los rituales y celebrar este día. Porque lo central hoy es aprender a aprender y esto nos coloca en el rol de estudiantes durante el desarrollo de nuestras vidas, especialmente durante la juventud.
* Sonia Calamante, docente del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral.