Ballarini: "La sorpresa mejora los procesos de memoria en la educación”
Fabricio Ballarini es un reconocido científico, quien se dedica a estudiar el cerebro. Tiene un doctorado de la UBA, es biólogo y, en diálogo con MDZ, habló sobre un trabajo que le llevó muchos años. Cómo el factor sorpresa en las aulas favorece la enseñanza, mejorando la memoria, la evocación.
Fabricio Ballarini es un neurocientífico y, además, un gran divulgador de la ciencia porque con palabras simples, humor y comentarios cotidianos, empatiza con el público en general. Por eso sus aportes nos ayudan a mejorar nuestra vida cotidiana. Tiene un doctorado de la Universidad de Buenos Aires. es biólogo y en su paso por Mendoza, dio charlas, invitado por la Facultad de Ciencias Exactas de la UNCuyo, sobre los aportes de una reciente investigación a los procesos educativos. Concretamente, cómo la sorpresa afecta los procesos de memoria. Para eso, junto a otros científicos como Cecilia Forcado, salieron a miles de escuelas del país y llevaron ciencia. Pero cayeron de sorpresa y con técnicas sencillas, empezaron un proceso de estudio de cómo esa ruptura con las rutinas escolares mejoran el aprendizaje.
MDZ habló con Ballarini sobre su investigación pero también acerca de la pandemia, la divulgación de las ciencias y la inteligencia artificial. "Nos estamos haciendo preguntas que nunca nos habíamos hecho", define luego de describir varias de las últimas investigaciones recientes que denotan que la inteligencia artificial ya es parte de nuestras sociedades.
¿De qué hablamos cuando nos referimos a esta palabra tan de moda, es decir, las neurociencias?
Sí, parece estar de moda y es muy difícil explicarlo pero si lo pensamos del lado del cerebro, es bastante simple. El cerebro es un órgano muy complejo. Tenemos, los humanos, aproximadamente cien mil millones de neuronas. O sea hay un gran nivel de dificultad para estudiar al cerebro. Entonces, se necesitan distintas visiones, por ejemplo, un médico lo puede estudiar desde la neurología. Un psicólogo desde sus cuestiones de determinados patrones de conducta. Pero también lo puede estudiar un químico porque hay elementos químicos en el cerebro; un físico, un matemático, un economista, biólogos, como en mi caso. Por lo tanto las neurociencias son todas esas ramas del conocimiento que intentan entender al cerebro.
Ustedes han estudiado el cerebro y han conectado la memoria con la educación….
En las ciencias, uno se aboca a preguntas muy específicas y no hace preguntas muy grandes, lamentablemente. Lo que estudiamos es el efecto de la sorpresa en distintas partes del proceso de memoria. Nuestra memoria se puede separar en distintas etapas, en primer lugar de adquisición. En estos momentos, vos me estás escuchando, estás adquiriendo información. Luego de eso, tu cerebro va a intentar guardar esa información, mediante lo que se llama el proceso de consolidación. Por último, cuando lo quieras recordar mañana, pasado, o dentro de un año, vas a intentar evocarlo. O sea, traerlo a la conciencia. Nosotros estudiamos qué efecto tiene la sorpresa en esas distintas etapas. Y descubrimos que la sorpresa puede mejorar los procesos de consolidación en escuelas tanto en primarias como en secundaria y también estamos descubriendo que la sorpresa es algo que rompe con la rutina de la escuela, algo muy simple que dura pocos minutos y que puede mejorar el proceso de evocación. Incluso pueden mejorar las evaluaciones. Entonces lo que intentamos hacer es algo que en ciencia se llama neurociencia traslacional, o sea moverse de distintas temáticas y pasar del laboratorio hacia el aula.
"Nos falta salir de los laboratorios y comprometernos. Esos espacios que no ocupamos, se ocupan desde otro lado. Más que criticar, debemos reforzar la comunicación científica. Necesitamos más divulgadores".
Es decir que fueron a distintas escuelas y llevaron ciencia pero a la vez los sorprendieron, ¿de qué manera?
Fue una experiencia súper linda que me abrió muchísimo la cabeza porque la última vez que había ido a una escuela primaria fue cuando cursé. No estaba vinculado al sistema educativo y una vez que volví a las escuelas encontré una segunda vocación desconocida como científico de estudiar esos procesos. Y lo que hacíamos era sorprenderlos con lo único que sabíamos hacer que son las clases de ciencia, es decir que los llevamos a un laboratorio o al patio y le dábamos una clase de ciencia o le hacíamos una sorpresa vinculada a algún conocimiento científico, dependiendo de las edades.
Hemos participado de experimentos en aproximadamente diez mil chicos y que en el fondo de todo fue un premio entender también que le generamos vocaciones científicas porque fuimos muchos científicos a contarles cuestiones de ciencia a chicos de siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce años …
Cuando yo fui a la a la primaria o a la secundaria realmente no sabía qué hacía un científico, no lo conocía. Los tenía un poco idealizado o los pensaba de determinada manera y cuando los chicos ven que somos personas normales iguales que sus padres, madres o tíos, podés bajar a la tierra un concepto tan simple como hacer ciencia. Y que podés hacer preguntas también. De esas interacciones fueron los mejores años de mi doctorado, esas charlas con los chicos, nos llevábamos dibujos... fue una locura ¡hermosísima!
¿Y cómo podemos decir que la sorpresa funcionó en el proceso educativo?
Existen dos evaluaciones, la evaluación muy controlada que es la que nosotros hacemos, con determinados protocolos, controlamos muchas variables y eso es un proceso muy lento porque hay que hacerlo en distintas escuelas, en distintos horarios, a distintas horas.
Además, otro proceso que es mucho más difícil para nosotros porque somos científicos, no somos pedagogos, de ver si eso adentro del aula realmente funciona como nosotros lo pudimos evaluar. Entonces lo que estamos haciendo es contagiar estas ideas a colegios para que intenten incorporar nuestra estrategia para ver si esa estrategia les mejora realmente el día a día. En algunos casos se hicieron algunas cosas acá, se hicieron cosas en Buenos Aires, se hicieron algunas cosas en España, hay publicaciones de otros países y, es un proceso largo acercar esos dos continentes que deberían estar mucho más cerca que son educación con la ciencia. Hay que ir tendiendo puentes cada vez más frecuentes.
¿La sorpresa funciona de tal manera que algo toca en el cerebro y genera que recuerdes ese hecho?
En realidad lo que lo que sucede es que la sorpresa genera una síntesis, una producción de proteínas específicas adentro de tus neuronas, que son necesarias para que los procesos de consolidación de guardado se generen. Entonces, cuando alguien se sorprende, aunque vos no te des cuenta, adentro de esas miles y miles de neuronas, se va a generar producción de unas proteínas que van a ir a las conexiones sinápticas y van a fortalecer esas conexiones.
Todo ese proceso lo construimos en el laboratorio de memoria de la facultad de medicina del IBCN de la Universidad de Buenos Aires y fue un proceso muy largo que duró años, décadas. Pero partimos desde algo muy básico porque entendimos cómo funciona esa sinapsis y lo pudimos llevar a un modelo humano y qué mejor aún, a un modelo educativo. Si bien para el sistema educativo es una herramienta más, no es una herramienta menor. Bueno, lo interesante que es una herramienta basada realmente en cómo funciona el cerebro.
¿Y tiene algo que ver con las emociones? Por ejemplo, un cumpleaños sorpresa no se te olvida jamás.
Sí, de hecho, cuando nosotros armamos estas publicaciones, sacamos libros, volvió toda una tendencia del vínculo de las emociones, la gestión de las emociones o la inteligencia emocional. Las emociones tienen que ver con esa sorpresa, lo que pasa que es muy difícil evaluar las emociones porque son subjetivas. Entonces, lo que nosotros intentamos evaluar es una emoción en particular que es una sorpresa positiva. O sea, la mayoría de las cosas que hacemos en las escuelas tienen que ver con una sorpresa positiva como unas cuestiones lúdicas, con ir al laboratorio, con aprender cosas, jugar, así que los llevamos para este lado, pero sí, sin duda es parte de una emoción.
¿Cómo ha sido en los últimos años el acercamiento de la ciencia con la sociedad que quizás es muy diferente a lo que ocurría hace veinte o treinta años?
Sí, de hecho cuando estudiaba había pocos representantes de científicos en los medios. Creo que las personas que fuimos a las universidades sobre todo públicas, tenemos el deber de llevar nuestro conocimiento y hacer el esfuerzo por trasladárselo a la sociedad, por bajarlo. Los laboratorios tienen que ser espacios abiertos y ese conocimiento tiene que explicarse de la manera más simple. En Argentina, la ciencia que hay en los medios es menor comparada a otros países del mundo pero por suerte las redes sociales han generado muchísimas cuentas. Hay cuentas de estudiantes, de becarios, de clubes de ciencia, hay cuentas de divulgadores científicos, de investigadores entonces creo que desde ese lugar hemos podido condimentar y generar un conocimiento científico plural y necesario.
Sos uno de los grandes divulgadores actuales y tuviste un rol importante durante la pandemia ¿Cómo lo viviste?
Fue un proceso muy complicado para todos. O sea, la pandemia nos afectó a todos de distintas maneras. Nadie esperaba una pandemia. De hecho nosotros en el 2019 hicimos un congreso que se llamaba Pensar a la humanidad. Se llamaba Horizonte 2025 y discutimos sobre los ejes para pensar el futuro cercano de la humanidad. Y hablamos de todo. De inteligencia artificial, de robótica, de filosofía. Nadie habló de una pandemia. La pandemia cambió todo, por lo cual creo que sí fue un shock para todos y a nivel de divulgación fue muy intenso. En algún punto intenté llevar el conocimiento que tenía. Ya estaba trabajando en medios, en la radio. Fue un momento muy duro. Por suerte gracias a las vacunas pudimos salir y estar hoy charlando de cerca.
¿Sucede con algunas teorías o disciplinas que se divulgan como científicas cuando no lo son?
En redes sociales florece de todo. Las cuentas de ciencias o algunas que mezclan predicciones. Creo que afloren esas cuentas tiene que ver con lo mal que comunicamos, nosotros, las ciencias. Nos falta salir de los laboratorios y comprometernos. Esos espacios que no ocupamos, se ocupan desde otro lado. Más que criticar, debemos reforzar la comunicación científica. Necesitamos más divulgadores.
¿La inteligencia artificial viene a cambiarnos la vida?
Estamos tan metidos en el día a día que no nos damos cuenta de todos los cambios que hemos vivido en los últimos años. Creo que todo está por verse pero puedo decir desde el ámbito científico, que hay trabajos que jamás imaginé que iba a leer. Sigo sin poder creerlo: la inteligencia artificial puede predecir lo que vos estás pensando con solo medir la actividad cerebral. O sea, por lo cual puede escribir en un texto, vos estás pensando en qué hacer hoy a la noche mientras, y eso es un desarrollo tecnológico alucinante, decodificar actividades y pasarla a texto. Eso no se podía haber hecho nunca. Y por un lado de eso genera interrogantes. Para cosas excelentemente buenas, como por ejemplo la comunicación de pacientes que tienen un accidente cerebrovascular. Las personas que tienen ELA o sea un montón de personas que están perfectas cognitivamente, se puedan comunicar, eso sería maravilloso. Pero por otro lado, hay mucha gente que podría acceder a nuestro pensamiento y debemos preguntarnos entonces quién será el dueño de todo esto. Se dan esos interrogantes, por eso el cambio de paradigma es un cambio de verdad. O sea, nos estamos haciendo preguntas que nunca nos habíamos hecho. Y eso es, por un lado increíble y por otro lado, nos puede llevar a cierta preocupación.
Es decir que pueden afectarse también nuestras fuentes laborales, ¿no?
Sí. Hay amigos informáticos que son muy amigos entre ellos, trabajan en una misma cátedra y uno de ellos piensa que la inteligencia artificial va a ser como el auto, una herramienta que va a generar carreteras, autopartes, competencias, o sea va a cambiar nuestra vida y armaremos ciudades en base a ella. Otros, en cambio, aseguran que la inteligencia artificial viene a arrasar el trabajo y que es un como una próxima revolución industrial donde se vio que mejoró muchísimo la calidad de vida pero en el momento en el cual la humanidad tuvo que acomodarse. Es decir un valle donde se observan muchas pérdidas laborales, mucha pobreza. Creo que nos debemos esas discusiones y tienen que estar en la agenda.

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