Historia

El camino de las cinco estancias jesuitas de Córdoba

La orden religiosa Compañía de Jesús, conocidos históricamente como “los jesuitas”, fue creada en 1534 por el español Ignacio de Loyola junto a un grupo de clérigos.

Gustavo Capone
Gustavo Capone domingo, 26 de noviembre de 2023 · 12:51 hs
El camino de las cinco estancias jesuitas de Córdoba

La orden religiosa Compañía de Jesús, conocidos históricamente como “los jesuitas”, fue creada en 1534 por el español Ignacio de Loyola (1491 – 1556) junto a un grupo de clérigos, donde también se destacaba Francisco Javier. Fue aprobada como congregación en 1540 por el Papa Paulo III y su lema desde entonces fue “ad maiorem dei gloriam” (“para la mayor gloria de dios”). Actualmente los jesuitas cuentan con más de 15.300 integrantes, de los cuales 11.000 son sacerdotes ordenados, representando la mayor orden católica del presente. El representante más referencial, actualmente, es el Papa Francisco (Jorge Bergoglio).

La tarea de la congregación jesuita aborda distintos ámbitos: educativo, social, misionero, comunicacional e intelectual, atendiendo 1.250 parroquias en todo el mundo. Siempre se han caracterizado por su incondicional defensa del papado.

Pero “no todas han sido rosas” para los jesuitas. Su intensa actividad intelectual y su prédica social, siempre generó lazos muy estrechos con distintos sectores políticos. Esto hizo que a lo largo de siglos constantemente estuvieran muy vinculados a los distintos debates de cada época histórica, acarreando las consabidas fervorosas adhesiones y los lógicos recelos, propios de quienes los observaban celosamente como temibles competidores de su poder.

Una nota insoslayable fue cuando en 1767 los jesuitas son expulsados por el rey Carlos III de todos sus dominios entre ellos, todas sus posesiones en América, consiguiendo años después que el Papa Clemente hasta suprimiera la congregación.

Los jesuitas habían tenido por ese entonces un notorio arraigo en toda América, y muy puntualmente en la provincia de Córdoba, donde estaban radicados desde 1599.  Allí habían erigido el noviciado (1608), el Convictorio de Monserrat (1687), o sea un internado o “pensión” donde conviven los estudiantes y el Colegio Máximo, que sirvió de base para que en 1613 se iniciaran los estudios superiores en nuestra futura patria, origen fundacional de la Universidad Nacional de Córdoba, la cuarta más antigua de América.

Pero indefectiblemente tuvieron que partir tras aquella expulsión de los Borbones.

“Volveremos, volveremos, volveremos…. otra vez”

Y así como el dicho popular lo sostiene: “no hay mal que dure cien años”, los jesuitas volvieron a Córdoba. Cuarenta años después, en medio de los efectos causados por la revolución francesa, las guerras napoleónicas y las guerras de independencia en la América Hispánica, Pío VII decidió restaurar a la Compañía el 7 de agosto de 1814. Pero en el transcurso de su expulsión muchas cosas habían cambiado en América que buscaba su emancipación definitiva.

Así, paulatinamente, volvieron a reflotar aquellas estancias jesuíticas en las zonas serranas de Córdoba, que nacieron para generar su autoabastecimiento, constituyéndose en la base de sus recursos agro – ganaderos. Hoy esas estancias: Colonia Caroya (1616), Jesús María (1618), Santa Catalina (1622), Alta Gracia (1643), La Candelaria (1678), componen el vistoso “Camino Cultural de las Estancias Jesuíticas”, convertido en uno de los itinerarios turístico -cultural más importante de Córdoba. A ellas habría que sumar “la Manzana Jesuítica”, en pleno corazón de la ciudad de Córdoba, declarado la totalidad del circuito estanciero como “Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO en el 2.000.

Historia y Turismo de la mano de las estancias

El mencionado “Camino de las Estancias” sigue ofreciendo un encuentro con las tradiciones y paisajes que parece haberse detenidos en el tiempo. He aquí una síntesis enumerativa de cada una de las respectivas estancias de ese camino.

1. Estancia de Caroya (1616)

Caroya está a 50 kilómetros de la capital cordobesa, con dirección al norte, por Ruta Nacional N° 9. Fue el primer establecimiento rural que construyó la Compañía de Jesús, pero además en esa estancia funcionó la primera fábrica de armas blancas en tiempos de guerras independentistas. En este lugar, como una de las tantas anécdotas de la estancia, se forjó la espada del libertador José Gervasio Artigas. Un gran patio, capilla, molino, canales, quintas, transforman el lugar en una verdadera postal de la época colonial.

Una referencia histórica insoslayable, es que la estancia sirvió de cobijo a próceres como San Martín en 1814 y a Belgrano en 1820, pocos meses antes de morir, cuando regresaba de Tucumán, ya muy enfermo y cargando el enorme peso de la desconsideración de su tiempo.

Con los años la zona fue el paraje de descendientes friulanos y se caracterizó por la calidad de sus fiambres y embutidos que han deleitado por décadas a miles de turistas que vistan la Colonia Caroya.

2. Estancia de Jesús María (1618)

Esta estancia tuvo una enorme importancia política y social. Por su frente pasaba el Camino Real, siendo un punto neurálgico del recorrido que unía el Atlántico con el Pacífico. Se sitúa a cuatro kilómetros de Caroya, Desde 2014 el sitio recuerda “la ruta de los esclavos” que llegaban al puerto de Buenos Aires provenientes de colonias africanas y desde el centro porteño eran distribuidos por el resto del virreinato pasando indefectiblemente por la zona. Actualmente, en sus instalaciones funciona el Museo Jesuítico Nacional.

3. Estancia de Santa Catalina (1622)

Es el mayor complejo arquitectónico edificado por la Compañía fuera de la ciudad de Córdoba. Se encuentra camino a Ascochinga.

Una extensa viña de uvas, frutales y molino componían la estancia original. Con el tiempo construyeron la bodega que proveía de vino a las capillas jesuitas para las celebraciones de sus respectivas misas. Desde esa bodega surgió el vino “Lagrimilla de oro”, primer vino elaborado del Virreinato del Río de la Plata. Las crónicas sostienes que dicho vino fue servido en la mesa del mismísimo rey de España.

4. Estancia Alta Gracia (1643)

La Estancia Alta Gracia se ubica a 38 km de la capital cordobesa. Se destaca por una iglesia cuya arquitectura es de influencia barroca. A su lado funciona el Museo Nacional “Estancia Jesuítica de Alta Gracia” (1977) y la casa donde vivió el Virrey Liniers.

5. Estancia de La Candelaria (1678)

La Estancia de La Candelaria se encuentra en plena área serrana cordobesa. Se destaca por encontrarse en una planicie de altura ondulada denominada “Pampa de San Luis”. Su figura sobresale hacia el norte de las Sierras Grandes, encontrándose a 150 km de la capital provincial.

En torno a este predio también se observan el obraje, los corrales, las ruinas del sistema hidráulico y “la ranchería”, que eran las habitaciones destinadas a los esclavos. Otro rasgo particular de esta estancia es que se asemeja a un fortín. Consta de 300.000 hectáreas que estuvieron dedicadas a la cría de mulas, imprescindibles para el comercio y tránsito hacia el Alto Perú y Chile. Su iglesia rinde honores a la Virgen de las Candelas (“patrona de los mineros”).

Un buen momento

Todas estas estancias están abiertas al público durante todo el año y ofrecen, además, acompañamiento a los visitantes con especializados guías turísticos. La excursión por dichas estancias y los alrededores de Córdoba siempre representa una buena oportunidad para refrescar nuestra historia, acompañando el viaje de pintorescos lugares, una excelente gastronomía y la tradicional amena cordialidad del pueblo cordobés.

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