Rincón literario

Los amigos de Pitágoras gastaban menos zapatillas en los baldíos

En tiempos de crisis, es necesario ahorrar. Y es ahí en donde este filósofo y matemático griego puede quizá llegar a darnos una ayudita.

Pablo Gómez domingo, 19 de noviembre de 2023 · 07:00 hs
Los amigos de Pitágoras gastaban menos zapatillas en los baldíos
Imaginemos una canchita de futbol de barrio, tipo potrero, que ocupa media manzana. Foto: MDZ

El muchacho vivió hace ya más de dos mil quinientos años. Pero esa idea brillante de cruzar las plazas por el medio, en vez de ir por las calles de los costados, al parecer no se le había ocurrido a nadie antes que a él. Y sí; alguien puede creer que sin saber nada de Pitágoras ni de su famoso teorema igual puede darse cuenta de que se camina menos cruzando plazas y campitos por la hipotenusa, que viene a ser la línea esa que une a los dos extremos opuestos, en vez de ir por la vereda hasta la esquina más cercana y después doblar en ángulo recto y recorrer la otra vereda completa, que como todos sabemos, eso es lo que se llama caminar por los catetos. Pero la verdad es que hay muchas cosas que aprendemos de puro vivir nomás, de verlas y repetirlas, y después andamos creyendo que se nos ocurrieron a nosotros, como el famoso tema de cruzar las plazas por el medio, que claramente fue descubierto por Pitágoras. 

Fue el griego éste el que calculó que en una plaza que ocupa una manzana, que viene a ser el espacio más habitual que tienen la mayoría de las plazas del planeta, se ahorra casi el treinta por ciento de zapatillas si es que uno la cruza por el medio. Aunque claro, después te vienen quienes diseñan los espacios verdes, y te hacen callecitas curvadas, y te clavan en el medio una estatua o una fuente (o ambas) y chau, se acaba el ahorro. Pero esas personas, detractoras del gran Pitágoras, podrán hacerte más largo el camino por la placita del barrio, pero difícilmente logren eliminar el ahorro de zapatillas de la humanidad toda, que se la pasa utilizando hipotenusas en distintos momentos de su vida.

Imaginemos una canchita de futbol de barrio, tipo potrero, que ocupa media manzana, cumpliendo con las dimensiones que la urbanización y la FIFA permiten, de cien metros de largo por cincuenta de ancho: si alguien que juega de fullback izquierdo se tiene que pegar un pique desde el banderín que tiene al lado hasta la esquina donde juega su wing derecho, pongámosle, para patear un córner, va a tener que transitar, aceptando la ayuda pitagórica, solo ciento once metros en su recorrido. Ese accionar le genera un ahorro en botines del veinticinco por ciento, que podrá no parecer mucho en un pique, pero pasando los meses, el calzado que se le debería haber reventado para cuando llegue la primavera le termina durando hasta que Papá Noel le traiga un par nuevo: y todo gracias a Pitágoras.

La verdad es que hay muchas cosas que aprendemos de puro vivir nomás. Foto: MDZ.

En un baldío de manzana completa, el ahorro es más evidente: una persona que cruce caminando diez veces por día el campito durante todos los días, se termina ahorrando el tiempo suficiente para ver durante el fin de semana el partido completo de su equipo favorito, con tiempo adicional y entretiempo incluidos. Que ya va a venir alguien a preguntar que para qué necesita cruzar por ahí diez veces por día, todos los días, como si eso fuera lo importante: lo sustancial es que se ahorra alrededor de dos horas por semana gracias a que cruza por el medio, tiempo que termina siendo suficiente para poder disfrutar frente a la tele del club de
sus amores. Lo demás, son excusas.

En definitiva, que no queda más que agradecer al pobre de Pitágoras, que aunque quizá nunca pisó una canchita de fútbol ni vio un partido por televisión, terminó solucionando, con veinticinco siglos de antelación, el problema de esas personas que ahora tienen tiempo de disfrutar de un partido semanal con la tranquilidad de saber que, esas dos horas que están utilizando, han sido ya ahorradas en días previos; aunque mañana seguramente será necesario empezar a cruzar el baldío de vuelta para llegar una vez más, después de siete largas jornadas, al descanso reparador de la reposera frente al tele, esperando que su equipo gane, o al menos que zafe con un empate, que todo suma, sin importar el ángulo con que se lo mire.

Pablo R. Gómez.

* Pablo R. Gómez, escritor autopercibido.

Instagram: @prgmez

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