Urbanización descontrolada

El peligroso proceso que avanza en Mendoza con un impacto irreversible

La "gentrificación rural" es un concepto que ha sido investigado desde el punto de vista social, económico y ambiental. Una investigadora mendocina explica de qué se trata el fenómeno que en la práctica plantea complejos desafíos. La trama detrás del avance de barrios privados.

Zulema Usach
Zulema Usach martes, 6 de septiembre de 2022 · 11:32 hs
El peligroso proceso que avanza en Mendoza con un impacto irreversible

Lejos de ser una problemática resuelta, el avance de la urbanización hacia zonas que antes eran destinadas a cultivos, se profundizó a través de los años en Mendoza en un proceso que hoy se plantea de manera más acelerada. Lo mismo sucede con aquellas tierras que antaño estaban estipuladas dentro del radio del Piedemonte sobre el cual no se podía avanzar por cuestiones multicausales, que van desde la seguridad por el riesgo de crecidas y aluviones hasta la garantía de contar con un suelo productivo en tierras irrigadas.

Así, el crecimiento de barrios privados o cerrados hacia estas zonas no solo genera una retracción casi irrecuperable de los territorios aptos para la tradicional actividad frutihortícola y viñatera que conforman la matriz productiva provincial, sino que poco a poco, la fisonomía del entorno y de la población se modifica: la trama urbana que pasa a trasladarse a la zona que antes era rural genera un impacto en la dinámica social y ambiental.

El fenómeno ha sido advertido y puesto en foco desde profundas investigaciones realizadas por especialistas. Llamaron a este proceso "gentrificación rural"; un concepto que, lejos de centrarse en un solo aspecto, involucra aquellos cambios sociales, económicos, ambientales y productivos que se combinan para ser, en cada caso, la causa y la consecuencia de una realidad que hoy exige a quienes habitan Mendoza a analizar concebir los cambios en el uso de la tierra desde una perspectiva más amplia, que incluya sus consecuencias en un corto, mediano y largo plazo.

María Marta Bernabeu es docente de Geografía en la Universidad Nacional de Cuyo y una de las investigadoras del Consejo Nacional de Ciencia y Técnica (Conicet) que más ha profundizado en el proceso que desde hace décadas se viene potenciando en la provincia. Detalla Bernabeu que el concepto de "gentrificación rural" fue gestado en función de estudios urbanos previos a nivel global y da cuenta del fenómeno de crecimiento de las ciudades con un claro énfasis en las inversiones inmobiliarias. Justamente, la investigadora del Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (Incihusa) detalla que este proceso, lejos de ser azaroso o desligado de cualquier intención, muchas veces es ejecutado de manera estratégica desde el punto de vista económico.

El "modus operandi" para desvalorizar tierras

En líneas generales, la forma en que se llega a concretar el desplazamiento de lo urbano hacia las zonas tradicionales de campo, consiste en "lograr que a lo largo del tiempo una zona rural o que esté en la periferia se desvalorice, de manera que la tierra tenga un valor muy bajo y que las familias que la habitan se vean motivadas o impulsadas a venderlas a precios que luego van a ser mucho más altos".

Entre las estrategias en que se llega a este punto, una vez que existe un territorio que está en la "mira" de una compañía, figuran distintas maneras de instalar una estigmatización en una determinada zona, acompañando el proceso con falta de inversiones que generen su desvalorización.

Las tierras atraviesan previamente por un proceso de desvalorización.

Luego, una vez que la tierra es adquirida por los capitales que allí pretenden invertir, se produce una estrategia inversa, que consiste en revalorizar la tierra y la zona sobre la cual está focalizada la apuesta inmobiliaria y de servicios. "A lo que se aspira con esas inversiones, es atraer a la población de recursos medios altos", explica Bernabeu. En ese sentido, una tendencia que se instaló hace pocos años en Mendoza, tiene que ver con acompañar a la nueva oferta de barrios y edificios de alta gama, con sinuosos centros de compras, que además aseguren la provisión de un amplio abanico de productos y servicios para esas nuevos habitantes que llegan a emplazarse a zonas algo más retiradas del casco urbano. Luján de Cuyo, Guaymallén y Maipú, figuran entre los departamentos del Gran Mendoza donde este proceso ya ha acaparado buena parte de sus territorios.

Urbanización que impacta

Las tierras, luego de ser sometidas a este cambio radical en su uso, "pasan a valer hasta cuatro veces más", según ha investigado Bernabeu. Sin embargo, en el fondo el precio que pagan los mendocinos es mucho mayor. Es que el impacto de la "gentrificación rural" no solo es negativo desde el punto de vista de la sustentabilidad y el cuidado por el medio ambiente, sino que genera un cambio radical e irremediable sobre la fisonomía de Mendoza. 

La retracción de las franjas verdes aumenta y ganan terreno las construcciones "grises". El uso del agua y del suelo entonces, cambia de manera crucial: donde antes el regadío se destinaba a los cultivos para generar alimentos para el consumo interno y la exportación, ahora se emplazan barrios cerrados (destinados a sectores medios y altos), con amplios jardines y piletas de uso recreativo.

El uso de la tierra y el agua se ve alterado por la oferta que es usada como "imán" hacia sectores medios-altos. 

Este complejo cambio en la traza urbana, no solo tienta a las comunas, que encuentran en ello una mayor posibilidad de recaudación a partir del cobro de servicios a nuevas poblaciones que llegan a "posicionar" desde el punto de vista social y económico a zonas que antes estaban desvalorizadas, sino que es la oferta atrae a un sector de la población que busca instalarse en sitios considerados más seguros, menos contaminados que los de la zona urbana y donde prima el aire libre, el silencio del ambiente y la posibilidad de vivir en un entorno que cuente con espacios verdes propios. La fórmula más en boga en este sentido, es justamente la promoción de inmuebles ubicados en barrios privados a los que se puede acceder a través de créditos. 

Esas variables fueron analizadas por Bernabeu en una investigación efectuada en 2016, donde el foco estuvo puesto en los estudios del suelo. En ese entonces, una de las conclusiones de su trabajo arrojó que el 80% de los barrios ofertados por el Programa de Crédito Argentino (Procrear) estaba dentro de barrios privados. "Esta situación hace reflexionar a cerca de si los barrios privados son realmente lo que busca la gente o si en realidad es lo que prevalece en la oferta inmobiliaria y por lo tanto, a lo que se puede acceder", advierte Bernabeu. 

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