Mes del Alzheimer

Alzheimer y el deseo utilizado para su prevención

Como todos los años, el mes de septiembre marca el Mes Mundial del Alzheimer, siendo el 21 de septiembre el Día Internacional del Alzheimer.

Carlos Gustavo Motta
Carlos Gustavo Motta sábado, 17 de septiembre de 2022 · 16:01 hs
Alzheimer y el deseo utilizado para su prevención
Miércoles 21 de septiembre el Día Internacional del Alzheimer.

Como todos los años, el mes de septiembre marca el Mes Mundial del Alzheimer, siendo el 21 de septiembre el Día Internacional del Alzheimer. El tema de campaña del año 2022 es “Conozca la demencia, conozca el Alzheimer” y dirige su enfoque especial en el apoyo posterior al diagnóstico y tiene como objetivo resaltar la importancia del soporte para las personas que viven con este diagnóstico y a las familias después del mismo. La enfermedad de Alzheimer afecta a cada persona de modo diferente dependiendo del impacto de la enfermedad y de la personalidad antes de comenzar a padecerla.

Aunque la edad es el principal factor de riesgo, la enfermedad no es una consecuencia del envejecimiento. Además no afecta exclusivamente a adultos mayores. Puede tener un inicio antes de los 65 años y en esas circunstancias, eso representa el 9% de los casos. Los estudios demuestran que puede reducirse el riesgo de padecerla haciendo ejercicio con regularidad pero sobre todo con constancia: un ejercicio que sólo sirve para perder unos kilos en temporadas veraniegas, no asegura ningún resultado.

Como en todas las cosas que emprendemos, la constancia será la clave para utilizar el ejercicio como medicina cotidiana. La depresión, el bajo nivel educativo, el aislamiento social y la inactividad cognitiva  aseguran los factores de riesgo. La misma enfermedad o cualquier otra demencia tiene importantes repercusiones sociales y económicas en lo que respecta a costos médicos y sociales. En 2016, el costo social total de demencias a nivel mundial se estimaron en 900.000 millones de dólares. Una cifra que equivale al 1,1% del PBI mundial.

El Alzheimer tiene un efecto abrumador en las familias de las personas afectadas y de sus cuidadores porque a veces, altera más a sus miembros que a la persona quien lo padece. En muchos países, incluido el nuestro, el uso de los medios de inmovilización (que aquí lo llaman contención) tanto físicos como farmacológicos están a la orden del día en los servicios de salud mental tanto públicos como privados. Aún hace falta un marco legislativo regulador, apropiado y favorable basado en normas de derechos humanos.

La Organización Mundial de la Salud reconoce a la enfermedad de Alzheimer como una prioridad de salud pública. Siempre apunta a la concientización y la puesta en marcha de iniciativas para satisfacer las necesidades de las personas afectadas; la reducción de riesgos; el diagnóstico; el tratamiento; al apoyo a los cuidadores; la investigación. Sus directivas para la reducción del riesgo de deterioro cognitivo y de demencia ofrecen recomendaciones basadas en datos científicos sobre intervenciones que reducen los factores de contingencia modificables de la demencia, como el sedentarismo, las dietas malsanas, la hipertensión, la diabetes.

Desde los tiempos de Alzheimer (el descubridor de la enfermedad) la esperanza de vida se ha duplicado y el porcentaje de ancianos se ha triplicado. Por ende, la cifra de personas con la enfermedad ha sufrido un enorme incremento, pero no sólo ha aumentado el número de pacientes sino que éstos padecerán por más tiempo la enfermedad. Hoy existe una generación de personas adultos mayores, quienes han cuidado sus hábitos alimenticios y de vida, de modo que llegan a la vejez con una relativa buena salud, tanto física como psíquicamente hablando.

En La era del vacío, Gilles Lipovesky describe el fenómeno que acontece con el cuerpo de los jóvenes de hoy. Para este filósofo el cuerpo es promovido a un objeto de culto sometido a prácticas obsesivas por mantener la “línea”, por los regímenes alimentarios, por la veneración a la vida sana. Cómo ven estos jóvenes de hoy la vejez que les tocará vivir? Jóvenes, adultos, adultos mayores se suman a la cruzada antiage y obviamente el drama de una vejez devaluada no resulta alentadora ni mucho menos interrogarse por la vejez futura. El psicoanálisis no da respuestas encasilladas a estas “modas”.

Algo resulta seguro: tarde o temprano estamos involucrados en el tema de la vejez y de sus posibles enfermedades donde el Alzheimer puede estar contabilizado. Hace poco un psicoanalista amigo de amplia trayectoria clínica como académica me decía que uno tiene la edad de los proyectos. Una idea que sin pecar de romántica nos abre paso al deseo que no debemos renunciar y quizás sea la llave de vivir hasta el fin de nuestros días en una primavera que siempre esté por comenzar.

* Carlos-Gustavo Motta es psicoanalista y cienasta.

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