Crisis social

Las historias detrás del acampe piquetero

Las medidas de fuerza llevadas a cabo por los movimientos sociales dan cuenta de una situación de desigualdad que se mantiene desde hace años. Sin expectativas y con una realidad muy difícil de cambiar, miles de argentinos no encuentran respuestas frente a los pedidos de acceso a un trabajo digno.

Andrea Ginestar
Andrea Ginestar viernes, 12 de agosto de 2022 · 07:00 hs
Las historias detrás del acampe piquetero

La ciudad que no descansa es una fuente inagotable de imágenes que muestran las realidades más disímiles y duras. Mientras algunos manifestantes de los movimientos sociales abandonaban la Plaza de Mayo dejando atrás los elementos que les sirvieron de resguardo para el frío que tuvieron que soportar durante la noche de acampe, decenas de personas vestidas con trajes retornaban a sus trabajos.

El trabajo puede ser el denominador común entre toda la gente que circula por la ciudad, ya sea por la falta del mismo o porque son miles los argentinos que transitan por el microcentro y se ofuscan al ver restringida la circulación. Las postales de las jornadas de protesta se repiten semana tras semana dando cuenta de una situación que pareciera no tener una pronta solución. En el medio de la puja entre el Gobierno nacional y los referentes de los movimientos u organizaciones sociales están las personas con sus historias y expectativas que desaparecen con el tiempo.

A pocas cuadras de la plaza donde durmieron miles de manifestantes se siente la tensión en el ambiente. Desde la policía que ordena el tránsito hasta los comerciantes que se muestran molestos por una situación que se repite sea cual sea el gobierno de turno.

A diferencia de otras oportunidades, los movimientos sociales y militantes de agrupaciones de izquierda eligieron la Plaza de Mayo para el acampe durante la noche. Lejos de la improvisación, cientos de personas llegaron con bolsos, frazadas, heladeritas, reposeras y hasta carpas que utilizaron como baños ya que la jornada de protesta sería extensa.

En el centro de la plaza hay decenas de personas sentadas en el piso compartiendo un mate o alguna de las provisiones que quedaron de la noche, lejos de estar atentas a lo que deciden los referentes, comparten anécdotas o sensaciones de una jornada larga y extremadamente fría dejando librado a la votación de sus pares la decisión de continuar con la medida de fuerza o retornar a sus hogares.

Muchos acudieron con frazadas y elementos para pasar la noche

Unos pasos adelante, pasando la fila de banderas que se encuentran frente al escenario que montaron las agrupaciones, los referentes que participan de la asamblea llaman a votación para decidir si el acampe continúa o no.

Al ser consultados muy pocos se animan a hablar debido al temor que les genera expresarse frente a un otro distinto que no forma parte de la realidad que viven y ante el riesgo de ser estigmatizados.

“Tengo 57 años, laburé toda mi vida y estoy a tres años de jubilarme pero me quedé sin trabajo y con mi edad nadie me contrata. No encuentro otra manera, queremos que el gobierno nos escuche, la gente nos trata de vagos y planeros pero lo único que pedimos es un trabajo digno”, contó Graciela quien asistió a la convocatoria con su hija Lucía de 18 años.

“Con 22 mil pesos no hacemos nada, queremos trabajo...¿tengo que morir en la indigencia o en la calle?”, agregó otra de las mujeres que prefirió no dar su nombre.

Lucía decidió acompañar a su mamá porque siente que su realidad es la misma, a pesar de su juventud las posibilidades para ella son escasas. “No es solamente la gente mayor...los jóvenes no tenemos oportunidades ni trabajo. Tengo 18 años y cuando busco trabajo me piden una experiencia que aún no tengo. Hasta para barrer la calle te piden un certificado, te ponen trabas para todo”.

“No queremos más planes ni aumentos, queremos trabajo genuino y que dejen de estigmatizarnos. El poco trabajo que se consigue es precarizado”, expresó María quien trabaja en un comedor del conurbano que asiste a decenas de personas diariamente. "Mi mamá me reemplazó para que yo pueda venir a manifestarme, creo que es una de las únicas maneras que tenemos para mostrar lo que nos pasa, para muchos somos invisibles", agregó.

En los bancos de la plaza se ubicaron los puestos de comida que funcionaron durante toda la noche, cerca de 20 carritos y otros vendedores en bicicleta aprovecharon la concurrencia de personas para vender alimentos y bebidas. "Decidí venir con mi cuñada y mi hermano porque tanta gente nos asegura más ventas. Vendimos cerca de 200 hamburguesas con papas", contó uno de los comerciantes.

Algunos aprovecharon la concurrencia de gente para vender comida

Por otro lado, algunas referentes de los movimientos sociales explicaron que la convocatoria se repetirá la semana próxima y contará con dos días de acampe. “Muchos cobran planes y otros no tienen nada…a esos los ayudan las organizaciones que trabajamos en las bases ya que el Estado está ausente. Hacemos un trabajo social invisible, atrás nuestro hay mucha gente que espera respuestas”, aseveró Susana quien milita desde hace años en el Movimiento Socialista de los Trabajadores.

“Nosotros vinimos ayer y pasamos la noche acá, ahora nos vamos pero hay muchas personas que actualmente viven en situación de calle y son invisibles para el Estado. En Argentina se están matando por ver quién va a ser el candidato mientras nosotros padecemos la falta de comida y trabajo”, expresó Carlos mientras ayudaba a su mujer a cargar las cosas que llevaron a la plaza para pasar la noche.

“No tenemos ninguna expectativa con el gobierno, la crisis la pagamos los de abajo pero no nos vamos a resignar. En la calle conseguimos un montón de cosas, probablemente la semana que viene nos quedemos dos noches hasta que nos atiendan. Vivimos en un espiral sin salida”, dijo Susana.

Al conocerse la decisión de finalizar el acampe, los manifestantes comienzan a levantar sus pertenencias dejando atrás los restos de las fogatas que encendieron durante la noche para tener una fuente de calor que les permitiera soportar el intenso frío.

Los recolectores urbanos esperan la desconcentración de gente para buscar todos los elementos que puedan servir para la venta. Cartones, vidrios, botellas, ropa y zapatillas que quedaron como testigos de una larga noche fría que tampoco alcanzó para obtener la respuesta que esperaban los manifestantes.

 

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