La iconografía de nuestra independencia

Escasa y de poco valor artístico es la documentación gráfica de la declaración de la Independencia de las Provincias Unidas en Sud-América, que venían sesionando en Congreso desde marzo en Tucumán.
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El 9 de julio, por unanimidad y bajo la presidencia de don Francisco Narciso Laprida, sus representantes declaran la voluntad de romper “los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli".
El original del Acta firmada en aquella fecha se extravió y solo se conservan la publicación tipográfica de la misma, que significativamente, se hizo también traducida al quechua y al aimara.
Del ámbito donde sesionaba el Congreso y fue escenario del histórico evento se conserva una fotografía:
Data de 1868 y refleja el mal estado de conservación en que se encontraba entonces. El deterioro continúa en los años siguientes. En 1874 es adquirida por el estado nacional que la destina al Correo hasta que a principios de siglo XX se encuentra prácticamente en escombros. En 1941 se declara al predio lugar histórico y dos años después se termina la reconstrucción que actualmente se visita.
En 1910 Francisco Fortuni publicó el "Álbum Histórico Argentino", una colección de 60 dibujos en que se incluye “El Congreso de Tucumán” abajo reproducido.

El artista era un español, nacido en Tarragona en 1865. Cursó sus estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Hacia fines de 1887 viajó a la Argentina y se radicó en Buenos Aires, donde comenzó a trabajar como dibujante en la revista "Caras y Caretas". Luego fue el ilustrador de los Manuales de Historia de la Editorial Estrada desde 1906 y uno de los primeros artistas de su época en sentirse atraído por el acontecer nacional.
La pintura muestra con poco rigor histórico la sala que se había acondicionado a partir de la unión de dos cuartos del interior de la casa cuya fachada se ve en la foto.

En la década del veinte del siglo pasado, Luigi de Servi es comisionado para realizar en el cielo raso del Salón Blanco de la Casa Rosada un fresco conmemorativo de la Declaración de la Independencia.
Se trataba de un maestro italiano nacido en Lucca en 1863 que llegó a Buenos Aires cumplidos los 20 años. Hizo retratos y adquirió renombre pero a fines de siglo regresa a Europa. Trabaja y expone con éxito en Londres, París y Génova. Vuelve a nuestra patria después de la Primera Guerra y encara la comisión aludida. A falta de mayores elementos iconográficos recurre a la alegoría que reproducimos. Regresa a su patria donde muere en 1945.

En 1966, en ocasión del sesquicentenario de la Declaración de la Independencia, el diario La Nación publicó una separata especial conmemorativa de la fecha. Convocó entonces al maestro Raúl Soldi (1905-1994) para que hiciera una obra a ser reproducida en la tapa de la publicación.
Soldi venía de realizar la pintura de la cúpula del teatro Colón que se había inaugurado en la función de gala del 25 de mayo de ese año, con la presencia del presidente Don Arturo Illia que poco después sería destituido. El maestro representó a la República tocada con gorro frigio y engalanada con varias escarapelas, algunas de ellas “en collage”.
Tres años después nuestro admirado Guillermo Roux pintó: “Señoritas de Floresta fumando locomotoras argentinas…”
Pero seguramente la obra más oportuna en estos difíciles momentos que atraviesa nuestra patria es el retrato de General San Martín que el mismo Guillermo Roux pintó en el año 2000, en días aciagos. En ella Roux representó a nuestro héroe máximo envuelto en la Bandera, "en un gesto de Reconversión, como reclamándonos la parte que nos toca en la construcción de esta Argentina", según declaró entonces.

Recordemos que en 1816, José de San Martín, era gobernador intendente de Cuyo. En su carácter apoyó en forma decidida la formación del Congreso Nacional de Tucumán, y Cuyo estuvo entonces representada por Fray Justo Santamaría de Oro, Agustín de la Maza, Francisco Narciso de Laprida, Juan Martín de Pueyrredón y Tomás Godoy Cruz.
Durante el transcurso del año 1816, en repetidas ocasiones San Martín se dirige a Godoy Cruz para que apremie a los congresales a fin de que declaren la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Numerosas son sus cartas que se conservan en el Instituto Nacional Sanmartiniano en este sentido.
En la misiva del 16 de julio enviada desde Córdoba consigna: “Ha dado el congreso el golpe magistral con la declaración de la independencia… la maldita suerte no ha querido el que yo me hallase en mi pueblo (se refiere a Mendoza) para el día de la celebración de la Independencia. Crea usted que hubiera echado la casa por la ventana.”
*Carlos María Pinasco es consultor de arte.




