Escuelita de padres

Postpandemia, adolescencia y salud mental: señales para estar atentos

La pandemia no ha sido gratis, y la población joven ha recibido el impacto. Una vez más, debemos estar cerca para cuidar y lejos para no asfixiar.

Alejandro Schujman domingo, 24 de julio de 2022 · 07:05 hs
Postpandemia, adolescencia y salud mental: señales para estar atentos
Foto: Pexels

La pandemia trajo mucho nuevo a nuestras vidas ya complejas. Desastres económicos, muertes y coletazos en la salud mental de los que recién estamos tomando nota, porque lo epidemiológico estaba en la portada de los temas a resolver. La población de tercera edad resulto tener más recursos de los pensados, mayor experiencia de vida, más umbral de frustración. La franja de entre 30 y 50 años fue muy golpeada en lo anímico. Y los adolescentes se han llevado una parte muy pero muy compleja.

Todo se puso al revés: en la etapa en la que pasar tiempo con la familia no es la opción elegida por default (lo interesante sucede afuera en los grupos de pares) se vieron obligados a un 24x7 con las familias que no fue nada sencillo. Todo lo que sucedía en la previa se amplifica bajo la lupa de la pandemia. Trastornos de ansiedad en jóvenes, cuadros depresivos, ideación suicida, nuevas fobias entre otros trastornos. Tenemos que estar los adultos a la altura de la circunstancia para acompañar a nuestros jóvenes en momentos en los que pueden precisarnos.

Hago una pequeña digresión: cuando pregunto en mis charlas con estudiantes de colegios secundarios cómo se sienten respecto a los adultos la respuesta es “solos”. Y se me eriza la piel. Les cuesta comunicarse con sus padres, se sienten juzgados, observados, y sufren entonces de la peor manera que pueden sufrir: en silencio.

Dos afirmaciones claves para entender los tiempos que corren en relación a los hijos:

  • Los tiempos cambiaron, pero la esencia sigue siendo la misma
  • Los hijos siempre dan señales, absolutamente siempre

La clave está en la capacidad de los padres de decodificar y escuchar lo que los hijos de una u otra forma expresan. Antes de iniciar un proceso adictivo, depresivo, o un trastorno alimenticio, dan alertas. Mucho antes de iniciar un proceso patológico nos hacen saber que algo se está yendo de cauce. Saber escuchar es la clave para la detección de trastornos de la primera infancia, pubertad y adolescencia. Saber escuchar lo que los hijos tienen para decir y dar cuenta de esto, es un desafío en el que los adultos como cuerpo social estamos en deuda.

Sí, toda esa responsabilidad tenemos. Y es afortunado, porque entonces quiere decir que hay mucho por hacer.

Gran parte de mi devenir profesional transcurre en debates y ejercicio de orientación a padres que se encuentran poco preparados en relación a la conducción de la crianza de sus hijos. La orientación a familias es esencial en estos tiempos. El trabajo con adolescentes no es complejo, de ninguna forma. Es cierto que la adolescencia es una etapa compleja pero muy simple de ser leída si tenemos el foco puesto y podemos escuchar lo que dicen los chicos más allá de prejuicios, temores y tibiezas. Los hijos dan señales, siempre, veamos, tratemos de entender.

Señales a las que debemos estar atentos

Los chicos a medida que crecen cambian, mueven cosas dentro y fuera de ellos. Pero los cambios genuinos, saludables, los que suman en el camino del vivir, son graduales, parte de procesos y no de un día para otro. Debemos estar alerta si algo de esto pasa:

  • Cambio repentino de grupo de amigos
  • Deja de ver a su entorno completo, son todas caras nuevas, y esto pasa “de repente”
  • Modificación abrupta de su aspecto personal
  • Mucho tiempo en el baño después de las comidas
  • Se encierra en su habitación más de lo habitual
  • Se realiza tatuajes, piercings u otras marcas en el cuerpo de manera impetuosa e inconsulta
  • Baja su rendimiento y calificaciones en el colegio de manera repentina
  • Cambia hábitos de higiene abruptamente
  • Se muestra agresivo de manera constante, contesta de mal modo o cualquier otro cambio pronunciado en su carácter

En este punto es importante diferenciar los cambios naturales de humor de los adolescentes con modificaciones sustanciales en los ánimos de nuestros hijos que puedan ser indicio de algún trastornos que no pueda ser verbalizado. Recordemos que estas manifestaciones conductuales son a menudo la forma en la que los hijos piden la ayuda que no están en condiciones de pedir de la manera más saludable, hablando. Lo que no se verbaliza se actúa, de distintas formas, y a eso debemos de estar atentos. Sin obsesionarnos, sin enloquecernos y sobre todo, sin transformarnos en espías ni hackers de nuestros propios hijos.

Somos padres, y la confianza es un elemento esencial en la relación con ellos, construyamos este puente desde el dialogo y el disfrute compartido en lo cotidiano. No desde el miedo, ni el control extremos, esto resta en el vínculo y nada bueno aporta. La pandemia no ha sido gratis, claro que no, y la población joven ha recibido el impacto. Una vez más, debemos estar cerca para cuidar y lejos para no asfixiar.

Mirarlos a los ojos, preguntar cómo se sienten. Compartir tiempo de calidad con ellos. Saber que nos siguen precisando, aunque “disimulen”. Cuidarlos, acompañarlos, y pedir ayuda profesional si sentimos que los recursos no nos son suficientes. Repito, una vez más: afortunadamente, los hijos siempre, absolutamente siempre, nos dan señales.

*Alejandro Schujman es psicólogo especialista en familias, Director de la Red Asistencial de Psicología y columnista en MDZ radio.

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