Recomendador serial

Andrés Ciro, un artista para ser vos

Esta vez, el recomendador serial de MDZ presenta a Andrés Ciro, líder de Los Piojos. Para presentarlo como es debido, convocó a su amigo Fernando Freixas

Diego Villanueva
Diego Villanueva jueves, 7 de abril de 2022 · 13:51 hs
Andrés Ciro, un artista para ser vos
Los Piojos en sus primeros años

Me encanta volver a la sección donde le pregunto algún amigo, músico o familiar que admiro mucho y lo vuelvo loco para que nos recomiende algo bien personal para mí y para vos, querido lector querida lectora. En este caso acudí a un amigo hermano que conozco desde hace tiempo. Como él dice, la verdad que él me conoce a mi primero desde que yo estaba en la panza de mi querida madre. Fernando Freixas es periodista y coach ontológico que pueden seguirlo en sus redes y ser un poco más humano, es mi recomendación antes de arrancar. También lo podés buscar en Spotify en un podcast llamado El Forastero alguien que viene de andá saber dónde, para no hacerte sentir tan solo.

Fernando Freixas, periodista y coach ontológico

Con respecto al artista de hoy, para mi Andrés Ciro Martinez me encanta y podría escribir la nota de él ya que siempre me gustaron Los Piojos y para mí su música es como estar prendiendo un fuego lleno de amigos, con una madera que se la banca hasta el día de hoy. Pero me acordé que Fer siempre tuvo otro tipo de conexión con la banda y el artista y por eso le pedí que nos cuente y nos recomiende por qué le gusta tanto, en qué momento se enganchó y qué le pasa a él con esas canciones, con la época que las oyó, a ver si coincide con lo que me pasa a mí, a vos, o a vos.

Su pasión por Los Piojos arranca como todo buen fan, desde su primer disco. Fer me cuenta que "escribir sobre Los Piojos es, en cierta forma, escribir de mi vida. La banda me acompaña desde 1992, cuando Chac tu Chac, su primer disco, llegó a mis manos en formato cassette. A partir de ese día, ellos, con Andrés Ciro Martínez a la cabeza, fueron parte de mi banda de amigos. Estaban los viajes, en los asados, de fondo mientras jugábamos a la pelota y hasta en las citas románticas. Soy de la generación que vio cómo el rock nacional nacía en sucuchos pelusa y llegaba a estadios luminosos y amplificados. Fui parte de esa expresión cultural que se convirtió en tatuaje, gorro, bandera, remera y mochila. Eso sentí la primera vez que vi a Los Piojos en vivo, en Obras, durante la presentación de su tercer disco (Tercer Arco). Me sentí parte de miles de pibes y pibas que encontraban en Ciro una voz que hablaba por mí. Era el rock nacional un lugar de poesía en una década frívola y dolarizada que nos empujaba contra un precipicio existencial. Sus canciones me recordaban que estaba vivo, que estaba bien ser así, sentirme así. Los Piojos fue un bálsamo para mi alma. 'Okey, pibe, acá podés ser vos. Quedate tranquilo que hay miles que están en la misma. Vení, sé parte de este ritual: cantá, bailá, reí, gozá...'".

Los Piojos en sus primeros años

Nada más lindo que leer a alguien de tu edad que encima es amigo y coincidir en cada letra tipeada. Quise saber e indagar un poco más ahora del artista, Andrés Ciro Martínez. ¿Por qué te sigue generando esa admiración después de tantos años, donde uno se supone que debe crecer, escuchar otras cosas, y el artista también puede cambiar, a veces para peor? (Siempre dependiendo de quien lo mire y desde qué expectativa. no). 

Fer piensa en Andrés y no duda en volver a esa época… es imposible no viajar.

"Agitador y conductor de multitudes, Ciro nos guiaba a través de su poesía a conocer el mundo y a nosotros mismos. Desde el vamos, me aclaró que si quiero estar libre y alto volar, no tengo que dejar que me den el tiro cuando empiezo a aletear. Sus canciones me llevaban a patear la calle, a vivir un mundo cruel, pero que respiraba libertad en la esquina del barrio. De eso se trataba, de ser libre mientras escuchaba sus canciones, mientras las bailaba y cantaba. Sí, ese era el ritual. Eso era sentirse vivo en los patilludos ‘90", dice Fernando Freixas.

Andrés, siempre agitando y con los Stones y el candombe en la sangre

Ahora tengo ganas de ir a las canciones que nos acompañaron durante tanto tiempo. A pesar de haber arrancado como se debe con el primer disco, Fer ahora comienza del increíble capítulo 2 (el de la tapa roja) y comienza a recordar y darle play nuevamente a la memoria:

"Ay, ay, ay (1994) fue un tremendo sacudón. Un paso más todo en esto que vengo diciendo, donde la banda afilaba aún más la poesía combativa (“Pistolas”, “Arco”, “Babilonia”). Pero también intensificaba su lado romántico, más suave, que nos permitía respirar en medio de inagotables pogos guitarreros (“Ando ganas” y “Muy despacito” se sumaban a “Tan solo” de “Chac tu Chac”). Encuentro en este disco una de mis canciones preferidas, esa que une el amor con la muerte, que ve a la luna como una lágrima sin llanto: Te diría", comenta Freixas.

Y agrega: "Y con “Tercer Arco” (1996) volamos por los aires. Ellos y nosotros. Como era de esperarse, el grupo pegó un salto de popularidad. La esquina del barrio se hizo inmensa empujada por un 'Uoh bamba uoh bamba uoh bamba uoh bamba-ba' que se cantó en todas partes. Pero el rock seguía ahí, en 'Muevelo', en 'Esquina Libertad', en 'Shup Shup' y sobre todo rindiendo tributo a 'Marado'. Cerraba el disco una canción que le gritaba al país que sí, que en los ‘90 había una bocha de pibes y pibas tirando suavemente de la hoja y echando un humo. Humo que cuando faltaba, se notaba. Y mucho. Hablo del himno murguero que declara “'lo mal que se vive, lo bien que se está'".

"'Azul' (1998), fue, para mí, una suerte de quiebre en su discografía. La banda se animaba a probar, tanto que arrancaba con un vals. Pero al toque, de nuevo, esas onomatopeyas pegadizas. En este caso la crotas 'aia ia io pague io aia ia io pague'. La presentación en vivo fue en Parque Sarmiento. Aún siento la piel de gallina al recordar 'Agua', acompañada por un coro de niños. La esencia era la misma, se trataba de sacudir el cuerpo con 'Genius' y estremecer el alma con 'Quemado'", explica Freixas.  

"'Verde paisaje del infierno' (2000) nos llevó al verde césped de los estadios. Listo, la banda ya era de todos. Sus canciones sonaban hasta en los casamientos. Abuelos, abuelas, tíos y tías hacían trencito al ritmo de las onomatopeyas de Ciro. Pero la banda 'aún sostenía esa luz en la mirada', regalando bellezas como 'Fijate', rockazos como 'Luz de Marfil' y 'Morella' y hitazos bailables como 'Ruleta'", continúa diciendo el coach. 

Y acota: "'Máquina de Sangre' (2003) nos mantuvo rebotando por doquier, como en los inicios, pero esta vez en la cancha de River. La birra y el faso de la esquina se mezclaba con las pastillas de Pachá... 'y todo el mundo saltando contento...'. Verlos en River fue también una consagración propia, fue darme cuenta de que había sido parte de un movimiento cultural que había integrado a miles de jóvenes que solo quería sentirse parte de algo, ser comunidad. La belleza y el romanticismo seguían ahí, intactos, como un “corazón que se parte cuando te vas a ninguna parte”. 

Cuando termino de leer este excelente resumen no puedo no poner Los Piojos y esa película eterna y hermosa que duró once años desde su disco debut. Y donde Fer me dice que todos habíamos cambiado: tanto ellos como nosotros. Los piojosos crecieron, algunos se hicieron padres y madres y de repente estábamos coreando una linda canción de cuna que decía ¨Debe ser que me pediste un día una canción, que fuera del corazón, ahí te vaaa¨. 

Freixas no sabe se si ellos sabían si “Civilización” (2007) era su último disco. Yo menos. Pero es verdad que sonó a despedida antes que dijeran adiós. De alguna manera habían vuelto Los Piojos de los inicios, eran otra vez “silbido de alguien que sale a andar” por la esquina del barrio. Y estaban listos para volar a otros cielos, reconociéndose “Bichos de Ciudad”. La canción que le da nombre al disco reafirmó esa lealtad piojosa a temas que atravesaban lo contemporáneo: “Dios perdona, el hombre a veces, la Naturaleza nunca”. Hay risas de loco, manjares, consciencia del presente y un paseo en bici por Palomar. Un último paseo por su lugar en el mundo, lugar en el mundo que los llevo al mundo de miles de pibes y pibas, donde los que estamos escribiendo esta nota nos sentimos parte de ese mundo y hoy les decimos simplemente gracias.

Discos piojosos que marcaron una generación

PD: Mi amigo me cuenta que como todos sabemos luego Ciro cantó “qué placer verte otra vez”. Pero esa es otra historia. De otro artículo. Pero del mismo artista. 

PD 2: ¿Pensaste que no había playlist? Dale play y prendé el fuego que en breve aparecen todos los recuerdos

 

*Diego Villanueva es autor de "Casi 30 artistas para antes de dormir"

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