Historias del Secano

Lavalle profundo en el olvido: una salita médica sin agua y sin baños desde hace 16 años

En San Miguel de los Sauces, a 174 kilómetros de la Ciudad de Mendoza, los vecinos deben atenderse en una salita de atención primaria que se encuentra muy malas condiciones.

Felicitas Oyhenart
Felicitas Oyhenart sábado, 19 de marzo de 2022 · 07:03 hs
Lavalle profundo en el olvido: una salita médica sin agua y sin baños desde hace 16 años
Los vecinos de San Miguel deben atenderse en una salita de atención primaria que se encuentra en muy malas condiciones Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ

Según la Organización Mundial de la Salud, “los derechos a la salud incluyen el derecho de acceso a un sistema de protección de la salud que ofrezca a todas las personas las mismas oportunidades de disfrutar del grado máximo de salud que se pueda alcanzar”. 

Lamentablemente, no todos corremos con ese privilegio. Un ejemplo de ello es la situación en la cual se encuentra la salita de San Miguel de Los Sauces, un paraje ubicado en Lavalle, a 174 kilómetros de la Ciudad de Mendoza, a 4 horas en auto por las condiciones del camino de tierra y ripio. 

Allí, en el Lavalle profundo, viven decenas de familias que han conformado una gran comunidad. Llegamos hasta este paraje, ubicado casi al límite con la provincia de San Juan, luego de transitar un largo camino de tierra. 

San Miguel de los Sauces se ubica a 174 km de Mendoza

En el trayecto no dejamos de preguntarnos cómo harían los pobladores de esta zona para trasladarse los días de lluvia, más aún cuando tienen una emergencia y el tiempo apremia.

La gran mayoría de los vecinos vive a más de 10 kilómetros de la salita y no tienen automóvil, en esos casos se dificulta aún más asistir a un enfermo. “Tenemos una salita donde hay una médica, allí nos acercamos cuando tenemos que hacer una consulta. Cuando es preciso trasladarse hasta el hospital más cercano, se llama por radio desde la salita a una ambulancia”, cuenta una de las vecinas. 

“Acá se enferma alguien y hay que llamar una ambulancia que venga desde Costa de Araujo. Cuando llueve demora 4 o 5 horas para llegar y después tiene que lograr salir de acá, ahí demora varias horas más”, cuenta Diana Rodríguez una vecina de la zona.

Otra de las vecinas, Natalia González, comparte: “Cuando pedimos a Lavalle una ambulancia tarda mucho o muchas veces no está disponible. Por eso, tenemos que pagarle a alguien para que nos pueda sacar de San Miguel”. 

Otro de los problemas que se presenta es que la mayoría no puede realizarse los controles con médicos especialistas, que resultan fundamentales para conocer el estado de salud de los vecinos, especialmente de aquellos que son pacientes crónicos. “En la zona no contamos con cardiólogos, oftalmólogos, ginecólogos o pediatras. Es muy difícil para nosotros trasladarnos hasta el hospital más cercano”, admite Natalia González. 

Esto lo puede confirmar Aldana Díaz, una madre primeriza que tuvo que mudarse sin su pareja a la casa de una tía a San Juan. “Durante mi embarazo yo no estuve acá. Demoraba mucho en trasladarme cada vez que tenía un control o hacerme una ecografía. Fue muy difícil para mí transitar el embarazo allá sola, tenía muchos miedos y dudas”, expresa la joven.

Para conocer cómo es la atención médica en San Miguel visitamos su salita ubicada frente a la plaza del paraje, la misma está a cargo de la doctora Stella Osachez.

Una salita olvidada

Desde lejos se puede ver el avanzado estado de deterioro de la sala de atención primaria. El exterior se encuentra en muy malas condiciones y hasta resulta peligroso para quienes circulan por allí. El techo de la galería está muy deteriorado, el óxido ha carcomido los materiales y se corre riesgo de que se caiga.

El exterior de la sala está en notable deterioro.

Algo que también llama la atención es que frente a la salita hay una fosa de gran profundidad, allí se arrojan los desechos (gasas, jeringas y otros elementos de descarte propios de un centro de salud) y son quemados. “Es la única alternativa que tengo, no pasan a buscar los residuos por acá”, admite la médica.

Llegó el momento de ingresar a la sala, antes nos recibe una inscripción en la puerta escrita con corrector de lapicera blanco, el mismo indica cuáles son los días y horarios de atención. Ingresamos hasta el consultorio y fue inevitable no tener una sensación de viaje en el tiempo, tanto el mobiliario como los elementos de trabajo son de varias décadas atrás. La doctora Stella nos invita a pasar.

Stella Osachez trabaja hace más de 18 años en San Miguel

“Trabajo hace más de 18 años acá. Son 10 días los que me tocan en San Miguel y luego tengo 5 días de franco”, cuenta la profesional y añade: “Es hermoso trabajar acá, siempre me gustó la medicina rural, acá se me cumplió el sueño”.

La manera en la que Stella describe su trabajo denota la pasión de la mujer por lo que hace y el compromiso que tiene por esta comunidad. Stella no solo escucha y atiende a sus pacientes, también es la encargada de hacer los reclamos correspondientes para que la sala tenga todo lo necesario. Aunque, lamentablemente, estos no son escuchados.

“Desde el año 2006 que estoy reclamando por la falta de baños en el lugar y las condiciones edilicias. No hay agua para higienizarse tampoco tenemos agua para apretar el botón del inodoro. Cuando una persona tiene que usar el baño tengo que tirar baldes de agua”, destaca la médica mientras nos muestra que efectivamente no cae ni una sola gota de agua de las canillas.

Desde el año 2006 que estoy reclamando por la falta de baños en el lugar y las condiciones edilicias

Pero eso no es todo, “hace 3 años que estoy peleando por el agua, se nos rompió el tanque y aún espero que lo arreglen", comparte la mujer y añade que han sido reiterados los reclamos. "El tanque se rebalsa y tengo que cerrar el ingreso de agua para evitar que se inunde todo el centro de salud, el agua escurre por el techo y las paredes y está deteriorando la estructura”, cuenta la doctora.

En la sala de espera del centro de salud hay un tanque de agua que espera desde noviembre del año pasado que desde el Gobierno envíen a un plomero que pueda realizar la instalación necesaria y que a su vez pueda reacondicionar el baño y cañerías.  Los vecinos se han ofrecido a colocarlo, pero es necesario que la tarea sea realizada para una persona matriculada. “Acá hay gente muy dispuesta a colaborar”.

Hace 4 meses que la salita tiene el tanque, pero aún nadie lo ha colocado.

Mientras tanto, la salita de San Miguel sigue sin baños y sin agua, dos condiciones indispensables teniendo en cuenta que se trata de una sala de atención primaria y que nos encontramos atravesando una pandemia.

La sala se mantiene a pulmón por los mismos vecinos y la doctora. Sin ir más lejos, la precaria silla de ruedas con la que cuentan la tienen gracias a dos chivos, “tuvimos que entregar dos chivos para que nos den una silla de ruedas”, confiesa la doctora Osachez.

Pese a las carencias de condiciones y elementos básicos que garanticen el cuidado de la salud de quienes viven allí, no se nota el enojo en sus rostro, tampoco se percibe bronca. Son muchos años así, han pasado varias generaciones y probablemente solo les queda la resignación y el saber que en cualquier situación de urgencia pueden contar con algún vecino que los ayude. Ellos son más que una comunidad, “más que un pueblo son una gran familia”, afirma Stella.

Así está la salita, mirá el video

 

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