Opinión

Víctimas del narcomenudeo y los consumos

Las autoras, investigadores del Observatorio de la Deuda Social de la UCA que desde hace años indaga la realidad del consumo y narcomenudeo en las los distintos grupos sociales,

Solange Rodríguez Espínola y María Agustina Paternó Manavella sábado, 19 de febrero de 2022 · 20:31 hs
Víctimas del narcomenudeo y los consumos
Foto: Telam

En los últimos años ha sido notorio el avance del narcotráfico, así como también el incremento en las prácticas de consumo de sustancias psicoactivas en Argentina, de manera particular, entre los adolescentes y jóvenes, y con mayor penetración y visibilidad en los sectores más vulnerables y marginados de la sociedad. El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (ODSA, UCA), busca sumar elementos al debate público sobre la creciente y expansiva presencia de la venta y el tráfico de drogas en los barrios, mostrando que se trata de una situación generalizada, pero también que tiene a las poblaciones vulnerables, como sus principales víctimas. 

Los resultados presentados bajo el título Reporte sobre la presencia de venta o tráfico de drogas en los barrios urbanos de la Argentina surgen del último relevamiento de la Encuesta de la Deuda Social Argentina (Serie Agenda para la Equidad, julio-octubre de 2021), para una muestra de aproximadamente 5.700 personas representativas de la población urbana. Los encuestados fueron consultados acerca de la presencia de narcomenudeo en su manzana o barrio, por lo que se trata de una variable de apreciación subjetiva, en la que informaban sobre el propio contexto en el que viven. 

En el año 2021, el 23% de las personas informó la presencia de venta o tráfico de drogas en la manzana, vecindario o barrio en el que está ubicado su hogar. Es decir, las personas en 1 de cada 4 hogares, saben dónde ubicar la venta de drogas en la cercanía de su hogar. Específicamente, la presencia de narcomenudeo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es de un 11%, mientras que los valores incrementan de manera significativa en el Conurbano Bonaerense (23%) y en otras grandes áreas metropolitanas (29%), que incluye zonas urbanas con alta escala poblacional, tales como Gran Rosario, Gran Córdoba, Gran Mendoza, Gran Tucumán.

Asimismo, nos encontramos nuevamente con un factor de inequidad y desigualdad en las condiciones de vida urbana. Cuatro de cada diez hogares en condición de pobreza, perciben la presencia de venta o tráfico de drogas en sus alrededores, mientras que afecta sólo a un 15% de los hogares no pobres. Los datos evidencian también mayor presencia de narcomenudeo en los sectores de mayor vulnerabilidad socio-ocupacional: se observa en más del 40% de los hogares de sectores bajos marginales, mientras que en menos del 10% de los hogares de sectores más altos. Al mismo tiempo, los hogares que se encuentran en villas de emergencia o asentamientos precarios refieren en casi un 60% que existe venta o tráfico de drogas en su manzana, vecindario o barrio. En estos contextos, la introducción del narcomenudeo también se considera como un ingreso económico para el sustento del hogar. Esto promueve la facilidad en el acceso y la amplia disponibilidad de drogas en los barrios, incluso para niños y adolescentes. Lo paradójico y preocupante de estos datos es la alta incidencia de consumos problemáticos en familias donde los recursos asistenciales en salud mental son prácticamente inexistentes. 

Otro de los resultados que resulta alarmante expone que 3 de cada 10 hogares con niños, se encuentran ubicados en zonas con presencia de tráfico de drogas. Los niños y adolescentes son testigos desde temprana edad de la venta y el consumo de drogas en su propio entorno, en su familia, su escuela, su barrio. Sabemos que la edad de inicio promedio del consumo de alcohol y otras drogas es cada vez más temprana, entendiendo los efectos que estas sustancias provocan en su cerebro en formación. En general, se trata de un consumo con un fuerte componente social, el cual ha sido evidenciado en datos previos aportados por el ODSA. Al respecto, los jóvenes de 18 a 29 años referían que consumían esencialmente porque sus amigos también lo hacían y porque era una conducta esperable cuando uno asistía a eventos o encuentros sociales. Es así como un consumo que en principio puede ser por diversión, por curiosidad o como medio para la socialización, se transforma en problemático con graves efectos, no sólo sobre la persona sino también en su familia y entorno. 

En definitiva, se produce un círculo vicioso: el narcotráfico avanza en los barrios, cada vez son más las familias que viven con ingresos del narcomenudeo y a su vez, son cada vez más las personas que consumen y en mayor cantidad y frecuencia. Consecuentemente, se produce un consumo problemático de sustancias, que se presenta cada vez con mayor incidencia en la población argentina, dada la disponibilidad y accesibilidad de las drogas. Notamos además la persistencia del consumo a través de las generaciones en las familias, testigos de la venta y consumo en sus barrios a través de los años. La constante visibilidad y aceptación de la droga en las familias y los barrios, conlleva que como sociedad hagamos oídos sordos y no actuemos ante esta situación. 

Hay pocas políticas públicas de intervención o campañas de prevención, o han sido poco efectivas, dado que la problemática no ha retrocedido, sino que incluso ha proliferado en los barrios. La situación requiere acciones del Estado, una intervención presente y constante, a través de política pública sistematizada, integral y basada en evidencia científica, que haga foco especialmente en la población más vulnerable, que cuenta con escasos recursos para hacerle frente a la situación. Resulta oportuno mejorar o iniciar proyectos de prevención desde temprana edad, que intervengan principalmente sobre los factores que inciden en el consumo de sustancias. 

Existe un gran desconocimiento acerca de los efectos de las drogas e incluso se considera el consumo de alcohol y sustancias como una conducta normativa cuasi inocua. Son necesarios programas que busquen aportar información que guíen una correcta toma de decisiones, que fortalezcan habilidades tales como la gestión de emociones y la tensión, que inviten a los jóvenes a reflexionar y defender su propio criterio frente a la presión de los pares, entre otros. No obstante, se trata de una problemática de salud pública generalizada que, si bien se presenta con más fuerza en los sectores marginados de la sociedad y en la población más joven, también se visibiliza en otros grupos, no siendo exclusivo a ciertas víctimas.

En resumen, los datos dados a conocer por el ODSA, así como también, la experiencia vivenciada en los centros de salud y las propias familias nos interpela también a nosotros como sociedad. Lamentablemente, en los últimos años, se han generado entornos que permiten o incluso alientan los consumos de alcohol y/o sustancias. Esta situación ha propiciado el terreno para el narcomenudeo y los trastornos por consumos, los cuales se presentan como las dos caras de una misma problemática de salud pública. 

 

*Solange Rodríguez Espínola y María Agustina Paternó Manavella son investigadoras del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA (ODSA-UCA)

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